El Correo de Burgos

BURGOS / Exposición

El mundo era 'con fusión'

Eduardo Abajo viste las paredes del Arco de Santa María con imágenes que lo asaltan en la calle y se regodean en las múltiples historias que dibujan los reflejos, las ventanas abiertas...

Eduardo Abajo, con una de las fotografías que se muestran en el Arco de Santa María hasta el 8 de marzo.-Raúl Ochoa

Eduardo Abajo, con una de las fotografías que se muestran en el Arco de Santa María hasta el 8 de marzo.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Eduardo Abajo despliega su particular álbum de fotografías, pero en el suyo no aparece el típico niño repeinado haciendo la comunión ni la última juerga vivida antes de la boda del mejor amigo, en sus páginas saltan historias sencillas encontradas en la calle, narradas en los planos superpuestos que brindan los reflejos de sus escaparates o las cristaleras de sus imponentes edificios, asomadas a las ventanas y puertas abiertas de ciudades recorridas con la cámara al hombro y el disparador siempre presto. Estas instantáneas componen Fusión.con, la exposición que ocupa el Arco de Santa María hasta el 8 de marzo.

«Es un planteamiento personal en el que trato de contar historias sencillas a través de la fotografía», resume el también profesor de Imagen y Sonido en el Instituto Diego Marín Aguilera.

En unas juega con las atmósferas, con la puesta en escena, pero en otras roba un instante de la vida de la gente con la que se cruza. Son mayoría, sin embargo, aquellas en las que una sola fotografía encierra varias historias superpuestas gracias al juego de planos que construyen los reflejos en un espejo o una ventana abierta. Entonces, Abajo invita al espectador a dejar volar la imaginación e inventar el relato de lo sucedido dentro y fuera, en el plano principal y en los secundarios, a los protagonistas y a los demás personajes, incluido al fotógrafo, al que nunca se ve, pero cuya presencia es persistente y ocupa una posición privilegiada que en la muestra cede al espectador.

Gusta igualmente de someterlas a tratamiento y se recrea en texturas, colores, planos... Entonces la torre Eiffel se cuela en plazas imposibles y el MoMA de Nueva York, el Orsay de París y el Museo Egipcio de Berlín comparten espacio.

El álbum particular de Eduardo Abajo viaja por distintas ciudades, unas anónimas, otras perfectamente reconocibles como Burgos. Bailan las agujas de la Catedral, auténtico imán para el autor, pero también las ya familiares aristas del Museo de la Evolución, del CAB y del bulevar, con una reflexión sobre el pasado, presente y futuro.

Ninguna de estas imágenes, apostilla su autor, es buscada. Todas son encontradas. «Me gusta salir a la calle y atrapar la vida. Ni siquiera buscaba hacer una exposición», confiesa Abajo, que, en este punto, llama la atención sobre el título. «Juego con las palabras confusión, que es lo que me pasa a mí, que cuando empecé con el proyecto no sabía dónde quería llegar, y también con fusión, un término tan de moda, que parece que si no se añade a todo no eres moderno», amplía y confiesa que solo ansía un desmadre de sensaciones.

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