El Correo de Burgos

Música

Futuros en clave de sol

Los seis becarios de la Orquesta Sinfónica de Burgos sueñan con vivir de este arte sabedores de la dificultad de conseguirlo, de la feroz competencia y de que en España todo cuesta más

La Orquesta Sinfónica de Burgos tiene becados esta temporada a, de i. a d., Sara de la Fuente, Daniel Hernando, Jennifer Ramos, Miguel Rivera, Eva Palacios y Eduardo Villarroel.-Raúl Ochoa

La Orquesta Sinfónica de Burgos tiene becados esta temporada a, de i. a d., Sara de la Fuente, Daniel Hernando, Jennifer Ramos, Miguel Rivera, Eva Palacios y Eduardo Villarroel.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Sara de la Fuente (violín), Daniel Hernando (violín), Jennifer Ramos (viola), Miguel Rivera (percusión), Eva Palacios (trompa) y Eduardo Villarroel (clarinete) son alumnos del Conservatorio Profesional de Burgos y tienen un sueño. Quieren dedicarse a la música. Unos ya han tomado la decisión de encomendar su vida al pentagrama. Otros, sabedores de su dureza, aún lo sopesan. La Orquesta Sinfónica de Burgos (OSBu) los ha becado -algunas repiten- y desde el escenario del Fórum, al que salieron el 18 de diciembre por primera vez esta temporada, se asoman a su futuro.Sara de la Fuente hunde los pies en el suelo. Hace sexto de violín y este curso tendrá que tomar una decisión. Cuanto más sale de las aulas y se acerca al mundo real, más afloran sus dudas. «Te das cuenta de cómo está la cosa». ¿Pinta muy negra? «Depende de muchas cosas. De si eres bueno, pero también de la suerte. Si sales al extranjero hay más posibilidades», responde la violinista, que ya fue becaria de la OSBu el año pasado.Confiesa que lleva «mucho, mucho» tiempo pensando si sigue el camino profesional. ¿Qué pros y qué contras pone en la balanza? «No quiero terminar como profesora y ser concertista es muy difícil, pero, por otro lado, me gusta mucho la música y el violín». Tictac, tictac...Las dudas no hallan hueco en Eduardo Villarroel, que compagina el grado Profesional en Burgos con el Superior en la Musikene de San Sebastián. Asegura que en cuanto entró en el Conservatorio a estudiar clarinete vio su futuro junto a él. «Es verdad que la situación en España no está como en otros países, pero la suerte hay que buscarla y si haces lo que te gusta lo puedes alcanzar», afirma convencido de que los sueños lo son para pelear por ellos. Reconoce la presión, «pero tampoco es para abandonar a la primera, en cualquier trabajo te lo van a poner difícil».Eva Palacios lleva tres temporadas en la OSBu. Hace sexto de trompa y su retrato de la situación no difiere del de sus compañeros. «Está difícil, hay mucha competencia, pero hay que trabajar y sacar la plaza, en España o fuera», señala y advierte que ocurre como en otros puestos de trabajo.

Jennifer Ramos sale al escenario por primera vez con la OSBu y espera mucho de la experiencia.Hace sexto de viola y seguirá la senda de la música sí o sí, aunque aún no sabe en qué escuela. ¿Y la familia? ¿Qué dice? «Al principio les costó, pero ya lo han asumido. Les daba miedo cómo iba a acabar. La música aún se ve como una actividad extraescolar, no como una carrera».Miguel Rivera eligió la percusión, un instrumento que, dice, se está poniendo de moda ahora, no tanto cuando él lo escogió. Tiene 17 años, hace quinto y ya ha dado clases en la Escuela Municipal de Música. «Me encantó enseñar a los niños y quiero ser profesor de conservatorio». Y ojo con pensar que es un instrumento menor: «Si fallas todo el mundo se entera».La misma seguridad muestra Daniel Hernando. El suyo es un caso atípico. Entró en el Conservatorio a los ocho años y problemas personales le llevaron a dejarlo a los 17. A los 28 años, hace seis, retomó su pasión.«Hice una apuesta valiente. Me decían que la música no tenía futuro y, además, estaba el hándicap de la edad. Pero yo creo que la música tiene futuro y cabida para talentos adultos. Soy un alumno con muchas ganas y energía y con trabajo se puede conseguir absolutamente cualquier cosa. No tengo una mirada tan negativa como otros compañeros, que están enterrándose demasiado pronto. A una plaza de abogado del estado se presentan muchísimos y en violín ocurre lo mismo», se explaya e insiste: «Para ser feliz hace falta poco y la música me hace muy feliz. Para mí ser músico es ser millonario».Su compromiso es férreo. Cursa sexto, hace sus pinitos en violín barroco y también se forma como profesor. ¿Su meta? «Dedicarme a la música en cualquier vertiente, llegar hasta donde pueda, ponerse techos es innecesario».Puede sonreír victoriosa la música. Sara, Eduardo, Jennifer, Miguel, Eva y Daniel dan cuenta de los muchos jóvenes que suspiran por sus huesos.

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