Ontañón sale de las tinieblas

Han pasado dos años justos desde que el director del Instituto de la Lengua, Gonzalo Santonja, y el profesor Ignacio Fernández de Mata se comprometieran a dar a conocer al gran público la figura de Eduardo de Ontañón. Se presentaba entonces la primera edición de Cuartel general. Algunas promesas a veces se cumplen. Y ambos bendijeron ayer De la sombra a la luz. Eduardo de Ontañón (1904-1949), un retrato del periodista, escritor, editor y agitador cultural burgalés a partir de fotografías, cartas, manuscritos, libros, ejemplares de revistas y periódicos en los que trabajó y otros efectos personales, que permanecerán en la sala de exposiciones del Teatro Principal hasta el 11 de diciembre.«Hablamos de un personaje que tiene una vida, unos esfuerzos, ilusiones y compromisos que, de alguna forma, son la historia de España del siglo XX durante su primera mitad», observa Fernández de Mata, comisario de la muestra.El recorrido arranca en sus años en Burgos, donde ya atiende a las vanguardias y siembra sus compromisos sociales. La creación de la tertulia El Ciprés, las colaboraciones con otros artistas como Antonio José, sus primeras colaboraciones en revistas y periódicos... «Es un oxigenador. Está introduciendo todos los vientos de modernidad en una ciudad que tenía todas las condiciones para ser una isla de tradicionalismo», detalla.Se detiene después en su llegada a Madrid a las puertas del estallido de la Guerra Civil y su exilio en México desde 1939, donde intenta recuperar las ilusiones de su juventud burgalesa, antes de su vuelta a Madrid en 1948, un año antes de su muerte.Esta colección se enriqueció ayer con la donación de un retrato de Ontañón realizado en 1934 por Modesto Ciruelos que su nieto Jesús Ausín, director de la Fundación del pintor, descubrió en la biblioteca de su abuelo.La muestra es un boceto de la que será la biografía de Eduardo de Ontañón, que prepara Fernández de Mata, sin fecha aún de publicación.Ese rescate de las tinieblas sopesa igualmente la reedición de alguno de los libros del escritor como la biografía inédita Larra, el español desesperado, cuyo manuscrito, que se exhibe en la muestra, guardó celosamente su hijo Jacinto, Enciclopedia Gráfica Burgos, una guía turística publicada en 1930, o la biografía del Cura Merino. «Es un personaje que todavía tiene mucho que decir y una obra en la que queda mucho trabajo por hacer», afirma el profesor que apunta hacia su obra periodística y, sobre todo, la poética, muy dispersa.