El Correo de Burgos

BURGOS / Festival Escena Abierta

'Ártica', un cuento de abrigo

Ponten Pie regresa con un espectáculo intimista, romántico y poético que reflexiona sobre la memoria y la muerte

Los artífices de ‘Ártica’ son, de i. a d., Jordi Dorado, Emilie De Lemos, Natalia Méndez y Sergi Ots.-Israel L. Murillo

Los artífices de ‘Ártica’ son, de i. a d., Jordi Dorado, Emilie De Lemos, Natalia Méndez y Sergi Ots.-Israel L. Murillo

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Una casa en medio del escenario del Teatro Principal. Hace frío en el interior. Un abrigo, por favor. ¿Quién lo llevó antes? ¿Cómo fue su vida? ¿Por qué murió? Ártica tiene las respuestas. Ártica es una propuesta del Festival Escena Abierta para este fin de semana (solo quedan entradas para el domingo a las 12, 18 y 19.15 horas). Es un cuento íntimo, romántico y poético. Pero empezó antes...

... Érase una vez cuatro amigos locos por el teatro que crearon su compañía, Ponten Pie, y un peculiar restaurante sobre el escenario, Copacabana. Era una propuesta caótica, estridente, de fácil carcajada. El éxito fue rotundo, más del que nunca soñaron. Proyección internacional, un sinfín de funciones y un puñado de premios. Hasta hicieron una versión para niños, Petit Copacabana. Pero había llegado el momento de dar un paso adelante. Su público exigía el segundo montaje. Miedo. Habían recogido tantos aplausos con su ópera prima que la responsabilidad se cernía como un afilado cuchillo sobre sus cabezas.

«Estábamos muy acojonados», confiesa su director, Sergi Ots. La situación se los iba de las manos. Se habían bloqueado y ni siquiera sabían cuál era la marca de la casa. No querían que fuera solo el humor. Se inclinaban más por propiciar experiencias fuera de lo común. Y se propusieron hacer lo contrario al desenfreno que fue Copacabana. Buscaban una propuesta íntima, en la que el espectador se sintiera un privilegiado, que tuviera una vivencia personal y única. Había nacido Ártica.

Cuenta Sergi Ots que un día, en una conversación distendida, se planteó la manera en la que se podía haber evitado la desaparición de tanto conocimiento tras el fuego de la Biblioteca de Alejandría. Alguien lanzó como solución la congelación de esos volúmenes. Fue la chispa que empezó a construir la casa de madera sobre la que gira este espectáculo. Un hogar donde hace frío y donde se guarda la memoria de la humanidad. «Queríamos hablar del recuerdo y, sobre todo, de la muerte, del ciclo natural de la vida», desvela. Lo hacen sin pronunciar ni una palabra.

El proyecto, dice, es muy romántico y muy poético, frente al ritmo vertiginoso y loco del anterior.

El frío invita a recogerse sobre sí mismo y en Ártica la temperatura baja. Necesitaban abrigos para que el público entrara en calor. Compraron un porrillo. Cuando los vieron sobre la mesa, llovieron las preguntas: quiénes habrían sido sus propietarios, cómo vivieron, se imaginarían que un día un espectador se lo pondría, que viajaría por Europa en una furgoneta en una gira teatral...

«Nos propusimos desvelar estos secretos. Planteamos que la casa es un contenedor donde llegan todos los abrigos viejos del mundo y que los personajes que la habitan tienen la habilidad de sacar un hilo alma, donde queda grabada la última escena del propietario de ese abrigo, su último suspiro de vida, y estos lectores, con una máquina algo estrambótica, las descifran y se las muestra al público a través de las ventanas», resume el director, que lo interpreta junto a las actrices Natalia Méndez y Emilie de Lemos, con un ritmo muy cinematográfico.

El espectador descubrirá de quién era ese abrigo y qué le llevó a ese final de ciclo. A la vez verá cómo se construye un gran abrigo donde se guarda toda la memoria de la humanidad.

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