El Correo de Burgos

BURGOS / Artes escénicas

‘Striptease’ en una patera

La dramaturga burgalesa María Velasco firma su texto más íntimo y autobiográfico en ‘Líbrate de las cosas hermosas que te deseo’, en el que habla de su relación con África y su ciudad natal. Se estrena el 28 de febrero en la Sala Cuarta Pared de Madrid

Babou Cham (i.), Marta Cuenca y Roberto Iglesias dan vida a los tres protagonistas de la obra.-María José Moreno

Babou Cham (i.), Marta Cuenca y Roberto Iglesias dan vida a los tres protagonistas de la obra.-María José Moreno

Publicado por
A.S.R.
Burgos

Creado:

Actualizado:

No es la primera vez que María Velasco pone mucho de ella en un texto teatral. Siempre lo hace. Pero la cosa va más allá en Líbrate de las cosas hermosas que te deseo. «Todas las obras son en parte autobiográficas y en parte ficción. Es casi una perogrullada. Pero esta es deliberadamente íntima, un striptease integral», asegura la dramaturga sobre esta pieza que la compañía La Cantera, bajo la dirección del argentino Jorge Sánchez, estrenará el sábado 28 de febrero en la Sala Cuarta Pared de Madrid, donde estará los jueves, viernes y sábados hasta el 14 de marzo.

La pieza dibuja la relación de María Velasco con África y Burgos estableciendo un triángulo en el que los vértices son su propio álter ego, el de su padre y el de su exnovio senegalés. Eso a bote pronto. Porque nada es tan sencillo cuando se trata de la autora de Günter, un destripador en Viena, La ceremonia de la confusión o Lorca al vacío. Ni siquiera el título.

«Es una cita de Mohamed Chukri, un escritor marroquí verdaderamente apasionante. Se la he robado y decontextualizado», desvela Velasco, quien cree que es la consigna más amorosa que puedes dirigir a una persona. «Una bendición incondicional. En la obra se lo dice un padre a su hija, y el mensaje es: que no te influyan mis expectativas, los proyectos que he hecho para tu futuro. Te he creado para ser libre y así te amo». Amén.

Líbrate de las cosas hermosas que te deseo nació del ciclo Del yo al nosotros, de la Sala Cuarta Pared, cuya filosofía era que lo personal es político y cuyo director, Javier Yagüe, «estaba persuadido de que la mejor manera de acercarse a la Historia reciente de España, a los prolegómenos de la crisis, pasaba por contar nuestra intrahistoria familiar y las pequeñas grandes crisis personales». De eso habla este arriesgado montaje.

Y en él tiene mucho que decir Juan Goytisolo, «cuya literatura autobiográfica ha sido una referencia esencial en este proyecto», y la correspondencia que establece entre el «el marroquí que, huyendo de la miseria, sube hasta Suecia en busca de trabajo y el europeo que, escapando de la creciente enajenación de la sociedad de consumo en la que vive, va a darse un baño de humanidad en el desierto de Marruecos».

La dramaturga defiende ese baño de humanidad fuera de itinerarios turísticos, sin destinos fijados y con un viaje al interior de uno mismo como punto de partida.

«Mis experiencias en el norte de África y con la comunidad subsahariana en Madrid me han ayudado a reconciliarme con mis orígenes, incluso con mis genes. También en la obra se habla de superar ese miedo al otro que es endémico y todos padecemos. En esta época de yihadismo e islamofobia, las dos caras de una misma moneda, hay que mezclarse. Como más he aprendido yo, castellana ‘blanca como una leche’, de política internacional y diplomacia, no ha sido en la universidad, sino saliendo con un senegalés».

¿Cómo se traslada todo esto al escenario? «Viajamos alternativamente a la medina marroquí y al barrio de San Pedro de la Fuente en Burgos o al de Lavapiés en Madrid; la fauna y la flora africanas se confunden con la ibérica, la misma que mi padre, cazador, me ha dado a conocer desde pequeña; de un cine en el centro de Marrakech nos desplazamos a otro en la España franquista...», describe Velasco, quien cree que La Cantera y Jorge Sánchez le han echado mucho valor para llevar a escena este texto. «¡Cualquiera habría dicho que era irrepresentable!», suspira con alegría.

Confiesa que a menos de un mes del estreno está temblando y, a la vez, muy emocionada. «Puede que se desate una obra en paralelo, un verdadero psicodrama», bromea antes de enfrentarse a la pregunta del millón: ¿Vendrá con ella a Burgos? «Insha’Allah», dice y traduce del árabe: «Ojalá».

...Y ‘la gitanilla’ de cervantes se acicala para bailar en las tablas 

Miguel de Cervantes, siempre vivo aunque anden buscando sus restos mortales, es el otro compañero de fatigas de la autora burgalesa. María Velasco firma la adaptación de La gitanilla, la primera de las Novelas ejemplares del manco de Lepanto, que la Sociedad Cervantina representará en el Centro Cultural Moncloa-Aravaca este jueves. La actriz Celia Freijeiro protagonizará la historia de esta gitana que canta y baila sin saber que lleva sangre noble en las venas. ¿Cuáles son las claves para convertir una novela en una obra de teatro? «Hay que descubrir los filones teatrales ocultos en el material», responde Velasco y añade que en este caso son atractivos los personajes y el conflicto acerca de lo racial, más allá del idilio amoroso. «El original no solo ofrece diálogos directamente traspasables a la escena, sino la sugerencia de cante y el baile», ahonda.

¿La principal dificultad? «La narrativa acoge extensiones indefinidas de tiempo con numerosos sucesos y una obra de teatro convencional dura 75 o 90 minutos, por lo que hay que despreciar algunas peripecias para que el resultado no sea un culebrón, donde se pasa por demasiados estadios sin profundizar en ninguno. Es necesario convertir el tiempo en paisaje».

No es sospechosa María Velasco de ser poco valiente sobre las tablas. Su padre en un momento de Líbrate... le dice «y tú, tú tienes que andar. Descasta el mundo, desanda el planeta con tus excursiones, deléctate con todos los licores típicos, no dejes un centímetro por conocer, coge todos los trenes, súbete a todos los aviones» y ella, hija obediente, no se achanta ni teniendo al mismísimo Miguel de Cervantes enfrente.

«A veces, ser fiel a un material por el que han pasado quinientos años exige traicionarlo. No es demagogia. Hay que quitarle la mortaja o el polvo a Cervantes para descubrir aquello que hace universales sus obras y que le convierte en un clásico», espeta la autora, convencida de que «el respeto o la responsabilidad excesivos conducen al adaptador a hacer un ejercicio de museografía, algo distinto al teatro».

Para ella, que confiesa que descubrió El Quijote tarde -«en edad escolar su lectura era deber; a posteriori, placer. Es sorprendente que los cánones de la narrativa a menudo sean más empecinados hoy que antaño»-, una vez estudiada la fuente meticulosamente, «uno puede fusionar lo barroco con el caló y el flamenco contemporáneo, incluso cambiar el desenlace, manteniendo la esencia del original». Y de ahí, a taconear en las tablas.

tracking