El Correo de Burgos

Los Machado, del Espolón al mundo

La Fernán González y la Fundación Cajacírculo cuelgan en sus web 581 cartas y 1.150 páginas de manuscritos como ‘Campos de Castilla’ o ‘Juan de Mairena’. El próximo reto: la digitalización del fondo fotográfico y críticas de teatro

La digitalización del Fondo Machadiano permite, por ejemplo, de arriba a abajo, leer cartas de los escritores Concha Espina y Pío Baroja, el pintor Julio Romero de Torres, un poema enviado por Leopoldo Panero y una página del manuscrito de ‘Campos de Cast-

La digitalización del Fondo Machadiano permite, por ejemplo, de arriba a abajo, leer cartas de los escritores Concha Espina y Pío Baroja, el pintor Julio Romero de Torres, un poema enviado por Leopoldo Panero y una página del manuscrito de ‘Campos de Cast-

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Manuscritos tan seductores como los de Campos de Castilla, Juan de Mairena o La tierra de Alvargonzález de Antonio Machado o el epistolario del poeta y de su hermano Manuel y otros miembros de la familia, que alcanza las 581 cartas, se pueden consultar desde ya con solo mover un dedo. Desde Honolulu a Moscú pasando por Cantalejo, Zaragoza o Zurich. La catalogación, digitalización y puesta en red con acceso libre del Fondo Machadiano custodiado por la Institución Fernán González ya es una realidad.

Basta con sentarse frente al ordenador y entrar en las páginas web de esta academia (www.fernangonzalez.org) o de la Fundación Cajacírculo (www.fundacioncajacirculo.es), que ha financiado el trabajo, para encontrarse con los versos En la tierra de Soria árida y fría; por las colinas y las sierras calvas... con la letra de Antonio Machado o las cartas enviadas por los poetas Jorge Guillén, Leopoldo Panero o Gerardo Diego, de los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Jacinto Benavente, del pintor Julio Romero de Torres, el periodista Mariano de Cavia, el historiador Ramón Menéndez Pidal o la actriz argentina Lola Membrives.

«Las cartas están agrupadas en ocho apartados: las que recibe el abuelo, un señor sevillano; el padre, catedrático de Antropología de la Universidad de Madrid; Antonio Machado Ruiz, el poeta; Manuel; misivas dirigidas a ambos, sobre todo con motivo de la obra La Lola se va a los puertos, que escribieron en común y motivó una correspondencia amplia; las que llegan a Eulalia de Cáceres; las que escribe esta; y borradores de algunas de Manuel Machado», explica el director de la Fernán González, José Manuel López Gómez, e insiste en el importante valor de este tipo de documentos, más íntimos, para conocer mas cerca a los hermanos Machado.

En cada entrada aparece la fecha, un resumen de su contenido, sus datos técnicos, el texto transcrito -una labor ya realizada en el año 2007 por Pilar Alonso y Sonia Serna- y el facsímil. De acoplar la transcripción y la reproducción se ha encargado Pedro Sánchez, empleado de Cajacírculo.

A pesar de este paso de gigante en la universalización del Fondo Machadiano, todavía queda tarea pendiente y el próximo objetivo será la catalogación y digitalización del fondo fotográfico, con la mayoría de los protagonistas sin identificar, y la colección de críticas teatrales publicadas por Manuel Machado durante 25 años en la prensa de la época.

Este proyecto se mantendrá en la sala de espera. El que ya está en la mesa de operaciones de la Fundación Cajacírculo es la digitalización de la colección de revistas que atesora la Fernán González tras setenta años de intercambio con todas las instituciones culturales locales españolas y algunas europeas.Historia de un legado

La Institución Fernán González custodia un importante legado perteneciente a la familia Machado, que comprende originales de los libros de Antonio, el epistolario, obras pictóricas, objetos personales como medallas o condecoraciones o el conocido busto que Emiliano Barral hizo del vate sevillano.

Esta colección llegó a las manos de la academia como una donación de Eulalia de Cáceres, la viuda de Manuel Machado tras el fallecimiento de este en 1947. El matrimonio visitaba todos los años a la hermana de ella, Carmen, religiosa en las Esclavas, por su onomástica, el 16 de julio. No rompieron su costumbre en 1936 y el alzamiento militar los pilló a orillas del Arlanzón y los impidió regresar a Madrid, donde el mayor de los Machado era director de la Hemeroteca Municipal. La Guerra Civil los obligó a quedarse en Burgos, donde le buscaron un puesto en el Archivo de Hacienda. En el 39 volvieron a su casa madrileña y a la de Antonio Machado. Ambas habían sido saqueadas. Recuperaron todo lo que pudieron, lo catalogaron y custodiaron hasta la muerte de Manuel.

El matrimonio no tenía hijos y Eulalia, antes de ingresar en el Cottolengo del Padre Alegre de Barcelona, donó una parte de estos fondos a la Fernán González y otra a Bonifacio Zamora, que había sido secretario de su marido durante su estancia burgalesa, y que se la cedió en 1976 a la entidad de la que era académico numerario. No lo hizo antes debido a que creía que durante el régimen franquista era poco seguro hacer públicos estos documentos, aunque se valió de ellos en las clases de literatura que daba en el Seminario.

La colección creció el año pasado con la entrega de las pertenencias de Eulalia de Cáceres tras su fallecimiento. Diez documentos entre los que se encontraban fotografías o dos poesías escritas por Manuel.

Este legado convierte a la Fernán González en el depositario machadiano más importante.

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