El Correo de Burgos

BURGOS / Exposición

Pueblos con el alma manuscrita

Miguel Ángel Velasco ahonda en la soledad, el abandono y la belleza del paisaje castellano

Miguel Ángel Velasco, junto a uno de los ‘collage’ que reflexionan sobre el presente y el futuro.-Raúl Ochoa

Miguel Ángel Velasco, junto a uno de los ‘collage’ que reflexionan sobre el presente y el futuro.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

Creado:

Actualizado:

Los adobes de esa vieja casa de Orbaneja no son de paja y barro, corren por ellos letras de escriba medieval, cuentan la propia historia de esa casa, de la tierra castellana, un relato de soledad, belleza y abandono, de pasado, presente y futuro, de inspiración, de vida y muerte. Estas emociones palpitan en la pintura de Miguel Ángel Velasco, que se asoma al Arco de Santa María hasta el 5 de julio.

Castilla. Paisajes escritos se adentra en el alma de esta tierra hasta el fondo, sin miedo a dejarla desnuda, sin temor a ahondar en sus llagas, con una mirada realista y a la vez idílica, una Castilla que se refleja en el espejo y también una Castilla soñada. Lo hace a través de una línea figurativa con collage que ya avanzó en su anterior exposición en esta misma sala hace tres años y también con un camino abierto a la pintura más conceptual y simbólica en la que juega con la pincelada expresionista, impresionista y hasta surrealista.

... al lado del camino, las piedras soñaban con viejas historias, entre cardos con aire de grandeza, ilusiones eternas teñidas de azul, como el cielo de Castilla...

Miguel Ángel Velasco acompaña sus pinturas con estos versos que dejan entrever los sentimientos con los que se enfrenta al paisaje. Entre la decepción y la esperanza, la historia y el progreso... Castilla eterna, siempre Castilla.

El pintor se pasea con pincel y pluma por una Castilla más que reconocible. Su Orbaneja natal, una solitaria calle de Castroceniza transitada únicamente por un gato, un majano rodeado de hierbajos y una tierra de secano en Modúbar, una desplomada casa de adobe que deja ver sus vigas derrotadas en Villamorón, un roble enhiesto en Carcedo, las aguas viajeras del río Mataviejas...

Hace ya tiempo que Miguel Ángel Velasco (Orbaneja del Castillo, 1942) dejó de acudir a esos campos castellanos con sus bártulos a cuestas para atrapar esa esencia. Ahora apenas recoge pequeños apuntes a acuarela para recrearse después en el estudio tras una profunda reflexión.

Aunque todas tienen ese trasfondo de «pintura de ideas», esta se acentúa más si cabe en los cuadros que cuelgan en el piso superior del Arco de Santa María.

Se diluye el paisaje castellano, aunque su presencia perdura, para irrumpir en los conceptos y en los pensamientos sin abandonar el collage con papeles que ya no son manuscritos, de caligrafía antigua, sino periódicos de hoy, tipografías del siglo XXI.

«Aquí quiero representar a la sociedad actual, mucho más alienada. Puede ser cualquier ciudad aunque Burgos sea perfectamente reconocible», anota el autor mientras recorre esta parte superior en la que aparecen bodegones, surgen ciudades futuristas en la que los rascacielos amenazan con acapararlo todo, se recrea en aspectos cotidianos como una simple terraza en una reconocible calle Fernán González con la Catedral al fondo...

«La pintura siempre, siempre es la expresión de un sentimiento y a quien se sitúa delante de ella le tiene que emocionar», sentencia Velasco, que con sus versos y sus pinceladas pretende detener el imparable paso del tiempo en Castilla.

tracking