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El cambiante idilio de la ciudad con sus monarcas

La historiadora María José Zaparaín y el coleccionista Carlos Sainz Varona recorren las ‘Visitas reales a Burgos (1808-1931)’ con 275 imágenes, más del 80 % inéditas, y un exhaustivo estudio

María José Zaparaín y Carlos Sainz Varona muestran a su ‘criatura’.-Raúl Ochoa

María José Zaparaín y Carlos Sainz Varona muestran a su ‘criatura’.-Raúl Ochoa

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A.S.R.
Burgos

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Momentos de euforia descontrolada, de grandes alharacas y de tirar la casa por la ventana, pero también instantes de serenidad, alegría contenida y hasta ambiente enrarecido. Como en toda relación, en la de Burgos con sus monarcas ha habido altos y bajos. La historiadora María José Zaparaín y el coleccionista Carlos Sainz Varona rastrean este idilio en el libro Viajes reales a Burgos (1808-1931).

«Este tema se convierte en un escaparate en el que se ve la evolución de las modas o de los medios de comunicación, pero también los cambios más profundos que se producen en la sociedad, cómo se transforman las actitudes y las mentalidades de los implicados, tanto de los monarcas como de los habitantes, de la capital y de la provincia», expone la profesora de la Universidad de Burgos, autora de los textos, que ha buceado en numerosos archivos y hemerotecas para documentar este volumen que se insinúa en las librerías como un regalo muy real para sus majestades de Oriente.

Este cambiante romance se refleja en las 334 páginas y 275 imágenes, el 80% inéditas, la mayoría recopiladas por Sainz Varona durante 24 años, pero también procedentes de otros archivos históricos y colecciones privadas.

El recibimiento a Fernando VII, monarca absolutista, dista mucho de las llegadas de Alfonso XIII, que, con un reinado en la antesala de la República, solía hacerlo conduciendo su propio coche o en tren. Además, los escenarios se transformarán al tiempo que se desarrolla la ciudad.

El volumen rastrea en orden cronológico los viajes de los monarcas y otros miembros de la familia real durante 123 años con una descripción detallista que va más allá de la simple anécdota.

Del reinado de Fernando VII, destaca su llegada en 1828 en una carroza tirada por 24 jóvenes vestidos de blanco y coronados de laurel en la que llega con su esposa, María Josefa Amalia, y la organización de actos en su honor como tres corridas de toros o la iluminación nocturna con «bellos ingenios pirotécnicos» frente al palacio donde se hospedaban.

De la presencia de la reina Isabel II (1833-1868) rescatan las poesías impresas en seda que el Ayuntamiento la dedica.

El viaje más relevante durante la época de Amadeo de Saboya (1870-1873) será el que le trae a poner la primera piedra del Palacio de Justicia en 1872.

Durante los años de Alfonso XII (1874-1885), los recibimientos se refinan y son más del gusto burgués, como se ve desde su primera visita en 1875.

El peso gráfico se lo lleva Alfonso XIII (1886-1931) por el desarrollo de la fotografía. Sobresalen las series del eclipse solar de 1905 que, además de a los monarcas, atrajo a mucha gente de Europa por ser una de las ciudades donde mejor se vio, las de la visita de 1921 para asistir al solemne traslado de los restos del Cid y doña Jimena a la Catedral, o la inauguración de la Barriada Militar en 1930, que pone el punto final real.

Próxima parada: ilustres viajeros

Zaparaín y Sainz Varona, con su último libro aún caliente, ya piensan en el próximo proyecto: Viajeros por Burgos entre los siglos XVI y XIX. El coleccionista calcula que los llevará cinco años o más porque hay dos escollos a salvar: la traducción de los textos del francés, inglés y alemán, lenguas en las que se escriben estos textos, y la búsqueda de imágenes, que en esos siglos eran a base de grabados y dibujos.

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