El Correo de Burgos

BURGOS / Música

Una canción para Leonor

El Festival Las Huelgas Medieval concluye con el estreno de una composición de José María Sánchez-Verdú dedicada a la reina fundadora que entusiasmó al público en la iglesia del monasterio

Vista general del ambiente del concierto con los músicos separados del público por los sepulcros de Alfonso VIII y Leonor.-Raúl Ochoa

Vista general del ambiente del concierto con los músicos separados del público por los sepulcros de Alfonso VIII y Leonor.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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La luz entra por los ventanales y baila sobre el órgano de la iglesia del Monasterio de Las Huelgas y se esconde. Entra y se esconde, entra... Suenan las primeras voces, ocultas al público. Empieza el viaje. Una aventura a otro tiempo, travesía por un crisol de culturas, misteriosa, contenida pero sin ataduras, sin renunciar al juego, ni a la sensualidad ni a la elegancia. Tampoco a la sorpresa. Notas antiguas que destilan contemporaneidad. Música para una reina. Una canción para Leonor.

El último concierto del Festival Las Huelgas Medieval envolvió a la abadía de una atmósfera mágica. Bastaron las primeras letras para que el público se rindiera a la interpretación conjunta de Ensemble Organum y Schola Antiqua. Ambas formaciones estrenaron Libro de Leonor, la pieza creada por José María Sánchez-Verdú, uno de los compositores más relevantes en la actualidad, por encargo del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) y Patrimonio Nacional en el 800 aniversario de la muerte de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet.

Planteado como si fuera el Libro de Horas de la reina, «de lectura piadosa, de oración continua», el propio autor cuenta que se ha inspirado en la arquitectura, el espacio y la historia para su creación, también en «esa maravilla que es el Códice de Las Huelgas». «Para mí ha sido un viaje en muchos sentidos», confiesa el compositor, para el que esa convivencia entre la música del medievo y la contemporánea «es algo muy natural, nada extraño».

Quizás por eso, el público se deja envolver por esa atmósfera de cánticos en latín sin estridencias, que se cantan a la vista y se ocultan insinuantes, misteriosos, con unos cantantes que dibujan coreografías con sus tenues movimientos. En corro, en la sillería, en las alturas junto al órgano, en el pasillo en respetuosa oración. Esa cuidada puesta en escena invita a embarcarse en esa singladura a ciegas.

Quizás también lo hubiera hecho la propia reina de compartir esas sillas con el público, entre el que se encontraban religiosas de la comunidad, de clausura.

¿Qué hubiera dicho entonces Leonor? «No sé, ella creció y estuvo muy vinculada a la música, la poesía, la cultura en general, la trajo aquí, a Castilla, donde no había tanta. No sé qué hubiera pensado si se llega a levantar de ese sepulcro, pero si lo ha escuchado y la ha transmitido belleza y reflexión, estaría muy contento», expone Sánchez-Verdú junto a ese enterramiento doble con los restos de los fundadores.

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