El Correo de Burgos

Exposición

El último requiebro de un seductor

‘Ignacio del Río o la oscura claridad del arte’ descubre a un pintor nuevo, que abrazó el surrealismo, la abstracción, la crítica social... En el Fórum Evolución hasta el 29 de mayo

Estas cuatro marinas son un ejemplo revelador de la evolución del pintor.-Raúl Ochoa

Estas cuatro marinas son un ejemplo revelador de la evolución del pintor.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Ignacio del Río, infatigable seductor, incansable pintor de ilusiones, eterno vividor, agota una última baza y como si fuera un alquimista que ha dado con la fórmula de la eterna juventud consigue que el público, el que ha seguido sus pasos los últimos veinte años en el Arco de Santa María, se enamore de él con el regocijo de la primera vez. Ignacio del Río o la oscura claridad del arte, la antológica que recuerda al fallecido artista en el Fórum Evolución, consigue ese efecto, el de sentir que detrás de las cuarenta obras que la componen se esconde un pintor nuevo.Su primogénito, que comparte nombre con él, comisario de esta muestra, abierta hasta el 29 de mayo, resopla y confiesa que la selección ha sido una tarea ardua. Han tenido que brujulear entre las más de 600 obras que dejó el pintor, que amontonaba en su estudio del paseo del Espolón, como si fuera la hormiguita de la fábula que nunca fue.«Esta exposición es importante porque estamos mostrando algo sumamente especial de lo que salió de la creatividad de vuestro, nuestro Ignacio del Río. Es una selección de obras que tenía en casa y que, una de dos, o no había vendido por lo que él decía de que aquí no se entendía parte de su pintura o es obra que él amaba y deseaba que perdurase», elucubra Ignacio del Río hijo al tiempo que alude a los quebraderos de cabeza sufridos «para que en este compendio se enseñara algo realmente significativo de Ignacio del Río».Y realmente sí parece conseguido el objetivo. El personaje deja paso al pintor. El universo creativo de Ignacio del Río acapara el protagonismo en esta exposición. Un mundo con sus abigarradas corridas de toros, sus explosivas peleas de gallos, sus cálidas marinas y sus inquietantes retratos, pero sin concesiones a lo fácil, con un viaje al origen, a los primeros escarceos con estas temáticas y a lo que se escapa de su propio patrón. Pero también y sobre todo con una alfombra roja extendida a la experimentación. Abstracción, surrealismo, crítica social.Ignacio del Río o la oscura claridad del arte arranca con tres autorretratos que ahondan en esa sensación de estar ante un pintor nuevo. Del casi adolescente aplicado, con corbata y paleta en mano, ávido de aprender que se dibujaba en 1956 al genio que ya era en el año 2000, con un punto de tormento en su mirada pasando por el adalid de la libertad, por el rebelde que se pinta amordazado para protestar contra la censura en 1975.Y esta trinidad es la que se explaya en las cuarenta obras articuladas en once secciones -Obra clave, Abstracción, Erótica, Retrato, Marinas, Bodegón, Paisajes, Crítica social, Gente, Tauromaquia y Surrealismo- que plasman la evolución del artista en cada una de ellas y que dejan claro la libertad que, como dice el profesor René Jesús Payo en el catálogo, «definió el temperamento vital y artístico de Ignacio del Río desde su juventud».Sorprende un atormentado crucificado del año 2003, un atrevido cementerio de París de 1957, una tenebrosa vista de Cuba de 1994, una escena de la Guardia Civil llevándose preso a un pobre desgraciado de 1986, unos cómicos retratados en Palma de Mallorca en 1958, unas carnales y sexuales escenas de los años noventa, una terrosa marina de la Bretaña francesa de 1960, un paisaje parisino de 1955 de temblorosos trazos infantiles, un pastel surrealista de 1970...«El público va a descubrir a un Ignacio que no conocía, pero que siempre ha estado presente. Nuestra labor ha sido intentar mostrar lo que él no prefería. Aquí hay más valentía, Ignacio no está y podemos hacer lo que nos dé la gana y aquí hay una muestra muy especial de su arte», advierte sin no cierta guasa su hijo, quien, preguntado por el proceso de constitución de la fundación con el nombre del pintor, afirma que el proyecto sigue adelante, que están empeñados en que la obra de Ignacio del Río tenga una exposición permanente en Burgos, pero que el hecho de que ningún hermano viva en la ciudad alarga los plazos.La idea persiste. Y el alcalde, Javier Lacalle, mostró su buena disposición a seguir recordando la obra de este genial pintor que en esta exposición, que se completa con dos vídeos, una proyección de fotografías y una biografía, se presenta como nunca, pero también como siempre. Como el último bohemio, el hombre con un cigarro en la mano, el pintor de los campos de Castilla y el embrujado por la abstracción, el creador absorbido en su estudio, el amante de la primavera, el pícaro con sombrero alado y pañuelo al cuello, un punto exótico en el Caribe...

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