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El boxeador del III Reich y el sueño del dramaturgo

Contreras Elvira presenta ‘Rukeli’ con una lectura dramatizada, a la espera de que alguien la lleve al escenario

Portada del libro.-

Portada del libro.-

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Hace algo más de un año, Carlos Contreras Elvira (Burgos, 1980) ganaba el Premio Calderón de la Barca, concedido por el Ministerio de Cultura para promocionar la labor de dramaturgos noveles, por Rukeli, la historia del boxeador gitano del mismo nombre que peleó durante el III Reich en Alemania. Ese galardón implicaba la publicación del texto, que ya está aquí. Se presenta el lunes en el Teatro Valle-Inclán de Madrid en una lectura dramatizada dirigida por Raúl Fuertes, que ha contado con la ayuda del autor para limpiar el texto.

Está ilusionado con esta puesta de largo, para el que ya se han agotado las entradas, pero reconoce que su principal proyecto es que la obra llegue a montarse. «Estoy seguro de que funcionaría muy bien», anota el escritor burgalés desde Madrid, donde trabaja como corrector editorial en el departamento de publicaciones de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores.

Hasta que Rukeli sea un personaje de carne y hueso lo es de papel. ¿Qué retrato hace este texto de él? «He querido hacerlo heroico, pero desde la humanidad y la vulnerabilidad del protagonista», comenta y añade que, teniendo siempre en cuenta que en el teatro solo funcionan los caracteres extremos, ha querido resaltar e incluso exagerar aquellos rasgos de su personalidad que lo hicieron único.

¿Por ejemplo? «Su fama de sexsymbol entre las chicas de la Liga de Muchachas Alemanas, su comportamiento altaneramente divertido ante la prensa o su forma de boxear, tan cercana al baile y por la que tanta gente le considera el precursor de Mohamed Ali. A esto se unen los testimonios de la gente que le conoció, lo que nos ayuda a completar su personalidad desde otros ángulos».

Precisamente, el jurado eligió la obra del burgalés «por la ambición al abordar un personaje real desde una construcción caleidoscópica de la historia y por el acierto en la estructuración dramática».

Y en esa estructura ubica el dramaturgo la originalidad de la pieza. Alude a su subtítulo, Documental escénico en siete testimonios y siete escenas. «Se sujeta en esas dos cosas, alternando una serie de testimonios de gente que trató a Rukeli con escenas de lo que pudo ser esa etapa de su vida. De este modo, cada uno de ellos nos da una perspectiva diferente del protagonista, ya que el miembro de las SS lo hace desde un punto de vista político, la novia desde el sentimental o los boxeadores con los que peleó desde el deportivo», sostiene y localiza ahí la singularidad del texto «ya que este género, tan frecuente en el cine o la TV, en teatro no lo es tanto».

Mientras que el sello Contreras Elvira se encontraría en «la imaginería de las acotaciones, la redacción o la forma de rellenar con elementos ficcionales las sombras de una biografía real».

El Calderón de la Barca 2013 ha supuesto un salto en una trayectoria teatral que él sigue nutriendo. Está dando vueltas a una nueva obra, que se sumaría a Rukeli, La comedia que nunca escribió Mihura, Amargura 275 (Premio SGAE), Brut (Buero Vallejo), Verbatim Drama (Marqués de Bradomín) u Orikata (Arte Joven del a Comunidad de Madrid).

La poesía, su otro género, también le ocupa, aunque reconoce que va muy lentamente.

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