El latido del corazón kikola

A.S.R. / BurgosEl pasado mes de enero, Los Kikolas se despedían. La crisis económica acababa de devorar la empresa formada por Quique Méndez y Kike Sebastián, diez años de circo y de teatro. Se escribía entonces el punto y aparte de una historia. Ninguno de los dos habló de un punto y final. Los dos teatreros burgaleses prometían más malabares, más risas, más ilusiones dibujadas bajo la carpa de los sueños y más lucha. Siempre más pelea.Dicho quedó y ninguno de los dos ha bajado de las tablas desde aquel momento, con la calle o un teatro como escenario y siempre con el apellido Kikolas en el sombrero. Es difícil borrar diez años de un plumazo, aunque los papeles digan lo contrario.A ese apellido se sigue aferrando Quique Méndez en su nuevo proyecto, Cabaret Errante, que presenta bajo el nombre artístico de Jean Philippe Kikolas. La propuesta, compartida por sus colegas Rubén Río y Agus López, recupera igualmente la carpa construida por la compañía con motivo de su décimo aniversario y que tantas alegrías, y también alguna pena, les brindó.Este domo volverá a levantarse hacia el cielo en el Encuentro Internacional de Artistas Callejeros (ARCA) de Aguilar de Campoo, donde siempre los han acogido con los brazos abiertos. En la localidad palentina estará del 15 al 17 de agosto con varias funciones.La propuesta, cuenta Méndez, es distinta a la que el público burgalés pudo ver en el patio de La Parrala los dos últimos otoños en el Festival Soñando Circo y en alguna que otra ocasión.«Cabaret Errante es una mirada más contemporánea, más poética y con importante presencia musical porque somos tres actores y músicos, que sigue siendo para público familiar», explica sobre este espectáculo, cuyo hilo conductor es la narración de una vida que va de atrás hacia adelante, «un viaje que nos lleva desde un errante y polvoriento purgatorio de vuelta a la celebración de la vida, de un posible futuro a un definitivo presente».Un montaje de nuevo circo adelantado en Circolmedo en mayo y en el que han seguido investigando en sendas residencias en Santander y Barcelona por su presencia en Aguilar y para preparar la versión de sala de cara al invierno, que, según Méndez, se vislumbra mejor que el verano.Aunque esta apuesta signifique levantar el vuelo y el teatrero burgalés se confiese más optimista tras un año duro -«hay menos trabajo y es buen momento para poner en marcha nuevos proyectos e investigar otros formatos»-, no echa las campanas al vuelo. No lo puede hacer. «La cosa está muy mal. Los cachés se están tirando por los suelos y necesitas hacer más de 150 bolos al año para que te salgan las cuentas», aventura y arremete contra las instituciones burgalesas. Siente que le han dado la espalda y no llega a explicarse la razón. «Llevo meses dando guerra con este proyecto y nada, me dan largas y largas. Me siento totalmente ninguneado», ilustra y lamenta que este Cabaret Errante no pare en la ciudad del Arlanzón. Tampoco, avanza, regresará el Festival Soñando Circo ni han vuelto a saber nada del iglú mágico que la Fundación Caja de Burgos iba a instalar la Navidad pasada en la plaza de la Libertad y aplazó sin fecha, pero no suspendió. «Algo debo estar haciendo mal...», deja caer sin saber qué.