El Ballet Bacional de Rusia recuerda a Plisétskaya

Elena y Serguei Radchenko hablan del tiempo para matar la espera como todo hijo de vecino. No esperaban encontrar en España temperaturas tan bajas como en Moscú. Quién dijo miedo. Ellos no. Ellos demostraron su valentía hace veinte años cuando en plena Unión Soviética se liaron la manta a la cabeza y crearon la primera compañía de danza privada del país: el Ballet Nacional de Rusia. La misma que el pasado 15 de octubre emprendió una gira que los llevará a 45 ciudades de España y Portugal. Burgos está incluida en ese periplo y es de las pocas en las que la formación, integrada por 45 artistas, los mismos que entran en un autobús para facilitar los traslados, hará dos paradas: el 5 de noviembre y el 28 de diciembre.

Su primer espectáculo, la Gran Gala Tchaikovsky, está dedicada a la bailarina Maya Plisétskaya, fallecida el pasado mes de mayo. A su memoria entrega Serguei Radchenko esta propuesta. Y es que él fue compañero durante 25 años de «la mejor bailarina del siglo XX». Ayer recordaba los muchos momentos vividos a su lado, entre otros, el que los trajo a España hace veinte años. El concejal de Cultura, Fernando Gómez, aseguraba que esa caravana pasó por Burgos. Si así fue el bailarín ruso no lo recordaba. «Era joven y no me daba cuenta de dónde estaba. Solo bailaba y bailaba», rememoró y confesó estar enamorado de este país desde su infancia, desde antes incluso de visitarlo en una de esas giras del Teatro Bolshoi, que movía a más de 200 bailarines.

Su compañía es más modesta. No podía ser de otra manera. Y en ella se aúna la tradición del Bolshoi, más pasional, y la del Ballet Mariinski de San Petersburgo, guardián de la esencia del ballet clásico del siglo XIX, en el que se formó Elena Radchenko, la otra cara visible de esta empresa, que ahora está representando este espectáculo en el Teatro Fernán Gómez de Madrid.

Tras su paso este mes de noviembre, el Ballet Nacional de Rusia regresará el lunes 28 de diciembre, en plena programación navideña, con otro clásico como es El cascanueces, también de Tchaikovsky.