El Correo de Burgos

ARTES ESCÉNICAS

Patrimonio con mucho cuento

Rutas, animaciones o espectáculos teatrales animan el verano capitalino y descubren la ciudad desde un punto de vista diferente. Las compañías locales Bambalúa y Ronco saben lo que se hacen

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Burgos

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A.S.R. / BurgosBasta una palabra del General Centeno para que el visitante de la cámara de fotos al cuello saque toda su gracia andaluza. El pisa, que repite insistentemente, es inconfundible. Llega con toda la familia y forma parte de la última visita del domingo a las galerías del Castillo. Se entiende bien con el sevillano Leopoldo Centeno Jiménez Peña, guardia civil, héroe de la Guerra de Cuba y director de excavaciones del Castillo, que, a principios del XX, puso todo manga por hombro, con buena voluntad, en busca del tesoro de Pedro I que dicen, cuentan, está enterrado en algún sitio.El actor (Fran de Benito) interviene en tres ocasiones, las suficientes para completar y sacar unas risas tras una, también ligera e interesante, exposición histórica de la guía.El Centeno y la Centena, Maricarmen, su esposa, se han unido este año al elenco de personajes que descubren nuevas miradas del patrimonio burgalés, con el desenfado que permite el teatro. Rutas, animaciones y espectáculos animan el verano capitalino y son un buen gancho para retener al turista. Los grupos burgaleses Ronco y Bambalúa orquestan esta oferta desde hace una década.La primera recupera este año Rodrigo Vs Ruderico, que ya transitó por las calles del centro histórico de la ciudad, y está detrás de la animación teatral del General Centeno. La segunda presenta por segundo año consecutivo ¡Kikiripum!, un montaje teatral con la fortaleza como escenario.Y ahí radica la principal particularidad de esta propuesta.«No es sala ni es calle, es un espacio cerrado pero al exterior y tienes como hándicap una escenografía que puede ir a tu favor o a tu contra, pero no tienes más remedio que usarla», comenta Sito Matía, miembro de Bambalúa, quien identifica la noche como su mejor aliada y la temperatura como el gran condicionante.«La oscuridad nos permite apoyarnos en ese decorado, podemos jugar con la iluminación y los espacios de otra manera, que no sería posible con la luz del día. Es el mayor aliciente porque mucha gente que entra no sabe lo que se va a encontrar», ahonda el actor, que sale a escena junto a Cristina Salces, Álex Britos y Jorge Da Rocha.Las subidas y bajadas en el termómetro les han enseñado que el espectador necesita estímulos constantes para olvidarse de la chaqueta y que el humor y «el intentar sorprender al público en cada esquina», con cambios de registro continuos, son esenciales. Todo sin olvidar el ingrediente estrella: la interactuación con el público, con una ruptura total de la cuarta pared.Esta participación continua también es el as en la manga de Ronco Teatro para el éxito de las rutas, junto al factor sorpresa.«El espectador es lo más importantes que hay y de ahí nuestra necesidad de comunicar con él. Nosotros jugamos mucho y le damos la opción de hacerlo también de modo que al final nos entremezclemos unos con otros y se sientan partícipes de la conquista de Valencia o de la Jura de Santa Gadea, que son las escenas en las que interviene de una manera más intensa», anota Andrés García, integrante de la compañía, y asegura que ellos lo dan todo, «sin trampa ni cartón».«Somos muy honestos teatralmente hablando por lo que conseguimos crear un ambiente muy bueno», añade y reconoce que muchos de los que se cuelan en alguna escena picados por la curiosidad luego suelen hacerse la ruta entera porque palpan esa buena sintonía.Observa el ten con ten establecido entre teatro e historia, que, asegura, es lo que diferencia estas rutas de las que se hacen en otras ciudades. La gente se divierte y aprende.Mientras en el caso de ¡Kikiripum! el público siempre ve a los mismos intérpretes, en el de Rodrigo Vs Ruderico y la animación del General Centeno no es así. Los otros compromisos de Ronco obligan a sus integrantes a ondear la bandera de la versatilidad, lo que, en palabras de García, ayuda para que cada día pueda ser diferente.En el caso de la bajada al pozo, además, se interpretan dos papeles dependiendo de si es un chico o una chica. Aunque tanto el General Centeno como su esposa destilan el mismo gracejo, cada uno tiene su personalidad y eso lo notan los turistas, que acceden encantados a echar una mano en las excavaciones y no ponen reparos en bajar 26 metros bajo tierra y descubrir la espectacular obra de ingeniería que es y las artimañas de defensa que se gastaban en el medievo.Contratos para una crisisEstas propuestas también suponen un contrato en época de crisis. Tanto Matía como García reconocen que así es y que, aunque no es para tirar cohetes, todo suma y sigue.«La propuesta económica es muy justa, cubre los gastos, sueldos y seguridad social, porque el beneficio es para poder seguir trabajando. Lo bueno es que tenemos trabajo más o menos para todo el verano y nos ayuda a estar en activo», expone el componente de Ronco.Y el de Bambalúa hace hincapié en la bondad de esta oferta tanto para la compañía, que se garantiza unos bolos fijos durante un tiempo determinado, como para el Ayuntamiento, que favorece el turismo y también, dice Matía, la cultura.«La verdad es que nos ha costado lucharlo y no te diría que es algo tradicional, porque para llegar a serlo supone muchos más años, pero nueve años desarrollando diferentes espectáculos en un espacio no convencional como es el Castillo te da cierta tranquilidad», confiesa horas antes de enfrentarse una noche más a los cacareos y pasiones de españoles y franceses.

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