El Correo de Burgos

BURGOS / Museo del Libro

'Bibliomagia', fuegos artificiales de pincel y papel

El taller de pintura de Autismo Burgos ocupa descansillos y escaleras hasta el 4 de enero

Laura Esteban, junto a cuatro de las pinturas que visten el Fadrique.-Raúl Ochoa

Laura Esteban, junto a cuatro de las pinturas que visten el Fadrique.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Celia elige el fucsia como atmósfera de una escena plácida, de señores con chaleco rojo que leen. Iván prefiere el verde lima y asciende hasta el sol por una escalera impulsado por una estantería repleta de libros. A Yago le gustan los lectores con pantalones bombachos. Pedro mira de frente al sol. Edorta se deja mecer por una barquita con vela de papel escrito que camina hacia el faro, alumbrado por unas nubes gigantes. Teresa salta a la pista de tenis con balones que parecen melones. Rafa baja la rama del árbol para que suba un gatito. Óscar tira de negro para resaltar su universo de cuentos de circo y carritos de bebés. Gonzalo pinta patas largas a las hojas volanderas y Patricia las cubre con un paraguas.

Una explosión de colores estalla cual fuegos artificiales en las paredes del Fadrique de Basilea por obra y gracia de los alumnos del taller de pintura de Autismo Burgos, autores de la exposición Bibliomagia, 14 cuadros que reflejan una mirada al mundo del libro, que se muestran hasta el 4 de enero y están a la venta (30-80 euros).

«Desde pequeños, su acercamiento a los libros dista mucho del contacto que tiene el resto de los niños. Mientras estos leen con sus padres y estudian en ellos, nuestros chicos lo hacen buscando imágenes que atraigan su atención, buscan detalles, son ávidos lectores de enciclopedias, recopilan información sobre sus temas de interés», cuenta la responsable de este taller, Laura Esteban.

Lo han hecho durante los últimos meses. Con ilusión. «La observación que más nos ha llamado la atención es la de César Carlos, para quien los libros tienen patas largas», apostilla la profesora, para quien esta metáfora se ajusta cual anillo al dedo a las zancadas que han dado los códices e incunables que tienen sus facsímiles en el Fadrique de Basilea, que ese caminar adelante también lo convirtió en el primer centro cultural en colocar un pictograma en su puerta para abrirse a este colectivo.

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