El Correo de Burgos

BURGOS / Exposición

Isidro Gil, testigo de su tiempo

El Diego Porcelos saca al Consulado del Mar el legado del profesor, fotógrafo e ilustrador fallecido en 1917 con el objetivo de llamar la atención sobre su vida personal y profesional y propiciar el estudio en profundidad de este fondo

'Hojas de mi álbum' estará en el Consulado hasta el 12 de abril.-Santi Otero

'Hojas de mi álbum' estará en el Consulado hasta el 12 de abril.-Santi Otero

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Impecablemente vestido, con un traje negro, el chaleco cruzado por la cadena del reloj de bolsillo, y una cuidada perilla encanecida, el señor del bastón mira de soslayo la algarabía de los niños esa mañana de sábado en El Espolón y sonríe en la entrada del Consulado. Hojas de mi álbum, bisbisean sus labios leyendo el cartel que invita a entrar a la céntrica sala satisfecho de la alusión a aquel artículo que escribió en la revista Arte español en 1916, un año antes de morir.Se maravilla de la cantidad de gente que mira con detenimiento aquellas viejas fotos y se sorprende al ver a algunas con pequeños artilugios retratándolas a su vez. No se parecen en nada a su cámara fotográfica, a la que pronto ve tras una vitrina, junto a su manual y las cajas donde guardaba sus placas de vidrio. ¡Reconoce esa caligrafía diminuta con la que apuntaba el contenido de cada una!Mira con orgullo como ocupan ahora una sala de la Academia de Dibujo, de la misma en la que dio clases tras ganar una plaza en 1875 como le refresca un documento allí expuesto. No se puede creer que también esté su expediente como alumno del mismo instituto en el que luego estuvo diez años dando clases, el libro en el que figura como catedrático interino o el proyecto fallido para la bóveda del palacio de la Diputación junto a Evaristo Barrio.Admirado de que alguien haya guardado sus cosas gira sobre sus talones y se detiene en las fotografías que visten las paredes. Algunas suyas, otras de sus colegas. Recuerda la mañana soleada en la que salió en comitiva en la procesión del Curpillos como miembro del Ayuntamiento que era, el instante que retuvo la complicidad de su mujer y su hija María Eleuteria en el salón de su hogar o aquella en la que pilló por sorpresa a la sirvienta asomada a la ventana de su casa de Huerto del Rey...Viaja a la tarde en la que llamó su atención aquel mozo, uno más en esa galería de tipos callejeros que tanto le atraían, apostado junto al cartel que anunciaba la corrida de Frascuelo y El Lagartija y a los muchos veranos en la ría de Bilbao. Echa de menos aquellas visitas a la provincia, a sus monasterios y monumentos, que le permitieron conocer sus nobles piedras y el precario estado de conservación de muchas de ellas, del que tomó buena cuenta en sus apuntes como miembro de la Comisión Nacional de Monumentos, y a las que también robó su belleza en los posteriores dibujos que hacía a partir de esas fotografías. Muchas estaban en aquella estancia, al igual que algunas de sus ilustraciones y pinturas. ¿Se imaginaba entonces que le recordarían como un gran ilustrador?Chocaban ellos, llegados de la ciudad, con sus impolutos trajes, sus sombreros y sus bastones, con los lugareños, pastores que guiaban sus rebaños de ovejas o labriegos que sembraban sus tierras.Se dibujan en su memoria las tardes pasadas en compañía del presidente de esa Comisión, José Martínez Ribes, el historiador Anselmo Salvá, su gran amigo y colega Juan Antonio Cortés...Pasea feliz por su ciudad. ¡Tan cambiada (ella y sus gentes)! El animado mercado de San Lucas, la vieja calle de San Lesmes, el puente de San Pablo limpio de las figuras que ahora enmarcan su pretil, el coso de los Vadillos, la castañera de la plaza Vega, la Casa de los Sarmientos en Barrio Gimeno, el afilador que atraía la mirada de las mujeres y los niños, el autobús que iba de Burgos a Villarcayo y viceversa...Ese señor de porte distinguido, de profunda mirada y pelo cano es Isidro Gil Gavilondo, nacido en Azcoitia en 1842, fallecido en Burgos en 1917, hijo del médico arandino Bonifacio Gil Rojas y la guipuzcoana de Vergara Josefa Gavilondo Alberdi y su vida personal y profesional queda al descubierto en el Consulado hasta el 12 de abril.

La autoría, misterio por resolver

El comisario de la exposición, José Matesanz, que se quita méritos para atribuírselos a los profesores del Diego Porcelos que, durante el último siglo, han custodiado, digitalizado y colgado en internet este legado, espera que esta muestra sirva para remover conciencias y propicie un estudio en profundidad de estos fondos donados por la familia del profesor, pintor y fotógrafo en 1917 tras su muerte, con 430 negativos de vidrio y 200 en positivo de otros fotógrafos coetáneos como Alfonso Vadillo o Juan Antonio Cortés. Precisamente, uno de los misterios a investigar es discernir la autoría de las imágenes locales de finales del XIX y primeros del XX que corren por los archivos. «Algunas están en discusión. Varias expuestas aquí, si vas al catálogo de Juan Antonio Cortés se las atribuyen a él, pero no está claro porque eran muy amigos, trabajaban uno para otro...», anota Matesanz, que considera fundamental emprender esta misión aun sabiendo que quien lo haga tiene una ardua tarea por delante. El guante está lanzado. ¿Lo cogerá alguien?

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