El Correo de Burgos

Artes escénicas

Futuros dibujados entre cajas

Siete alumnos de la Escuela Municipal de Teatro cuentan cómo les ha cambiado la vida pasar por estas aulas y expresan en voz alta sus aspiraciones mientras apuran los últimos ensayos del clásico de Shakespeare ‘El sueño de una noche de verano’, a representar hoy y mañana en el Principal

Gabriel Pérez, Jairo Aliende, Daniel Jaén, Águeda Becerril, Rubén Quintanilla, María Plantalamor y Laura Mesa, de i. a d., durante el ensayo.-Israel L. Murillo

Gabriel Pérez, Jairo Aliende, Daniel Jaén, Águeda Becerril, Rubén Quintanilla, María Plantalamor y Laura Mesa, de i. a d., durante el ensayo.-Israel L. Murillo

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Hermia intenta que su padre entre en razón. No quiere a Demetrio. Se muere por Lisandro. El clásico de Shakespeare El sueño de una noche de verano vuela de nuevo en el Principal (hoy y mañana, 20.30 horas, 8 euros). La vigésimo séptima promoción de la Escuela Municipal de Teatro se lanza con un clásico, con una obra mil y una veces llevada a las tablas, antes de colocarse el birrete. De amor se habla sobre el escenario y también fuera de él. Del flechazo por el teatro que los siete alumnos que se licencian sintieron un día. Algunos han quedado atrapados sin remedio y su futuro solo tiene ojos para él. Otros, sabedores de las dificultades de abrirse camino en un mundo con cada vez más competencia, se aferran a un plan A. Mientras que los hay que creen en la bigamia.El telón sube. Gabriel Pérez, Jairo Aliende, Daniel Jaén, Águeda Becerril, Rubén Quintanilla, Laura Mesa y María Plantalamor se sientan sobre el escenario. Sobre el que dibujan su futuro y recuerdan el idilio que viven con este arte.Casi todos lo descubrieron de niños. En el colegio. Luego algunos siguieron sus pasos hasta la sección infantil de la Escuela Municipal de Teatro. Y aquí se quedaron.Esta senda transitaron Rubén y María. Amigos desde su más tierna infancia en el colegio Blanca de Castilla, «las jesuitinas», apostilla ella.«¿Por qué me apunté a teatro? De pequeño era muy tímido y una vía para abrirme al exterior era esta y, efectivamente, me solté», introduce Rubén con una seriedad y una pose que parece que estuviera interpretando. Pero no. Sus palabras, que continúan, suenan sinceras. «Estoy haciendo lo que más me gusta. El teatro te permite por unos minutos dejar de ser quien eres y ser quien quieres».

Aunque está cursando el doble grado de Derecho y Administración de Empresas, cuando tenga en el bolsillo este plan B se entregará al sueño de la escena sin mirar a los lados.No esperará tanto María. A pesar de que su vida y la de Rubén van a la par, incluso fueron novios de niños, los motivos de esta para inscribirse en teatro están en el otro extremo. «Yo, sinceramente, me apunté porque me apuntaba a todo de pequeña», observa esta joven que de tímida, poco.Ella y Laura realizarán en una semana las pruebas de acceso de la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias, en Gijón.Un deseo que en Laura empezó a crecer en el Sánchez Albornoz. Siguió en San Agustín y, cuando, pasada la etapa infantil, llegó la hora de la verdad sopesó los pros y los contras. Las clases la robaban muchas horas. Al final fue más fuerte la pasión por las tablas. Tanto que ahora lo deja todo por ellas. «Creo que es algo que sé hacer, que se me da bien», dice con humildad.Gabriel, que tiene ahora 18 años, se inició con tres en un grupo aficionado con su familia y poco después ya engrosaba el pelotón infantil de la Escuela de Teatro. Y curso tras curso ha continuado. ¿Por qué? «Subirte al escenario te da confianza...», responde antes de quedarse sin palabras y sin ver claro qué derrotero seguirá su relación con las tablas. Sabe que quiere realizar estudios universitarios y quién sabe si se enganchará a algún grupo aficionado...El guion de la historia de Águeda Becerril cambia. Ella, de Padilla de Arriba, también dio sus pinitos en el colegio. Entre las típicas funciones escolares y las representaciones que preparaban para la gente del pueblo. No había más alternativa. Cuando llegó a Burgos a estudiar el Bachillerato de Artes y supo de la existencia de la Escuela de Teatro se volvió loca. «Me apunté y fue genial el primer año, el segundo, mejor y este pues muchísimo mejor», expresa enérgica.El próximo curso se va a Granada a estudiar Psicología y buscará donde alimentar esta pasión. «Me parece muy importante el papel que juega en la educación y me gustaría ser profesora en una escuela libre y aplicarlo en la docencia por lo que ni pienso abandonar el teatro», expone sin dar pie a ninguna duda.También Jairo Aliende, que está estudiando Pedagogía, ve en el teatro una herramienta educativa y tiene al británico Ken Robinson como referencia. Sueña alto. Y le gustaría crear su propia compañía. Aquí o en Italia, donde quiere ir con una beca Erasmus, o en Madrid, su segunda alternativa. «Por intentarlo que no quede», señala y añade además su deseo de lanzarse pronto a escribir algo propio.De esta órbita se escapa Daniel Jaén. Él ya se afeitaba cuando escuchó sus cantos de sirena. Calcula que incluso ya habría alcanzado la mayoría de edad. Empezó con D’Sastre, montada con unos amigos, y de ahí pasó a La Roulotte. Sus compañeras, con las que sigue, le convencieron para que estudiara teatro. Y se apuntó. Ahora, con 25 años, se arrepiente de no haberlo hecho antes.El próximo año cogerá su hatillo e irá a probar suerte a Madrid. A buscar su futuro entre cajas o en el mundo de la fotografía y los audiovisuales. «Tal y como están las cosas, sé que soy muy optimista», advierte consciente de que allí hay más oportunidades, «pero también más competencia».El buen rollo del septeto se vislumbra pronto y se intensifica según avanza la conversación. «Ya somos como una segunda familia. Son muchas horas», dice María. «No somos los mismos que entramos el primer día por la puerta. Hemos crecido mucho», reflexiona Rubén. «Nos queremos con la misma intensidad que nos odiamos», sentencia Laura. Y todos se echan a reír. A los minutos se levantan, se ajustan las máscaras y vuelven a ser Lisandro, y Demetrio, y Teseo, y Hermia...

«Todavía nos queda para estar al nivel de antes de los recortes»

El escenario es lugar para los sueños, pero también para las banderas. Y la que ondea Águeda Becerril no es blanca. «Si ves el presupuesto para escenografía, lo que nos ha tocado mendigar, sin ayudas, mirando los céntimos. En Burgos parece que son más importantes los toros o un bulevar que la cultura», suelta envalentonada. Ahí mete baza Alberto Fernández, el profesor que lleva las riendas del estreno: «Lo importante es que no tenemos aún profesor de voz, que, aunque se ha acordado aumentar el presupuesto -el Pleno municipal así lo aprobó-, todavía no es suficiente para recuperar el nivel de la Escuela antes de la crisis. Se hizo un recorte tan bestial de golpe que todavía estamos lejos».

El director del centro, Jesús Sanz, es optimista y confía en la palabra de los grupos políticos. «Es un pequeño gran impulso», resume y agradece al Ayuntamiento «esta nueva situación», aunque recuerda que «aún no hay firmado nada». Conviene con Fernández en que «aún queda un largo camino para recuperar ese nivel», pero reconoce que la confianza en su propio trabajo los llevará a hacer cumbre.

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