El Correo de Burgos

Encuentro en el MEH

«En el arte, una mentira se puede mantener siglos»

El pintor Antonio López habla sobre su trayectoria, sus gustos, sus proyectos o su relación con el resto de disciplinas ante un auditorio lleno. Una larga cola de resignada gente se quedó sin entrar

Alberto Camarero (i.) condujo la charla con Antonio López que llenó el salón y dejó una larga cola fuera.-Israel L. Murillo

Alberto Camarero (i.) condujo la charla con Antonio López que llenó el salón y dejó una larga cola fuera.-Israel L. Murillo

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Antonio López se enfrenta al gran público con la misma sencillez con la que elige sus palabras. Se ríe con ganas ante las continuas jugarretas del micrófono, va al grano en sus respuestas, se aleja de grandilocuentes vocablos y sesudas reflexiones y, pincelada a pincelada, con voz pausada, suelta titular tras titular. El pintor de Tomelloso habló ayer de sus inicios, de su trayectoria, de su relación con las distintas disciplinas artísticas, de los pintores que le han influido, de sus proyectos... en el Museo de la Evolución Humana, con la colaboración de la librería Luz y Vida. Lo hizo ante un salón de actos repleto y entregado, también fastidiado por los problemas de sonido, y con una larga cola de gente en la calle resignada a no ver al maestro.Los recuerdos de su anterior visita a Burgos hace tres años para participar en un diálogo a tres con Rafael Moneo y Carlos Amigo en el I Foro de la Cultura prendieron la charla de Antonio López articulada con las preguntas del ingeniero burgalés Alberto Camarero.Disparó la primera. ¿Cuál es la misión del arte? «¿Cuál es la misión del hombre? ¿Tiene alguna? El arte nace del hombre de una manera natural como el terror. Es innato», señaló y aseguró además que el arte es muy bueno: «El arte me hace mucha compañía y me hace mejorar. Es una parte luminosa de la vida del hombre. Luego hay gente que abusa de él. Se usa mal desde el poder. Eso ha ocurrido mucho. Los artistas somos como los científicos, nos pueden comprar y hacemos cosas que no nos gustan. Te puedes rebelar, pero es muy difícil».Dijo muy claro que él es un pintor realista y figurativo «porque trabajo sobre lo veo y lo que sueño» y comparó al realismo con el Guadiana, ese famoso río que aparece y desaparece: «En algunos momentos el hombre tiene la necesidad de ver la vida real en la pintura y en la escultura, otras se pone a soñar. A mí me interesa cómo conviven».Una de las pinturas que más proyección ha dado a Antonio López es el retrato de la familia real. Un encargo. Y habló de ellos. De los encargos. «Existen desde siempre y hasta los impresionistas», introdujo y se remontó a las pinturas de Altamira, que él no ve como un capricho personal, sino como deseo de la tribu. «El artista está para servir a la tribu, pero cuando esta manda mal no le queda más remedio que independizarse y es lo que pasa en el siglo XIX. La sociedad está mal acostumbrada y los pide obras impuras. Empieza la libertad. El arte moderno. No hay marcha atrás», desarrolló para sentenciar que le encantaría tener más encargos, «pero no llegan».Pasado el siglo XIX, se metió de lleno con el XX. Disintió de su cicerone cuando apuntó que el arte había ido demasiado rápido. «Ha ido a la velocidad de la ciencia. A la velocidad justa. La sociedad tiene la creencia de que necesita más a la ciencia que al arte y la apoya de una manera más decisiva», observó y añadió que su relación con estos movimientos artísticos -surrealismo, cubismo, abstracción...- ha sido como público: «Un pintor es un espectador del arte y yo lo soy muy apasionado. Si no lo entendemos nosotros, quién lo va hacer».Contó que él empezó con 13 años en Tomelloso gracias a su tío. Que fue ya en Madrid, en El Prado, donde vio que la pintura eran muchas cosas. Y que cuando entró en Bellas Artes se topó con «todo el bosque que es el arte». «El arte es maravilloso desde que nace, nunca se equivoca», ilustró.

Bacon, Picasso, Matisse, Chagall... le influyeron de manera muy notable. Confesó que estaba obsesionado con el arte moderno y afirmó que su decantación por la figuración es un misterio. «Nunca das con las razones profundas. Mi tío lo era y mis padres estaban preocupados por la influencia del arte moderno. Pensaban que podía ser mi perdición», relataba con una sonrisa final reconociendo después la importancia de tener a su lado a su mujer, Mari (María Moreno), a la que él animó para que siguiera pintando. Algo de lo que se siente muy orgulloso.«El lenguaje del arte moderno se ha separado de la gente. Se ha convertido en algo excesivamente complicado. Y no es culpa del artista. Es la única manera que tiene de decir ciertas cosas», disculpó.Hubo tiempo para hablar del éxito. «Hay pintores muy buenos que no venden, no comunican con los demás. También hay gente que no es muy buena y sí vende porque engaña bien. En el arte, la mentira se puede mantener durante siglos. En el fútbol, la música o la ciencia es más difícil», destacó el pintor que antes de abrir el micrófono al público descartó volver a colarse en el mundo del cine, se declaró seguidor de Baroja, también de Machado, compartió las dificultades que está teniendo para pintar la Puerta del Sol madrileña... y se autorretrató con tres palabras: fe, lealtad y respeto.

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