El Correo de Burgos

BURGOS / Foro de la Cultura

«El artista se está encariñando con la desolación»

El pintor Antonio López mantiene un ameno y concurrido diálogo con el arquitecto Rafael Moneo y el cardenal Carlos Amigo

Mara Torres moderó la charla entre Carlos Amigo, Antonio López y Rafael Moneo en una abarrotada y entregada Sala Valentín Palencia.-Santi Otero

Mara Torres moderó la charla entre Carlos Amigo, Antonio López y Rafael Moneo en una abarrotada y entregada Sala Valentín Palencia.-Santi Otero

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A.S.R.
Burgos

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A.S.R. BURGOS

Un entusiasta grupo de estudiantes de Arquitectura de la Universidad de Navarra da saltitos de alegría tras hacerse una foto con él ante la curiosa mirada de una señora que parecía no acertar a ver en ese señor de pueblo y de apariencia apocada a ninguna estrella y, sin embargo, es una de las que más brillan en el panorama artístico nacional, un referente para las nuevas generaciones, a las que pertenece el pintor burgalés Igor Torres, que mostraba orgulloso a todos la entrada firmada por su colega manchego, número de teléfono incluido. Estas dos imágenes dan cuenta de la expectación levantada por la presencia de Antonio López en la ciudad y también de la humildad, sencillez y claridad con la que él campa por la vida, rasgos que también definieron sus intervenciones en el diálogo mantenido con el arquitecto Rafael Moneo y el cardenal Carlos Amigo, por obra y gracia del Foro de la Cultura, que ayer cerró tres días de reflexiones y encuentros.

Ante una Sala Valentín Palencia de la Catedral atestada, para lo que mucha gente había hecho cola -otro flashazo de la enorme curiosidad suscitada-, y con la oportuna guía de la periodista Mara Torres, los tres personajes charlaron como si lo hicieran tres amigos, bromas y elogios incluidos.

Se fijaron primero en el título del diálogo y se enzarzaron en la trascendencia o no del arte.

Para Carlos Amigo, el arte siempre trasciende. «Cuando el artista pone la mano sobre una piedra deja de serlo. El arte no es algo que hacemos, sino algo que vive en nosotros», afirmó ante las dudas de Rafa Moneo, quien dijo no estar tan seguro de «esa condición metafísica de todo aquello que hacemos» y marcó las diferencias entre los mismos conceptos en el pasado y en el presente. «El arte hoy es más una reflexión sobre las cosas que lo distancia mucho de lo que ha sido el arte tradicional», anotó el arquitecto.

Se alejó Antonio López y zanjó: «Hablar de arte y trascendencia es una redundancia. La vida ya lo es, la de cualquier persona modesta, y el arte está incorporado a la esencia del ser humano de una manera natural (...). Danza, poesía, literatura, pintura..., no veo que sean más trascendentes que, por ejemplo, la medicina».

La reflexión gustó a sus compañeros de mesa. «¡La trascendencia en todo! Lo que no trasciende está muerto, no comunica, no contagia», añadió Amigo y completó Moneo: «La trascendencia nos lleva a hablar de obra de arte de aquellas que son capaces de hacernos vibrar de una manera especial».

El escenario se coló en la charla y, hablando del significado de los templos en la actualidad, Antonio López arrancó una vez más los elogios del obispo de Sevilla. «¡Cómo me gusta lo que acabas de decir!», espetó eufórico Carlos Amigo. ¿Y qué acababa de decir el pintor de Tomelloso? «¿Cuáles son los templos de ahora? Son el propio hombre y la tierra. El sentimiento religioso está en el hombre aunque los dioses no estén», apuntó y añadió que frente a lo que ocurría en las antiguas civilizaciones, que el hombre ponía sus manualidad, alma, espíritu y sentimientos en su construcción, ahora «estamos aquí con nuestra alma, si la tenemos».

Rafael Moneo apreció igualmente la diferencia de significado de un templo en, por ejemplo, la Edad Media, cuando «era lo más grande que una sociedad podía hacer, lo más valioso», y la actualidad. «La Catedral de Burgos ahora es cualquier cosa menos un espacio sagrado. Se ha convertido en otra cosa», picó el arquitecto, a quien, en primera fila, escuchaba atento el presidente del Cabildo, Juan Álvarez Quevedo, al lado del concejal de Cultura, Fernando Gómez.

Y otra vez zanjó el tema Antonio López, con otra de sus sentencias: «El templo puede desaparecer, pero el arte no. Sigue habiendo pintores, poetas, cineastas... La fuente de la que nace el templo sigue vive».

El pintor observó igualmente que nuestra época está llena de ellos, como nunca, pero también llamó la atención sobre el pesimismo que envuelve todo lo que hacen, como están empeñados en mostrar el «negror del mundo». «El artista se está encariñando con la desolación, que ahora tiene mucho prestigio. Con sinceridad, no puede ser todo tan deleznable. Tiene que haber algo más», ilustró el artista que vio interrumpida su intervención con un espontáneo ¡bravo! al que siguió un sentido aplauso.

Carlos Amigo ahondó en esta función del artista. «Él dice ser libre y lo es para expresar desesperanza, pero también tiene una responsabilidad social», insistió el franciscano de Medina de Rioseco, que presumió y ejerció de hombre de pueblo, como sus contertulios.

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