Seducidos por la belleza de la danza taiwanesa

«Trato de introducir los elementos tradicionales de Taiwán en mis coreografías. No importa cómo. Quiero representar la belleza de la danza taiwanesa en todo el mundo. Deseamos tener más oportunidades para actuar y mostrar nuestra cultura con creatividad». El coreógrafo taiwanés Hung-Chung Lai tiene claro su objetivo y afirma que no le importa cuan lejos tenga que desplazarse para alcanzarlo. El largo viaje realizado -más de diez mil kilómetros separan Taiwán de España- para participar en el 16 Certamen de Coreografía Burgos-Nueva York no fue en balde. Su pieza Birdy, estrenada en el Teatro Principal, sedujo al público presidido por la belga Catherine Allard y se llevó el primer premio de Danza Contemporánea, dotado con 9.000 euros, el mayor reconocimiento de esta cita.Para Hung-Chung Lai, además de difundir la cultura de su país, la intervención en este encuentro le ha servido de inspiración. «He visto muchos bailarines y obras increíbles, que me han impactado y estimulado mi mente. Me han llevado a pensar mucho», advierte este artista que empezó a bailar en la calle a los 15 años y luego estudió danza china, contemporánea y ballet en la Universidad de Taipei.Birdy, que habla de los miedos del ser humano y de su poder de superación, es su segundo trabajo. El anterior, Watcher, ganó el tercer premio y el de la Crítica en el 31 Concurso Internacional de Coreógrafos Hanover (Alemania). Tras llevar Birdy al Festival Masdanza de Gran Canaria, a celebrar en octubre, Lai volverá a su país. Allí acaba de abrir su propia compañía, Hung Dance, con la que espera colaborar con coreógrafos y bailarines de todo el mundo.El palmarés de Contemporánea se completó con el segundo galardón (6.000 euros) a Business world, del español Javier Guerrero, inspirada en las primeras películas de humor de Charles Chaplin de los años veinte, y el tercero (3.000 euros) a Endless fall, creada e interpretada por Francesc Fernández y Júlia Cortés.Al escenario del Teatro Principal, el viernes por la noche también subió victorioso Jorge Martín Gutiérrez. Su propuesta, Identidad, se llevó el único premio de Danza Vertical, que conlleva un cheque de 5.000 euros. No es el importe en metálico lo único relevante para este coreógrafo, que revalida el título en esta modalidad ya que hace dos años -en 2016 se cayó del cartel- también ganó con C’est la vie.

«Lo más importante es el reconocimiento. El Burgos-Nueva York está creciendo y se conoce cada vez más a nivel internacional», advertía ayer con la primera euforia del momento ya pasada y añadía la importancia del encuentro burgalés en su condición de único festival en el país que incluye esta especialidad a concurso.A pesar de la expectación que despierta la Danza Vertical, Martín considera que aún le queda mucho recorrido. «Está aún en la infancia. Hay pocas compañías y es importante que estos certámenes lo acojan y piquen a otros bailarines», destaca quien también participó en 2010 en esta cita con otra compañía, cuando aún se hacía en la calle, hábitat natural de esta modalidad.Y Kintsugi, del colectivo Iron Skulls, y A risas, de Arias Fernández, escribieron su nombre en Danza Urbana con el primer (2.000 euros) y segundo premio (1.000 euros), respectivamente.«Merece la pena entrar en festivales como el Burgos-Nueva York. Ganarlo da más visibilidad y credibilidad a un trabajo», señala Moisés Moe, miembro de Iron Skulls, que habla con conocimiento de causa. Su pieza Sinestesia, la primera creada como compañía por estos bailarines llegados del break, ganó en 2014 y, tras bañarse a orillas del Arlanzón, giró por distintas citas y cosechó varios galardones más.El palmarés se completa con los reconocimientos entregados por otras entidades. El premio Solodos en danza, que da billete directo a este festival en Costa Rica, fue para Chey Jurado, que también se alzó con el del Centro de Danza Hélade y el Ramonet, por el que intervendrá en la VIII Velada de Danza Ciudad de Huesca. El L´Estruch (Certamen Coreográfico de Sabadell) reconoció a Marina Fullana y Laura Lliteras; el Centro Coreográfico de La Gomera premió a Chey Jurado y Arias Fernández con una residencia artística; y el Ballet de Siena invitó al festival italiano Excelsior Danza a Joseph Toonga, Chey Jurado, Francesc Fernández y Júlia Cortés y Giovanni Insaudo.