El Correo de Burgos

Artes escénicas

‘Vuelos’, sueños eternos

Aracaladanza se inspira en el empeño por volar de Leonardo da Vinci para dar vida a este montaje familiar (hoy en el Fórum) que cuenta en el elenco con los burgaleses Carolina Arija y Jonatan de Luis, que sí han convertido en realidad su deseo de ser bailarines

Jonatan de Luis Mazagatos, en una de las escenas de ‘Vuelos’.-PEDRO ARNAY

Jonatan de Luis Mazagatos, en una de las escenas de ‘Vuelos’.-PEDRO ARNAY

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Leonardo da Vinci es el prototipo de hombre del Renacimiento. Sus inquietudes eran infinitas. Botánico, arquitecto, ingeniero, inventor, pintor, músico, escultor, filósofo, aficionado a la cocina... Consiguió todo lo que se propuso salvo su gran sueño: volar. Este deseo en el que empeñó parte de su vida inspira Vuelos, el espectáculo con el que, de la mano de la Fundación Caja de Burgos, Aracaladanza regresa hoy al Fórum (19.30 horas, 12 euros). Dos bailarines burgaleses, Carolina Arija y Jonatan de Luis, forman parte del elenco que dibujará este mundo mágico sobre el escenario vestidos por otra burgalesa, Elisa Sanz.Como Leonardo, Carolina Arija y Jonatan de Luis ansiaron bailar. A diferencia del genio italiano ellos sí han conseguido convertir en realidad su sueño y ambos han tejido jugosas trayectorias en un mundo difícil.Los primeros compases de sus historias son similares. Ambos coincidieron en el Ballet Contemporáneo de Burgos y, ya cada uno por su lado, se fueron a Madrid para culminar sus estudios profesionales y, poco a poco, aprovecharon las oportunidades que salieron a su paso y fraguaron una carrera. Se reencontraron en Aracaladanza en 2013, cuando Jonatan ingresó en la compañía de la que Carolina ya formaba parte desde 2005. Hoy bailan en casa. Y, a través del teléfono, en un hueco que les permiten sus apretadas agendas, confiesan que bailar en casa impone, sí, pero también gusta, y mucho.JONATAN DE LUIS «Hay infraestructuras impresionantes, falta contenido»

«Súper contento». Jonatan de Luis Mazagatos (Burgos, 1981) está satisfecho del camino que ha dibujado desde que con 17 años hizo las maletas para seguir en Madrid el camino de la danza. «He aprovechado al máximo las oportunidades que me ha dado la vida y todas ellas me han conducido a bailar con Aracaladanza, que es un trabajo precioso enfocado a un público maravilloso que es el familiar», apostilla antes de hablar entusiasmado de Vuelos, que, asegura, con el juego y una sorpresa continuada, resulta tan atractivo para el niño como para el adulto que lo acompaña.El bailarín burgalés ha sido el último en sumarse al elenco de esta compañía creada por el coreógrafo Enrique Cabrera en 1995. Lleva cuatro años largos. Pero antes de desembarcar aquí ya había dibujado una importante senda.Empezó en el Centro Hélade con Alberto Estébanez, Sara Saiz y Carlota de Luis y a los 15 años ya estaba en el Ballet Contemporáneo de Burgos. Dos años después le surgió la oportunidad de bailar con Juan Carlos Santamaría, que años después se convertiría en director de la Escuela Profesional de Danza, e instalado en la capital continuó su formación. Entró en el Real Conservatorio Mariemma, culminó sus estudios en el María de Ávila, trabajó con Nacho Duato en la Compañía Nacional de Danza, ha participado en proyectos tanto en España como en Francia, Italia, Austria... y entrado en contacto con muchos profesionales.«Poder trabajar en lo que te apasiona, te motiva, en una profesión a la que tú has decidido dedicar tu vida, es un sueño realizado, aunque no significa que no se pasen momentos difíciles, por lesiones o porque laboralmente, no solo en el mundo artístico, es una época complicada», sostiene afortunado porque su disciplina, trabajo duro y ahínco le han mantenido en este mundo que él más que competitivo define como exigente.«En todas las profesiones ocurre, pero aquí no vale con sentarte en una mesa y presentar tu currículum, tienes que demostrar en el momento tu valía. Y ahí debes pelear», advierte.Él tiene ahora su vida en Madrid. Su familia vive en Burgos y cuando su agenda le da permiso enfila la A-1. Jonatan de Luis es uno de los muchos bailarines que tienen que dejar su tierra para cumplir un sueño. En ningún momento se queja. Su trabajo con distintas compañías y en diversos países le ha enriquecido.Pero ¿y si existiera una compañía estable de danza en Castilla y León como soñaba el malogrado Santamaría?«A pesar de que en los últimos años ha habido una gran mejoría en muchos aspectos de la vida cultural, hay otros que aún son precarios. Hay infraestructuras impresionantes y estaría bien que se llenaran de contenidos, entre ellos, esa compañía, en Castilla y León o en otra comunidad», responde y añade que sería bueno como salida para los profesionales, pero también para enriquecer la vida cultural y crear público.CAROLINA ARIJA «La gente aún se extraña cuando digo que soy bailarina»

Quedan más de 24 horas para que Vuelos se dibuje en el escenario y Carolina Arija (Burgos, 1980) ya siente las cosquillas en el estómago. Siempre están. Pero cuando sabe que familiares y amigos estarán en el patio de butacas se revolucionan y se mueven eufóricas. Hasta que empieza la función. Eso ya es otra cosa.«Bailar para público infantil a mí me encanta porque sabes realmente sí le gusta o no», observa. Con ellos no va lo de ser políticamente correcto. Y esa sinceridad es un chute para un artista. Como también lo es haber conseguido ese sueño de dedicarse a la danza.«Como bailarina llegar a trabajar en lo que te gusta es un sueño cumplido. Y además Aracaladanza tiene mucha gira, muchos bolos y mima mucho su trabajo, que, cuando es para niños, a veces se descuida y aquí no ocurre», resume la bailarina que trabajó en el Ballet Contemporáneo de Burgos entre 1994 y 2000. Ese año se fue a Madrid a terminar sus estudios de Danza Clásica y también hizo el grado medio de Contemporánea.A partir de ahí ha tocado diferentes palos. Participó en el musical El diluvio que viene, fue bailarina en la película Los dos lados de la cama, trabajó en una ópera en el Teatro Real...Y en 2005 entró en Aracaladanza, una de las pocas compañías profesionales en España que mantienen contratado a su elenco durante todo el año. Carolina se sabe una privilegiada. «Lo normal no es esto. Lo habitual es que hagas producciones durante un periodo, que se sucedan bolos, un montón de audiciones o incluso trabajar en otra cosa. En España la gente va más al cine que al teatro. No tenemos esa cultura que sí encuentras en el extranjero. Aquí cuando digo que soy bailarina la gente aún se extraña. Dedicarte a esto aquí es complicado», analiza la artista, que, optimista, cree que aunque cambiar la mentalidad es un trabajo a largo plazo, sí siente, «quiero pensar», que la gente cada vez es más abierta.Lo dice alguien que ha visto la evolución del patio de butacas con Aracaladanza desde hace doce años y que mantiene la ilusión, aunque no sea la mismo con 37 años que con 25. «Tienes un peso en el escenario diferente. Lo bailas de otra manera. Cada momento tiene su cosa buena», observa feliz porque hace dos años fue madre y su hijo se ha convertido en su mejor espectador. «Es muy emocionante», asegura igual que lo será esta noche. Cuando sus familiares y amigos burgaleses se sientan en el patio de butacas para, como Leonardo da Vinci, soñar con volar.

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