...Y todos los focos alumbraron a Mila

Bebió agua, se puso las gafas y se emocionó tímidamente antes de acercarse al micrófono y hacer un rápido repaso de sus casi cuarenta años al frente del Archivo Municipal. Todos los focos de los que había huido en ese tiempo se encendieron ayer sobre Milagros Moratinos sin posibilidad de escapatoria. Colegas, amigos y habituales de Castilfalé la homenajearon en la Sala Polisón con motivo de su jubilación.Mila rejuveneció para encontrarse con la joven archivera que en aquel otoño de 1981 se perdía por laberínticos pasillos, sorteaba cajas... y pronto se percató de su misión: «El Ayuntamiento tenía archivera, pero no archivo». En sus manos estaba conseguir un archivo bien organizado, con unas correctas instalaciones y una plantilla. Se vio en los despachos convenciendo a los responsables políticos, sonrió al verse cruzar la puerta de Castilfalé en 1990 y se felicitó por que en este 2018 la «necesaria y demandada» ampliación esté más cerca. Reconoció que ha sido muy feliz, que han sido muchas las satisfacciones, alguno los disgustos y numeroso lo aprendido sobre su ciudad. Recordó a sus maestros, a todas las personas que se ha encontrado en el camino, especialmente a los que ya no están (Chus, Quintín, Juan Carlos Estébanez, Raquel...), y entonó una larga lista de agradecimientos que explotó en un infinito aplauso. Ella se emocionó.Esto ocurría después de escuchar las palabras sentidas, con algún guiño a su carácter y a su oportuna espantada de la Administración Pública tal y como se está poniendo la cosa, de los dos últimos gerentes del Instituto Municipal de Cultura, Juan Carlos Pérez Manrique e Ignacio González, y del alcalde, Javier Lacalle, que ocupó la mesa junto a ambos, la protagonista y la concejal de Cultura, Lorena de la Fuente.Enfrente, un auditorio entregado, entre los que estaban los autores de los trabajos que componen el libro publicado en su honor, sus compañeros del Archivo, entre ellos su sucesora, Yolanda García, políticos de distintos colores, colegas venidos de cerca y lejos, familiares y amigos a los que Mila besó y sonrió como nunca. Como siempre.