BURGOS / Artes escénicas
Bossa nova en el trapecio
Innovarte Creaciones Artísticas estrena ‘Circo marítimo’ el domingo en Cultural Cordón con el humor por bandera y el objetivo de descubrir a los niños que la música va más allá de ‘Cantajuego’
Circo marítimo surca mares de risas, cabalga carcajadas de colores y realiza equilibrios sobre grandes y pequeñas olas. Circo marítimo se pirra por la danza de las teclas del piano, se enamora de la dulce voz de la cantante y baila con zapatones en el pentagrama. Circo marítimo es un alocado cabaret que da la bienvenida a niños y grandes, que tira besos con humor y abraza con música en directo. Circo marítimo es la apuesta con la que Innovarte Creaciones Artísticas, empresa cultural puesta en marcha hace tres años por José Luis Manso, busca su consolidación en el mundo de las artes escénicas tras su primera obra, Martín, el violín.
El gran día ha llegado. El espectáculo, que cuenta con una ayuda del programa CREA de la Fundación Caja de Burgos, se estrena el domingo en Cultural Cordón (12.30 horas, 6 euros).
Tres alocados personajes, un pianista llamado Señor Pulpo (Erik Niemietz), una sirena de dulce voz (María Sedano) y un polifacético Pez Payaso (Javier Ariza), surcan los mares en busca de los ritmos musicales más diversos. Su periplo no estará exento de obstáculos y dificultades que ellos sortearán con el humor como principal aliado. Ahí está una de las claves de esta propuesta, en opinión de su director.
«Era uno de los ingredientes esenciales que queríamos echar en este espectáculo. Queríamos que tanto adultos como niños se rieran y creo que hemos conseguido números cómicos muy redondos», dice Manso e insiste en que una de sus premisas en su larga trayectoria, que comenzó en Bambalúa Teatro, ha sido alejarse de ñoñerías y propuestas infantiloides.
La segunda clave de Circo marítimo es la presencia de la música en directo. «Hemos hecho un esfuerzo grande por dotar de acción dramática las intervenciones de Erik y María, que aportan calidad y calidez al espectáculo».
Su contribución va más allá. La sucesión de canciones que trufan el montaje pretende hacer ver a los niños que hay vida más allá de Cantajuego.
Bajo esta carpa se baila a ritmo de jazz, blues, rock&roll, bossa nova... «Queremos abrir los oídos de los niños, que conozcan otros estilos, que si sus padres no tienen la sensibilidad suficiente es difícil que descubran y con el gancho del humor y el circo podemos conseguirlo», confía Manso, quien desea que deje de ser un caso aislado el de la niña de ocho años que en uno de los pases se les acercó para decirles que conocía el título de La chica de Ipanema cuando sonó en escena.