La Fundación Ignacio del Río, a falta del último remate

Ha pasado casi un año y medio desde la muerte de Ignacio del Río. Con sus pasos bohemios y su alargada figura pinturera, se fue el hombre, pero no el pintor. De preservar su memoria artística y proyectar su legado pictórico se encargará la Fundación Ignacio del Río, que está a falta del último remate para su constitución, que será en enero, tal y como avanza su primogénito, Ignacio del Río, desde Málaga: «El proceso está muy avanzado, pero falta que firmemos todos».

Sus hijos integrarán el grueso del patronato de la entidad, aunque no serán los únicos debido a que ninguno de ellos viven en Burgos -están en Granada, Málaga, Toulouse, Filadelfia...- y necesitan a alguien que sí resida a orillas del Arlanzón. Y hasta aquí puede leer.La Fundación Ignacio del Río se alimentará con un fondo de obras del artista aportadas por la familia y se pondrá a trabajar de forma inmediata, «aunque ahora mismo estamos centrados en su constitución».El objetivo siempre ha estado claro: «Mantener viva la memoria y el espíritu vital de Ignacio, el artista». Y para conseguirlo quieren desarrollar un programa de actividades de distinto tipo que permita que la figura del carismático creador continúe presente entre sus vecinos, pero también conseguir que Ignacio del Río se conozca fuera de su ciudad natal, donde se afincó los últimos años de su vida.«Dada su forma de trabajo, que él se lo guisaba y él se lo comía, no contactó con galeristas o curadores, por su tremendo temperamento y carácter y su especialísima visión de la vida», expone su hijo y, consciente del esfuerzo que requerirá, bromea divertido: «Y nos toca a nosotros. Nos ha pringado hasta las cejas».La Fundación Ignacio del Río está a punto de convertirse en una realidad y empezó a ser incluso antes del fallecimiento del más vividor de los artistas burgaleses. La tardanza se ha debido principalmente a la distancia física de sus hijos, sus impulsores, que viven en distintas ciudades de varios países.