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Alegría de vivir

Jaime Alejandre celebra el amor en su último poemario, ‘... Y más allá de mi vida’, y defiende la felicidad como un hecho de la voluntad en su nueva novela, ‘El cumpleaños’, que dibuja la relación de un abuelo con su nieta. Se presentan mañana en el Museo del Libro

Jaime Alejandre.-

Jaime Alejandre.-

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Jaime Alejandre es un escritor todoterreno. Poesía, novela, teatro, literatura infantil. Desconoce qué manivela se acciona para que el folio en blanco se llene de verso o prosa, de un guion o un cuento para niños. Él, afirma, entiende la literatura como una cuestión integral y es así desde que sacó su primer libro en 1979. Esta personalidad caleidoscópica se hace carne en su ciudad natal. Vuelve a esas calles, ese clima y ese paisaje que, dice, le acorazan de serenidad, con sus dos últimas publicaciones. Un poemario, ...Y más allá de mi vida, y una novela, El cumpleaños. Ambas, asegura, «con la misma buena onda».La celebración del amor sin medias tintas centra la primera, mientras que la segunda defiende la felicidad como un hecho de la voluntad y reivindica la importancia de la transmisión del patrimonio cultural de las familias.Sobre las dos se centrará el coloquio que mantendrá con los lectores mañana (20 horas) en el Museo del Libro, de la mano de la librería Espolón y con la intervención del poeta Ricardo Ruiz.El cumpleaños relata la relación de un abuelo con su nieta. Él, cada año, el día de su cumpleaños, le cuenta una historia con dos lecturas, una evidente y otra no tanto. «Con el paso del tiempo, la niña va descubriendo que el mensaje no es otro que el de que podemos ser felices y cambiar nuestra vida en cualquier momento, aunque se mantengan las mismas circunstancias. Se puede ser feliz ocurra lo que ocurra», observa Alejandre al tiempo que subraya la importancia del perdón para el renacimiento de uno mismo.Esta novela se regodea igualmente en la importancia de saber de las raíces de uno. El autor se mira en el espejo y lamenta conocer tan poco de su propia historia y haber conseguido esos retales a base de tirar de la lengua a su madre.«Parece que los abuelos ahora solo sirven para ir a buscar a los niños al colegio. Nada más. Se está perdiendo la transmisión del patrimonio cultural de las familias, de tu propia historia, y de los valores y principios que deben pasar de una generación a otra», ahonda el escritor que en esta narración defiende la felicidad como objetivo fundamental de la vida. «Es lo que debería importarnos, que cuando vayamos a palmarla podamos decir he sido feliz, aunque me haya autoengañado a mí mismo en algunas cosas, que es muy lícito y muy inteligente, hasta las cosas horribles que nos pasan podemos verlas de otra manera», sentencia.Amor, amor, amor

Ningún ejercicio de adaptación deberá hacer el creador burgalés para hablar de la otra publicación. Las gafas de color rosa con las que ve el mundo en El cumpleaños se mantienen en ...Y más allá de mi vida. El nuevo poemario de Jaime Alejandre es un canto al amor. Sin canciones desesperadas. «Y esto sí que es raro en los tiempos que corren. Porque ahora se dice que fulanito o fulanita ha publicado un poemario de amor, lo lees y es todo lo contrario: desamor, desengaño, pena, muerte del amado... Este es un libro atípico porque es de amor, de verdad, todo buen rollo, es el amor salvífico y sanador».Es un amor que salva y sana, pero sin ñoñería ni concesiones a lo cursi. Se hace eco de la actualidad, se vale del lenguaje que está en la calle, exprime el día a día de la sociedad del siglo XXI...Escribe Mi tristeza está en el paro, / despedida por ti sin finiquito. / Has suspendido también pagos / a mi melancolía y sus tóxicos activos. / Le has hecho un ere a mi fingida / pena y mi falsa mala suerte.O Gracias a ti soy la versión / mejorada de mí mismo. / Nada nuevo hay en el modelo / que no hubiera ya en las anteriores / presentaciones para el público, / pero has cambiado tú el aspecto / y muchas líneas de feliz programación.«En ningún sitio hablo de labios de coral ni del nácar de tus dientes, eso ya se dijo», anota el vate que advierte que esta mirada luminosa no es opuesta sino complementaria a la de su anterior poemario, Lo que queda, un libro sobre la muerte fruto de un complicado diagnóstico recibido. «Eran poemas tristes, pero no derrotados, los de una persona que intenta aunar el mínimo heroísmo que puede reunir para levantarse cada día y seguir haciendo las cosas que debe hacer pase lo que pase, aunque tenga consciencia de su propio acabamiento».Llega Jaime Alejandre (Burgos, 1963) para convertir en baile la tarde de viernes al son de estas dos nuevas criaturas, la mejor excusa para la celebración y el reencuentro con amigos y familiares que aún mantiene en estas tierras donde nació, pasó su más tierna infancia y vivió entre 1984 y 1986 y con las que siempre ha mantenido relación, aunque haya sido en la distancia.

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