El Correo de Burgos

Instalación

Al final te escribo lo que no te dije...

Cabydad invita a a adentrarse en uno mismo y rescatar aquellas palabras que por miedo, falta de tiempo u otra razón no llegaron a su destinatario. En el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB) hasta el 31 de enero

La travesía se ve fácil desde fuera, pero el participante que se atreve a bucear en sí mismo advertirá las dificultades de avanzar por ese interior.-Raúl Ochoa

La travesía se ve fácil desde fuera, pero el participante que se atreve a bucear en sí mismo advertirá las dificultades de avanzar por ese interior.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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¿Quién sería el destinatario de esas palabras que no dijiste porque no llegaste a tiempo, por miedo o por confusión? ¿Sería una carta pidiendo perdón? ¿Una declaración de amor? ¿Justificaría una acción? El Centro de Arte Caja de Burgos (CAB) invita a realizar un camino al interior de cada uno, a enfrentarse con las emociones más profundas, a traducirlas en palabras y a mandárselas a su destinatario. Al final te escribo lo que no te dije es la instalación que propone este año Cabydad, la diferente, creativa y participativa manera que tiene el espacio de la calle Saldaña de celebrar la Navidad.Regue Fernández es el artífice de esta propuesta que ocupará el vestíbulo hasta el 31 de enero.

«Tiene que ver con las cosas pendientes, los cabos sueltos, lo que no se dice... Lo que queda doliendo. Esa cosa más dramática que seguro que todos tenemos un poco, en lo grande y en lo pequeño», introduce el artista que alude a lo explícito del título: Al final te escribo lo que no te dije.

Esta es la cabecera de la carta que Cabydad invita a escribir. Una misiva que cada persona redactará tras hacer un ejercicio íntimo, de buceo en su interior. Una vez traducidas esas emociones en palabras con la gran dificultad que ello conlleva tomará la decisión de enviársela físicamente a su destinatario.La instalación simboliza ese camino hacia el interior, esa lucha con nosotros mismos, con nuestros temores, dolores, sueños... Las piedras, la cortina de red gruesa que cuesta apartar y las cadenas que dificultan el avance hasta ese final provocarán miedos, dudas, curiosidad...«Cada persona advertirá una simbología. A mí me lleva a mi tierra natal, que es León, la bajada al pozo de la mina, con los puntales y tablones, y, a la vez, ese descenso al fondo de uno mismo, ese momento de introspección, que es conocerse, ver qué le pasa a su entorno, a los demás... Y llegar a los afectos, que dependerán de la etapa que cruza uno en su vida. Es un mundo amplio y cada uno lo experimenta de una manera», observa su autor que aborda la instalación en clave existencialista.

El paso del tiempo, las personas que nos retienen, las cosas que nos atan a la vida, los pesos de los que es difícil desprenderse... Todo está ahí.El último obstáculo a salvar es un juego de números del 1 al 90 que bailan y que unidos lanzan un mensaje directo. ¿Cuál?Una vez atravesado este camino, cada persona se topará consigo misma y se desprenderá de ese pesar, de ese remordimiento, de esas palabras no dichas. Puede hacerlo con dirección y, por lo tanto, la carta llegará a su destinatario o sin ella y, simplemente, se quedará como parte de la instalación. Regue Fernández quiere quedarse sin saliva para pegar sellos. De hecho, tienen un convenio con Correos, «muy receptivos al mundo del arte».La instalación se completa con el rostro de seres que nos rodean. Fantasmas o ángeles protectores. Cada uno identificará el suyo.Pero esta aventura emprendida por cada uno a su propio interior no terminará hasta que vuelva sobre sus pasos... Al final te escribo lo que no te dije invita a reflexionar en tiempos poco dados a ello. El guante está lanzado.

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