El Correo de Burgos

BURGOS / Exposición en el MEH

En un callejón sin salida

Los periodistas Gervasio Sánchez y Mónica Bernabé derriban los tópicos sobre el drama de la mujer en Afganistán, que sufre una violencia «estructural y endémica y que afecta a toda la sociedad»

Gervasio Sánchez y Mónica Bernabé, delante de un mosaico de mujeres futbolistas y boxeadoras, que tampoco están libres de la opresión.-Raúl Ochoa

Gervasio Sánchez y Mónica Bernabé, delante de un mosaico de mujeres futbolistas y boxeadoras, que tampoco están libres de la opresión.-Raúl Ochoa

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A.S.R.
Burgos

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La historia de las mujeres en Afganistán es una historia de violencia más allá del burka, de padecimiento, a veces desde la cuna, de humillaciones, de falta de libertad, de dolor físico, de desesperación y de desesperanza. Es el retrato de una vida inmóvil, sin visos de cambio, con contados resquicios para levantar la voz. Y es una historia con rostro y con nombre propio que los periodistas Gervasio Sánchez y Mónica Bernabé han recogido durante más de seis años en el terreno y que ahora cuentan en Afganistán. Mujeres, una exposición que permanecerá en el Museo de la Evolución Humana hasta el 13 de septiembre (entrada libre) y a la que sus autores realizan hoy cuatro visitas guiadas (10.30, 12, 16.30 y 18.30 horas).

La historia de las mujeres en Afganistán es la de Jamila, una joven de 17 años, que falleció meses después de su matrimonio al no superar las quemaduras tras un intento de suicidio al que ella siempre llamó accidente. Es la historia de Rozimah, una adolescente de 16 años, condenada a dos años en un correccional tras tener relaciones fuera del matrimonio y quedarse embarazada. Es la historia de Shinkai Karokhail, una de las diputadas -en Afganistán hay una cuota del 27% de mujeres en el Parlamento- que más ha luchado por los derechos de las mujeres, que se separó en el año 2006 y a la que su marido arrebató a sus tres hijos con el amparo de las leyes. Es la historia de Azita Rafaat, otra diputada del país, que viste a su cuarta hija de niño salvo cuando va a la escuela porque su marido quería un hijo varón que le cuidara en su vejez. Es la historia de Zar Bibi, a la que una mina antipersona arrancó las dos piernas...

«Buscamos romper con los tópicos que existen sobre la situación de la mujer en Afganistán. Queremos mostrar que el burka no es el problema y que la violencia contra las mujeres existe con independencia de que estén los talibán en el poder, ya que es estructural y endémica y afecta a toda la sociedad», explica Mónica Bernabé, que desde el año 2007 es la única corresponsal permanente en el país, al que llegó en 2000.

La periodista denuncia igualmente la pasividad de la comunidad internacional, que siempre ha considerado esta violencia como un tema privado. «Ha mirado para otro lado justificando que era algo cultural cuando esta violencia afecta a todas las capas sociales, da lo mismo que sea una mujer analfabeta y viva en una zona rural o que sea diputada en el Parlamento», comenta y, con pesimismo, lamenta que «se haya perdido una oportunidad de oro» de condicionar esa ayuda a Afganistán, que aún la sigue necesitando y recibiendo, a mejorar la situación de sus mujeres.

La estampa que dibuja Afganistán. Mujeres es desoladora y los pocos pasos que se intentan dar para cambiarla en vez de avanzar son hacia atrás. Tanto la constitución aprobada en 2005 tras la caída del régimen talibán que recogía la igualdad de derechos de hombres y mujeres como la de la primera ley que marcaba como delito la violencia contra las mujeres en el ámbito familiar en 2009 son papel mojado. La impunidad reina en territorio afgano. Y para las mujeres es un callejón sin salida. Aunque algunas la encuentren como Shakila Ibrahim Khil, que cuando cayó el régimen talibán cumplió su sueño de ir a la universidad, estudiar periodismo y trabajar en la tele con más audiencia para «dar a conocer el sufrimiento de las mujeres afganas».

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