El Correo de Burgos

Entrevista

Jesús Carrasco: «Mi vínculo con la tierra siempre estará presente»

Su carrera literaria empezó hace tres años desde lo más alto. Su ópera prima, ‘Intemperie’, arrancó piropos de la crítica, mil y un galardones, más de 150.000 ejemplares vendidos en España, Holanda e Italia... Su segunda novela, ‘La tierra que pisamos’, se acaba de lanzar y ya ha logrado el Premio de Literatura de la UE

Jesús Carrasco.-Raquel Torres

El escritor Jesús Carrasco. RAQUEL TORRES

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A.S.R.
Burgos

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Si Jesús Carrasco consiguió convertir en banda sonora de su ópera prima, 'Intemperie', el sonido de los aplausos de la crítica y el público, con la segunda, 'La tierra que pisamos' (Seix Barral), la fiesta continúa. El escritor pacense es uno de los doce autores distinguidos con el Premio de Literatura de la Unión Europea 2016, un galardón que reconoce a los mejores autores emergentes del viejo continente. Con esta nueva medalla en el equipaje, va de pueblo en pueblo con una novela que vuelve a estar enraizada en la tierra.

La tierra que pisamos gira en torno a un pequeño pueblo de Extremadura donde viven un idílico retiro los mandos militares que a comienzos del siglo XX conquistaron esas tierras y construyeron el mayor imperio conocido en Europa. Allí, Eva Holman, la esposa de un coronel minado por la enfermedad que ya no es ni la sombra del hombre terrible que fue, se encuentra con Leva, un resiliente que no solo ocupará su jardín.

Jesús Carrasco vuelve a incluir a Burgos en su gira de promoción y tres años después de su visita como escritor novel regresa invitado por la librería Luz y Vida. La cita será en el salón de actos del Museo de la Evolución el jueves a las 20.15 horas.

Pregunta- Esta segunda novela llega con un pan debajo del brazo. ¿Qué significa el Premio de Literatura de la Unión Europea?

Respuesta- Al margen del reconocimiento que todo premio supone, lo más interesante es que incluye una ayuda a la traducción del libro a las lenguas de la Unión Europea, con lo que facilita la difusión en muchos países que hasta ahora no conocían mi trabajo y esto sí me hace particular ilusión.

P.- ¿Este eco se traduce en mayor responsabilidad?

R.- Cada nuevo lector que se acerca a tu trabajo incrementa la responsabilidad, pero yo no la asumo en el sentido clásico, como un peso, más bien al contrario, la siento con gratitud e ilusión. Intento no pensar en quién está al otro lado cuando escribo porque me paralizaría.

P.- ¿Y en quién o qué piensa cuando escribe?

R.- En escribir. La tarea de escribir me absorbe casi absolutamente. No me queda tiempo ni espacio ni energía para pensar en otras cosas, aunque no sería cierto que no pienso absolutamente nada en los lectores porque, entre otras cosas, escribo para ser leído. De todas formas, intentar satisfacer las supuestas expectativas de los otros es como intentar coger agua con un cesto. Es imposible. Prefiero quedarme al margen y seguir mi propio instinto.

P.- ¿Espanta este galardón todos los miedos ante esta segunda novela, que, dicen, es la verdadera prueba de fuego para un autor?

R.- Efectivamente, hay un miedo particular a la segunda novela, especialmente cuando la primera ha tenido mucha repercusión como Intemperie. Ahora el lector tiene un rasero y sin duda este premio ayuda a espantar ese miedo y a decir ‘bueno, pues tan mal no lo he hecho’.

P.- Esta historia huele a tierra, otra vez. ¿Qué tiene que le embruja tanto?

R.- Es una pregunta compleja para cuya respuesta he tenido que escribir una novela y ni siquiera he conseguido contestar. Para mí es algo misterioso. Tiene mucho que ver con mis orígenes, con mi infancia, con mi juventud. He nacido en Olivenza y he vivido en otro pueblo, Torrijos (Toledo), hasta que tenía veinte años, y esa relación con la naturaleza, con el campo, tan cercana, durante ese periodo crucial en la formación de una persona, me hace tener ese vínculo presente todo el tiempo, nunca lo he olvidado ni lo voy a hacer. Forma parte de mí. Pero también con un interés por el cuidado del Medio Ambiente, que es algo que me obsesiona casi desde que tengo uso de razón.

P.- ¿Es una llamada de atención?

R.- El libro sí tiene una lectura en esa clave y parte de la trama está montada sobre la degradación del paisaje, especialmente en lo que tiene que ver con la vida de Leva, la degradación del personaje va acompañada de la que sufre el paisaje. Para mí ese juego era importante ya no solo narrativamente sino también simbólicamente. No podemos construirnos como especie al margen o a la espalda o contra la tierra que nos sostiene y alimenta.

P.- ¿Por qué ha elegido una voz femenina como narradora?

R.- Había, por un lado, una reacción a 'Intemperie', una novela profundamente masculina, y la necesidad de buscar otra voz, pero también una cuestión práctica. Necesitaba un personaje en el centro de los extremos, que fuera mediador, conciliador, que representara seguramente mi voz en cuanto que es el personaje más ambiguo e indeciso. Me parecía que para conectar los dos mundos una mujer era un perfil mucho más apropiado que un hombre, especialmente en un contexto belicoso como el que se narra.

P.- Como ocurría en 'Intemperie', los personajes que corren por estas páginas están pintados con una gama de grises, nadie es bueno ni malo del todo...

R.- Intento huir del maniqueísmo. La vida nunca está formada por seres que son esencialmente buenos o malos, de generar estos arquetipos se encarga la literatura o el cine, pero la vida no es así, todos tenemos algo de bueno, algo de malo y a mí me motiva escribir sobre la vida, no una mera representación idealizada de ella, me interesa una encarnadura en lo que sentimos y somos. Por eso hay ese trabajo de ambigüedad en algunos personajes y de situarlos a todos en un contexto más bien escurridizo como imagen de lo que es la vida, que nunca está planificada, siempre da una vuelta al final y te cambia todos los planes.

P.- ¿Dónde encontró estos personajes?

R.- Supongo que buscándolos en mí. El primer chispazo de esta historia es poder reflexionar en torno a la relación del hombre con la tierra, del lugar en el que ha nacido. El primer personaje que aparece es Leva, el hombre que vuelve al huerto, y, a través de una especie de experimento literario, que es ver qué pasa si a un ser humano le despojo de todo lo que le sustenta y le dejo con esa única relación con la tierra, si podría salir hacia adelante, ser autosuficiente para reiniciar una vida... Al tiempo que le despojo monto ese contexto político ficticio y necesito personajes que me faciliten esa idea: el cónsul, el coronel que formó parte de esa invasión, la mujer...

P.- A diferencia del libro anterior, aquí aparecen nombres propios, tanto en los personajes como en los lugares. ¿A qué obedece?

R.- Si quiero hablar de la relación de un hombre con la tierra tengo que enraizarlo y necesitaba que ese espacio fuera emocionalmente fuerte para mí y me fui a la tierra donde nací, Extremadura, y al lugar donde están enterrados todos mis antepasados.

P.- 'La tierra que pisamos' es una lección de resiliencia, esa capacidad para salir adelante a pesar de las adversidades, una palabra de moda...

R.- De repente hemos buscado nombre a algo que el ser humano ha venido practicando toda su historia. Yo cuando pienso en resiliencia no me voy a los contextos más extremos, como Primo Levi, sino que me quedo en algo más doméstico, en nuestras madres, en como han vivido encerradas en casa, sacando adelante la sociedad sin decir nada, en ese aguantar a veces el infierno doméstico. Y es un atributo que le viene bien al ser humano, la capacidad de salir adelante contra viento y marea.

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