El Correo de Burgos

Uburama

De felicidad, himnos pendientes y otros brindis

Paco Berciano, David Ruiz y Miguel Ángel Hoyos hablan de la historia de amor del vino y la canción

Paco Berciano, Ángel Carmona, David Ruiz y Miguel Ángel Hoyos, de i. a d., ayer durante la charla.-Israel L. Murillo

Paco Berciano, Ángel Carmona, David Ruiz y Miguel Ángel Hoyos, de i. a d., ayer durante la charla.-Israel L. Murillo

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Con una copa de vino en la mano, Ribera del Duero, claro, y mientras el público toma posiciones, el experto en vino Paco Berciano, el periodista Miguel Ángel Hoyos y el cantante de La Maravillosa Orquesta del Alcohol, David Ruiz, calientan antes de entrar en juego en el encuentro El vino y la canción: una historia de amor, con el que el Festival Uburama despegó anoche en Cultural Cordón.¿Qué clase de relación viven? «Es una relación de siempre. El vino es un producto lúdico que se asocia a la felicidad y la canción, también. La gente cuando está contenta canta y bebe. Además la música influye en el vino en muchos factores, no solo es que haya sido parte de muchas letras en todos los idiomas, sino que dependiendo de las canciones que acompañan al vino varía la sensación que tienes de él. La lengua es muy traidora. Todo está en el cerebro», se arranca el gurú del vino.El músico asiente y ahonda: «La cultura popular se hace en torno a la música, la bebida y la comida. Unas llaman a las otras y se complementan bien, aunque quizás algunos se hayan pasado combinándolas», provoca las risas de sus compañeros y matiza que él, aunque sí se ha inspirado con el vino, nunca se ha pasado.El periodista de RTVE, que ve el partido desde fuera, después de reflexionar sobre esta historia de amor y valenciano como es, suelta la idea del vino como un posible símbolo para la gente del interior como el Mediterráneo lo es para los del litoral. «Encontré a uno de los cantores argentinos más maravillosos que es Horacio Guarany, que tiene el equivalente al Mediterráneo de Serrat para Mendoza y dice ‘quiero que me entierren bajo los viñedos’. Nos falta ese himno. Espero que David lo componga, aunque Campo amarillo (tema incluido en el último disco de La M.O.D.A.) ya está muy cerca de serlo», lanza el guante al músico.Aunque los tres piropeen y resalten las alegrías del líquido elemento, que exalta la amistad y el canto, lo cierto es que el vino no parece ser la bebida por excelencia cuando se piensa en un concierto.Los tres convienen en la apreciación, aunque tienen esperanza. «Desgraciadamente, el vino aún tiene fama de viejuno para mucha gente y es más fácil tomarte un cubata», observa Paco Berciano al tiempo que reconoce que en un concierto, se canta, se seca la boca y refresca más una cerveza.Sostiene, sin embargo, que estos prejuicios se van superando y aplaude el trabajo que está realizando el Sonorama Ribera en ese camino. «Allí todo gira en torno al vino y eso es bonito que vuelva», anota.Hoyos lamenta que esto sea así y cree que solo es cuestión de tiempo. Puede ser que al público le ocurra como a esos músicos de los que se acordó el periodista, a los que, según entran en la madurez, los da por hacer su propio vino. Léase Coque Malla o Ariel Rot. «Hay roqueros absolutos que con el tiempo van decantando los gustos y cuando uno hace eso siempre llega al vino», apostilla.A ese punto aún no ha llegado David Ruiz. «Me queda muy lejos. Pero sí me parece interesante el mundo de la vid, que cuesta muchas generaciones comprender, cuidar y valorar. Tanto en la música como en el vino hay mucho de espontaneidad y capricho. Estás a expensas del clima o de la inspiración», destaca antes de coger la copa de vino y compartir con el público estos y otros brindis.

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