El Correo de Burgos

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La ciudad como musa

‘Burgos, luz tamizada’ reúne 225 fotografías de Santiago Escribano contadas por los textos de un centenar de escritores de distintas épocas seleccionados por el historiador Santos Rivas

Fotografía incluida en el libro.-Santiago Escribano

Fotografía incluida en el libro.-Santiago Escribano

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Pum, pum, pum... Suena el latido de su corazón en las calvas que cubría el señor Antón bajo los soportales que hoy llevan su nombre; en el chisporroteo de la lluvia junto al Café España; en el colorido baile de las fachadas que se asoman a La Flora; en la cachava del abuelo que echa un pulso al tiempo bajo el Arco del Pilar; en las terrazas vacías que se acuestan temprano para preparar el desayuno a la Catedral; en los fuegos artificiales que se derriten en las ramas del paseo de La Isla...

El fotógrafo Santiago Escribano y el historiador Santos Rivas han atrapado, con la imagen y la palabra, el latido de la ciudad en Burgos, luz tamizada, una publicación con 225 fotografías contadas a través de los textos de 100 literatos de todos los tiempos. Lo presentarán el jueves en la Sala Polisón del Principal acompañados por el concejal de Cultura, Fernando Gómez (20 horas).

Sus autores revelan «una ciudad única y con alma propia» y esperan que estas instantáneas «se conviertan en lugares imprescindibles en tu memoria como paseante para que descubras Burgos de otra manera... y para que vuelvas».

Volver a una ciudad que no es una, sino muchas, a una urbe que el objetivo desnuda para ser vestida con los versos, fragmentos narrativos y reflexiones de viajeros y literatos que la vivieron.

Burgos, luz tamizada, observa Santos Rivas, arranca en Atapuerca, hace un millón de años, y se cierra en el Museo de la Evolución Humana. Pasado, presente y futuro recorridos en siete paseos, siete capítulos, que retratan la urbe.

Atapuerca acapara la Ciudad de antepasados, mientras la fortaleza medieval que dio pie a su nacimiento en el siglo IX es protagonista en Ciudad Castillo.

Llegó la Edad Media y la eclosión del Camino de Santiago atrajo a peregrinos que aún hoy hacen buena la Ciudad caminera. Sus pasos transitan por la Real y Antigua de Gamonal, por la imponente plaza de San Juan y la mágica calle del mismo nombre para sentir el abrazo de la calle Fernán González y la despedida en el Hospital del Rey. Quien fue Patio de Romeros / es ahora Universidad. / Peregrinaje de estudios / que a alguna parte irá (Antonio L. Bouza).

Dos altos en el recorrido merecen la Catedral y el Real Monasterio de las Huelgas.

Atrás deja la espiritualidad de estas piedras la Ciudad comercial. Cuarta estación. La ágoras que mercados acogieron antaño y las que lo hacen hogaño salen al paso. Plaza Mayor, plaza de la Libertad, la Flora... y los soportales donde estuvo la Sombrerería de Antón, la que Virgilio Mazuela recuerda en Los Burgos perdidos.

Se revuelve el objetivo y busca el color verde. Ciudad de ribera. Arlanzón, Pico y Vena juegan con él sin conseguir ganar la partida. Ella los atrapa montaraces a oeste y este (apartado especial para la Cartuja).

Allí cerca se cruzará con otra realidad tan distinta pero igual de necesaria. Ciudad industrial. Las grandes multinacionales, el ferrocarril, el brutal cambio urbanístico contado desde la mirada infantil de Óscar Esquivias (La ciudad de plata)...

Amable es el último paseo por una Ciudad cultural, que culmina en el imponente complejo de la Evolución Humana Después de miles, de millones de años, / mucho después... (José Hierro, Preludio. Cuaderno de Nueva York).

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