El Correo de Burgos

BURGOS / Catedral

El claustro alto alcanza el paraíso

La limpieza de la panda este culmina la obra pendiente más importante del templo tras cinco años de trabajo y 2,2 millones de euros de presupuesto

Miembros del Cabildo y de las entidades mecenas observan el espectacular cambio de la puerta de la capilla de Santa Catalina con la recuperación de sus policromías.-Raúl Ochoa

Miembros del Cabildo y de las entidades mecenas observan el espectacular cambio de la puerta de la capilla de Santa Catalina con la recuperación de sus policromías.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Galería a galería, batalla tras batalla contra el polvo y la suciedad y con un golpe de gracia asestado al paso del tiempo, el claustro alto de la Catedral de Burgos ha alcanzado el paraíso. La inauguración ayer de la restauración de la panda este culmina la última gran obra pendiente del templo Patrimonio de la Humanidad en la que se han invertido cinco años de trabajo y un presupuesto de 2,2 millones de euros, 1,15 financiados por la obra social conjunta de la Fundación Caja de Burgos y La Caixa y el resto por la primera cuando era una entidad financiera local, que fue la primera en comprometerse con este ambicioso proyecto.

Era un día importante y el presidente del Cabildo, Juan Álvarez Quevedo, insistió en ello. Alineó la relevancia de esta rehabilitación en las llevadas a cabo antaño en el cimborrio y la nave central y la de la capilla de los Condestables.

«Es una fecha muy grande en la que todos nos sentimos muy orgullosos. El claustro alto es una obra simbólica en la que todos estamos muy implicados, es un lugar de paso, de reflexión, de contemplación y de sepultura para todas las personas que están aquí enterradas. Es un camino de todos», expresó Álvarez Quevedo sobre este espacio, del que dicen es el mejor ejemplo de gótico radiante español del siglo XIII, construido bajo la dirección del maestro Enrique desde 1265 hasta su muerte, en el año 1277, y concluido por el cantero Juan Pérez, fallecido en 1296.

Los trabajos realizados ahora permiten admirar el claustro como lo hicieron los fieles de aquellos primeros años antes de que el paso del tiempo tendiera un manto negro sobre estas sagradas y coloridas piedras, ocultas bajo él hasta ahora.

Este rescate se ha producido con una serie de actuaciones en la misma línea de las llevadas a cabo en las tres restantes y que el arquitecto José Manuel Álvarez expuso ayer una vez más.

Se han eliminado las capas de polvo, cosido piezas fracturadas, recompuesto volúmenes, repuesto elementos perdidos por el paso de los años para completar la simbología «que en muchos casos era el origen de estas portadas», recuperado las policromías de aquel colorido gótico...

La diferencia entre el antes y el después ha sido más o menos espectacular en función de la riqueza escultórica y arquitectónica de cada crujía. Y de una y otra anda sobrada la este. La explosión de color en las portadas del Corpus Christi -con una imagen de oración de la Virgen y San Juan ante Cristo enseñando sus llagas y hojas de vid y racimos de uva- y de Santa Catalina -con una escena del descendimiento y un marco de escudos de Castilla y de León en la jamba- atraían las miradas ayer como imanes.

Goza este ala de tres sepulcros, uno de ellos con la firma de Diego de Siloé, y de varias esculturas, entre las que llaman la atención Santiago Apóstol y la de Abraham sacrificando a su hijo, sin desmerecer las pequeñas y curiosas figuras que se esconden aquí y allá, desde un músico negro a dos fieros centauros.

Entre los primeros ojos que se quedaron maravillados por estas obras se encontraban los del arzobispo, Francisco Gil Hellín, y los de los mecenas. El presidente de la Fundación Caja de Burgos, José María Leal, y el delegado territorial de La Caixa, José Manuel Bilbao, dejaron constancia de su orgullo y satisfacción por haber contribuido a arrojar luz a este espacio abierto ya completamente al público.Vigarny y dos capillas, en el limboLa llegada del claustro alto al paraíso de las obras culminadas es un paso de gigante en el camino de la restauración total de la Catedral. Pero aún no se puede cantar victoria. Tres actuaciones importantes están aún en el limbo, las capillas de Santa Catalina y Corpus Christi y los relieves del trasaltar, y unas más cerca de abandonarlo que otras.

El presidente del Cabildo, Juan Álvarez Quevedo, calcula que queda un año y medio para llegar a ese punto de esplendor total si se tiene en cuenta solo la rehabilitación de las capillas. Si se incluye la obra de Felipe de Vigarny se alarga puesto que no se tiene la solución definitiva para frenar su deterioro.

Con todo, Álvarez Quevedo anunció ayer que la Junta ha encargado ya el proyecto de recuperación de estos relieves, sometidos en los últimos años a estudios para ver cuáles son las causas de su progresiva erosión y que no acaban de definirse.

De esta incertidumbre está libre Santa Catalina. Ella conoce sus males y ya tiene quien se los cure. Existe un presupuesto de 420.000 euros para su limpieza y la Fundación AXA ya ha comprometido 150.000 euros, el resto lo aportará el Cabildo, que espera empezar a trabajar en este espacio este mismo año.

Mientras, la capilla del Corpus Christi busca quien la quiera. Su renovación era una realidad hasta que la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León se derrumbó y con ella los proyectos pendientes de ejecución. El presidente del Cabildo señala que existe un documento sobre ella de 260.000 euros y que andan en conversaciones con la Fundación Santa María la Real, que absorbió a aquella.

Al margen de obras de restauración, el suelo radiante es otro de los temas que mantiene en el candelero al Cabildo tras la sentencia en contra del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, que daba la razón a la Junta en sus continuas negativas a levantar el pavimento. Álvarez Quevedo prefería no empañar la fiesta de ayer con estos temas.

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