El Correo de Burgos

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Jesús Carazo se agarra al humor en sus tres nuevas obras teatrales

El autor juega con su amplia gama de matices en ‘La eternidad’, ‘Naufragio(s)’ y ‘Homo sapiens’, reunidas por la editorial Fundamentos en un solo volumen

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A.S.R. / BurgosSTALIN.- (Tapándose los oídos) ¡No soporto ese bramido salvaje!HITLER.- En el fondo, es usted un pobre diablo asustado, herr Iósif.STALIN.- Y usted, un loco, un perturbado... ¡Desafiar al Altísimo!HITLER.- Vamos deje usted de... Hitler se interrumpe porque en ese instante se abre la puerta de la derecha y entra, en uniforme militar, el general Franco. Se diría que una mano invisible le ha empujado desde el exterior. FRANCO.- (Furioso, dándose la vuelta y hablándole a la puerta, que se cierra con un lúgubre chirrido). ¡Pero que se han creído! ¿No saben quién soy? ¡Alguien tendrá que darme explicaciones! ¡No voy a permitir esta falta de respeto! (Mirando a su alrededor, pero sin reparar en los presentes) ¡Así que esto es el paraíso! ¡Menuda decepción! ¿Y dónde están los ángeles, los arcángeles, los serafines...? ¡No, no puede ser el cielo! Y, sin embargo, es ahí donde yo tendría que estar (...). Sí, son Hitler, Stalin y Franco, a los que luego se une George W. Bush, y sí, se encuentran en el infierno. Ahí los sitúa Jesús Carazo en La eternidad, una de las tres nuevas piezas teatrales que ha reunido en un volumen publicado en la colección Espiral de la editorial Fundamentos. El humor está presente en esta obra y también en las dos que completan el libro, Naufragio(s) y Homo sapiens, un humor con el que el autor burgalés juega a su antojo, exprime todos sus matices, mordaz, burlón, irónico, reflexivo, superficial, sin complejos y sin reparos tampoco para reírse de sí mismo.La eternidad se autodefine como una fantasía dramática en un acto que, según el prologuista, Emilio Peral Vega, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, remite a dos textos anteriores, Los enfermos, de Antonio Álamo, y A puerta cerrada, de Jean Paul Sartre, y que coloca a los cuatro mandatarios en un averno imaginario donde «escamotean las responsabilidades de sus acciones, en una exhibición hiriente de su inhabilitación para el perdón y de una cobardía rayana con el infantilismo en virtud de la cual intentan demostrar que sus errores son menores que los imputados a sus compañeros de condenación eterna», en palabras de Peral Vega.La pregunta para el creador del texto es cómo se atreve a hacer comedia con los mayores dictadores de Europa y en su «modalidad democrática» de Estados Unidos.«Se puede uno reír de todo el mundo. Y, como vemos en las películas de Charlie Chaplin, cuanto más imponente y despiadado es el sujeto, más ridícula y divertida resulta la situación», contesta Carazo a través del correo electrónico desde su retiro en Royan.Naufragio(s), escrita como la anterior en 2011 y también aparecida primero en francés en 2012, se inspira en el hundimiento del Costa Concordia frente a la isla de Giglio, y enciende el foco en dos hermanas, ricas herederas, que gastan su fortuna en un crucero por el Mediterráneo incapaces de disfrutar de la experiencia, una por el desmedido sentido de la responsabilidad y su desconfianza hacia los hombres y otra por todo lo contrario.«Es una comedia engañosamente frívola y difícilmente representable, ese camarote que se va inclinando ante los ojos del espectador es un extraordinario reto para una compañía de teatro. Mi intención es mostrar cómo a veces, absortos en nuestras pequeñas preocupaciones, no somos conscientes del verdadero peligro de una situación», observa Carazo, quien reconoce bastantes elementos autobiográficos en Homo sapiens, la tercera pieza de esta terna, escrita hace tan solos unos meses.Esta comedia en seis cuadros pone frente a frente a Vicente, de 64 años, y su esposa, Gloria, de 57 años, y la incapacidad del primero de adaptarse a su nueva vida tras la jubilación. Es, en palabras de Peral Vega, el retrato sereno de dos seres que, ante la adversidad del tiempo, se otorgan, en un acto de generosidad, la posibilidad de mirarse al margen del calendario y de redescubrirse en el amor.«En realidad aprovecho para reírme de mí mismo», sentencia el autor al tiempo que dice tener la impresión de que esta obra será su nuevo éxito teatral.«La verdad es que de la literatura nunca me he jubilado, pero observo con espanto que ahora tengo mucho menos tiempo que antes para escribir. En Homo sapiens intento explicar esta paradoja», anota el escritor que ya trató este mismo tema en La tarde del séptimo día y que hace unos años dijo adiós a su etapa como docente para entregarse a la vida.Este nuevo libro desdice en parte estas palabras. Jesús Carazo sigue escribiendo. Y no poco. Además es uno de los valientes que aún se lanzan a publicar teatro y asegura que lo hace con la intención de que llegue «a las manos de ese hipotético profesional que pondrá toda su energía para subirlas a un escenario» y deja caer un sugerente «a veces ocurre».Precisamente, pendiente de estreno está desde tiempo ha Último verano en el paraíso, Premio Lope de Vega 2005. Y de momento seguirá en la sala de espera.'La reina que no quiso reinar' salta a México

Ocho años después de su estreno, La reina que no quiso reinar, la obra que relata las angustias de Juana la Loca tras la muerte de su esposo, Felipe El Hermoso, sigue dando alegrías a su autor. Esta vez llega desde muy lejos. El teatro de cámara Fernando Saavedra de Chihuahua estrenó el pasado 7 de junio esta pieza que en España lleva cerca de 200 representaciones de la mano de Histrión Teatro, que este mismo lunes ha conocido sus dos nominaciones en los II Premios del Teatro Andaluz al mejor espectáculo y a la mejor intérprete femenina, la segoviana afincada en Granada Gema Matarranz. «Desde luego resulta muy estimulante que tus obras se representen en diferentes partes de mundo y, sobre todo, por distintas compañías», expone Carazo sobre el salto de este texto. Su autor cree que el éxito está en la figura de Juan I de Castilla, que resulta, dice, apasionante. «Me han escrito de varios países pidiéndome el texto. Imagino que el hecho de ser reina, mujer y víctima (de las políticas de estado) hace de ella un personaje universal», aventura feliz con este nuevo paso.

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