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Un nuevo misterio para Ferreras y Pérez

Roberto Llorente recupera a los profesores protagonistas de su ópera prima en su segunda novela, ‘Las montañas salvadas’, otro caso a resolver en torno a la muerte de Jesucristo

Roberto Llorente.-José Ramón Ibáñez Lanchares.

Roberto Llorente.-José Ramón Ibáñez Lanchares.

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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A Roberto Llorente aún le dura la sorpresa por el «éxito mayúsculo» de su primera novela, La piscina de Bethesda. Ese inesperado y ese asombro trufan sus palabras casi dos años después, cuando está a punto de presentar su segunda criatura, Las montañas salvadas, que recupera a los protagonistas de su ópera prima, los arqueólogos Ferreras y Pérez, a los que de nuevo sitúa tras la pista de un objeto esencial en la historia del cristianismo, un misterio cuya resolución los embarcará otra vez en un viaje a otra época.

Las montañas salvadas (Editorial Montañas de papel), cuenta su autor, retrocede hasta el año 33 d.C., cuando a una importante persona se la encarga custodiar uno de los objetos que usó Jesús de Nazaret poco antes de su crucifixión. «Esa labor protectora es muy posible que tuviera su continuidad a través de los siglos hasta convertirse, a día de hoy, en uno de los secretos mejor guardados de la Historia. ¿Mito o realidad?», introduce Llorente como clave de la misión que tendrán entre manos los profesores Pérez y Ferreras, que, en esta ocasión, trabajarán para una organización que muchos dan por desaparecida, pero que sigue muy viva y cuyo objetivo es evitar que las sagradas reliquias caigan en las manos equivocadas, que también las persiguen.

La pareja se enredará en una aventura que guiará al lector por distintos escenarios como Sevilla, Viena, Andorra, París, y, por supuesto, Burgos, que vuelve a estar muy presente.

¿Cómo ha sido el paso de escritor debutante a reincidente? La evolución, dice Llorente, se nota y mucho.

«La primera novela la escribí para mi grupo de amigos, nunca pensé que iba a venderla a nivel nacional, eso era un sueño. A los que acudieron a aquella presentación los podía conocer por el nombre y ahora hay tal expectación que estoy desbordado».

Este es el punto de partida, pero detecta otras huellas que le dicen que ha madurado como escritor.

Cree que las primeras cien páginas de esta novela destilan mayor tensión que las primeras de la anterior, «más farragosas», porque, observa, nunca pensó que saldrían de su cajón, mientras que el destino de Las montañas salvadas siempre fue los escaparates de las librerías, que pronto ocupará.

Admite que aunque su pretensión en ambas es que el lector se divierta, en la segunda además busca que reflexione, que después de llegar al fin no se olvide de la historia, sino que piense, que sienta que la lectura ha dejado un poso, una huella que dará sentido al título de la obra, sobre el que guarda silencio. No quiere desvelar nada.

John Grisham, Dan Brown, Arturo Pérez-Reverte, Juan Gómez Jurado o Matilde Asensi descansan en la mesilla de Roberto Llorente y, reconoce, guían su pluma.

Una pluma que cambiará de tercio en su tercera novela, en la que ya está enfrascado. «Estoy disfrutando como un enano». Se apartan Ferreras y Pérez e irrumpe un personaje real nacido en el siglo XV en Briviesca, poco conocido pero con una vida muy rica. Su nombre es, de momento, otro misterio.

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