¡Cómo está el servicio!

Venían con sus alegres faldas, sus chanclas veraniegas y sus bermudas de cuadros de Barcelona, Valencia, Pamplona, Logroño y hasta del mismo Burgos prestos a descubrir lo que escondía Castilfalé. No se esperaban que detrás de los aldabonazos dados por Fátima, la guía del tinglado, se encontrara un pintoresco mayordomo más cercano a la época de los últimos dueños de la morada que a un conserje de dependencia municipal, condición actual del histórico inmueble.Con su frac, su chistera, su pajarita blanca y sus botines bicolor se ganó al respetable desde el minuto uno. Ni una protesta cuando les hizo pasar por la prueba del algodón o les invitó a bailar una suerte de conga con limpios propósitos antes de adentrarse en el noble edificio.Allí todos pasaron por el aro. Desde los dos niños que tan bien se portaron que inadvertidos completaron el recorrido hasta la entrañable pareja mayor que, siempre cogida de la mano, la gozó durante la hora de la visita.Mientras el mayordomo avisa a los señores condes de la numerosa concurrencia -unas 25 personas se citaron allí-, la guía repasa los distintos dueños que el casoplón tuvo desde su construcción en el siglo XVI en la antaño llamada calle de la Tenebregosa, hace pasar a sus invitados al patio, los cuenta como pasó de palacio a vivienda de inquilinos, el privilegio del servicio de contar con agua en casa y no tener que ir a la fuente a por ella...La interrupción del mayordomo de palacio trae malas noticias. A nadie importa. Ya que están allí...

Se topan con sus joyas arquitectónicas como el artesonado del rellano que va del primer al segundo piso, el mejor conservado del siglo XVI a excepción del que guarda el Palacio de Avellaneda de Peñaranda de Duero. Se encuentran con mobiliario cargado de historia como la silla donde dicen se sentaba Franco en el Palacio de la Isla. Se nutren de anécdotas como la de aquella visitante que con asombro vio que la misma fotografía en blanco y negro que lucía en la mesa del salón de los Castilfalé lo hacía en el suyo...Pero su mayor sorpresa llega con el comportamiento a ratos servicial, a ratos atípico del empleado de aquella casa y su eficaz manejo de las nuevas tecnologías con las que, como si fuera un truco de magia, propicia un viaje en el tiempo. Recupera la voz de los últimos señores, García Muñoz Jalón y Asunción Vinuesa Bessón, retratados por el denominado pintor de Castilla, Marceliano Santa María, y otros personajes de los primeros años del siglo XX. A su forma de vida se acercan con sabor a aceituna y tal alegría que hasta cantan la Burgalesa, burgalesa, manojito de claveles...Este plato combinado de lección de historia, viaje en el tiempo, función teatral y nuevas tecnologías se volverá a servir los días 3, 4, 5, 11, 12, 18 y 19 de agosto y 21, 22, 23, 28, 29 y 30 de septiembre a las 12.30 horas (3 euros, venta en el Citur) dentro del programa de visitas turísticas del Ayuntamiento.La compañía burgalesa Arawake Theater se alía con las guías para animar este recorrido apto para foráneos y autóctonos. Una hora en palacio que se pasa volando.

Un recorrido de leyenda

El programa estival de visitas incorpora novedades como la que propone un recorrido nocturno por «la historia menos conocida de la ciudad, leyendas de personajes, callejones y lugares misteriosos que albergan la esencia de una urbe llena de secretos». Se realiza los viernes y sábados de agosto (22.30 horas) y los días 2, 3, 9, 10 y 30 de septiembre (22 horas). A este paseo con la luna se suma otro con el sol que «descubre a pie los rincones más pintorescos alrededor de la ciudad». Este se orquesta todos los días de agosto y los sábados y domingos de septiembre a las 18.15 horas. La entrada diurna cuesta 5 euros y la nocturna, 8 euros. Esta oferta se completa con las animaciones teatrales en el Castillo con Centeno y esposa, el espectáculo Burgati, también en la fortaleza, y la ruta Rodrigo Vs Ruderico. Todas viejas conocidas.