El Correo de Burgos

Exposición en el Arco de Santa María

El misterio de la belleza

Milagros Casado da cuenta de su oficio en la pintura con una colección de sugerentes veladuras de paisajes burgaleses y un conjunto de retratos y desnudos de estudio realizados con grafito

Milagros Casado lleva toda la vida frente al caballete y su obra llega por primera vez al Arco de Santa María (hasta el 30 de octubre).-Raúl Ochoa

Milagros Casado lleva toda la vida frente al caballete y su obra llega por primera vez al Arco de Santa María (hasta el 30 de octubre).-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Milagros Casado espera sentada junto a una de las ventanas del Arco de Santa María. Disfruta de la algarabía de los escolares que visitan la antigua puerta de la ciudad. Contrasta ese runrún con la tranquilidad y el silencio que destilan las pinturas de la artista burgalesa que ocupan la noble sala hasta el 30 de octubre.Crecen exuberantes las rosas, crujen las hojas caídas en el camino, discurren aguas dulces, sacan pecho unos elegantes y estilizados árboles, se cuelan los tejados y las agujas catedralicias en rosados atardeceres... Y con esa misma serenidad, Milagros Casado confiesa que ella solo busca la belleza.La encuentra en los paisajes, en la naturaleza improvisada del campo y en los jardines mimados por sabias manos en la ciudad. Saltan a la tela y a la tabla en óleos muy trabajados, con delicadas y certeras pinceladas, con una técnica de veladuras al modo de la pintura flamenca, una manera de enfrentarse al lienzo en peligro de extinción. Pintura de oficio que requiere detener el reloj, armarse de paciencia y pasar muchas horas frente al caballete paleta en mano.«Yo solo quiero ver belleza y representarla», insiste mientras recorre las pinturas obnubilada sopesando su éxito. Las orillas del río Arlanzón, bosques otoñales a la vera del Camino de Santiago, las aguas del Cardeña o la ermita de San Saturio en Soria. «Son paisajes mágicos», se recrea.

Ese empeño por dejar al descubierto el misterio de la belleza continúa en el piso superior. Cambio de tercio. Retratos de colegas y viejos compañeros de pupitre y desnudos de mujer realizados en el estudio con modelos al natural con grafito y goma de borrar abundan en esa constante búsqueda.

Los disfraces de la lealtad es la primera exposición de la pintora en el Arco de Santa María, a pesar de una vasta carrera que comenzó copiando las hadas, princesas o ángeles que aparecían en los libros que su madre la traía cuando iba a comprar a la plaza.Algo de aquella niña, que luego fue alumna de la Academia Provincial y estudió Bellas Artes en Valencia, se adivina en las muñecas que aparecen en un conjunto de óleos. «Son amables, bonitas, te hacen sentir bien y las puedes poner la expresión que quieras. Y no son objetos ñoños, son mágicos», advierte la autora que juega con ellas en bodegones y en una línea de cuadros que se escapan del realismo omnipresente en la colección para acercarse a la fantasía.

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