El Correo de Burgos

Nueva temporada expositiva del CAB

De tiempo, nacionalismos y una declaración de amor

El Centro de Arte Caja de Burgos acoge las propuestas de Néstor Sanmiguel, Paco Algaba y Thierry Bazin hasta el 27 de enero. Hoy, visita guiada con los creadores

La figura de Néstor Samiguel Diest aparece recortada en el centro de una de las pinturas que componen su propuesta en el CAB.-Santi Otero

La figura de Néstor Samiguel Diest aparece recortada en el centro de una de las pinturas que componen su propuesta en el CAB.-Santi Otero

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A.S.R.
Burgos

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Néstor Sanmiguel, Paco Algaba y Thierry Bazin son los nuevos inquilinos del Centro de Arte Caja de Burgos (CAB), que, además, está de cumpleaños. Celebra 15 años como una ventana al mundo de la creación actual. Nestor Sanmiguel Diest: El tiempo y el hallazgo infinito

Cuadraditos de color negro, rayitas, facturas del banco, recortes de periódico, párrafos escritos a mano, letras, manchas de color, trazos fosforitos, fragmentos de referencias literarias... La pintura de Néstor Samiguel Diest es un trabajo de chinos. Minuciosa, detallista, repleta de recovecos y de hallazgos, una suerte de laberinto en el que el espectador puede perderse hasta el infinito y más allá. Presentes simultáneos es la propuesta con la que el que fuera miembro del colectivo ribereño A Ua Crag irrumpe en el nuevo ciclo expositivo del Centro de Arte Caja de Burgos (CAB), que se alargará hasta el 27 de enero.

El artista, que hoy realiza una visita guiada al público (12 horas), llega al espacio de la calle Saldaña «como uno de los grandes referentes del arte contemporáneo español, de nuestra Comunidad y también del que nos vincula con nuestro propio territorio», en palabras del director de Arte de la Fundación Caja de Burgos, Javier del Campo.Una cotización al alza que adquirió tras la feria Frieze de Londres de 2013, cuando en apenas unas horas se agotó el catálogo de sus obras puestas a la venta.Pocos años antes de esa hazaña fue cuando Sanmiguel, zaragozano de nacimiento y ribereño de adopción, decidió dar el salto. Él mismo confiesa que hasta 1999 su carrera transcurrió como aficionado, comprometido, pero en un continuo aprendizaje de los oficios de pintor, que no consideró finalizados hasta ese año. «Decidí que estaba preparado para enfrentarme al mundo del arte contemporáneo sin miedos y sin problemas de minusvalía artística», recuerda.Y la primera obra, El jardín de los nenúfares, realizada tras tomar esa resolución, cuelga ahora en el CAB, «una pintura a base de rayitas que utiliza el discurso técnico y colorístico que usaron los impresionistas en el XIX».Un hilo que se deshilacha y recorre el resto de obras en las que se ve el trabajo meticuloso y exhaustivo del artista, el camino laberíntico de sus pensamientos o los momentos de reflexión y en el que cada espectador detectará algunos de los guiños a creadores de otras disciplinas, que, advierte, copan todas sus creaciones y que no desvela al completo porque «de alguna forma es un secreto».También de algún modo, la exposición es un retrato de su autor. De sus gustos en el arte, de su prolijo bagaje literario o de sus querencias musicales. El impresionismo de Manet, el neoplasticismo de Mondrian y Van Doesburg, los trópicos de Henry Miller, la música de Cabaret Voltaire... y mil y una referencias más laten en las 10 pinturas y seis dibujos que componen esta colección, realizada sobre todo en los dos últimos años en exclusiva para el CAB.Un trabajo que queda recogido y ampliado con piezas anteriores en el libro Almíbar caliente, con las aportaciones del periodista Javier Moreno y la crítica de arte Bea Espejo, además de un sucinto perfil del artista, cuyo nombre va ligado al de Aranda de Duero, ciudad donde reside y trabaja desde hace 50 años y que le acaba de nombrar Hijo Adoptivo.

 

Thierry Bazin: Declaración de amor a una urbe

El CAB se convierte en testigo de una historia de amor hasta el 27 de enero. La del artista francés Thierry Bazin y la ciudad de Burgos. Ce Grand Corps Unique es su personal declaración de amor a una urbe que le hechizó desde que la conoció. «Fue una revelación». Un embeleso que le ha llevado a fotografiar sus espacios vitales y a sus gentes en los últimos seis años con la obsesión de atraparla entera. Y con ella al resto de Castilla y de España.Vistas generales de su caserío, de los pueblos de alrededor, de los rastrojos o de las tierras de barbecho componen las grandes obras fotográficas y el vídeo que jalonan la que es la primera exposición del artista en este país.Thierry Bazin, que estudió Cinematografía y ha sido asistente de dirección y director de publicidad, se convierte aquí en una suerte de arquitecto. Fragmenta la ciudad como si fueran piezas de un puzle y juega con ellas, poniendo aquí, quitando allá, recortando acullá, hasta construir un nuevo perfil, aunque aparentemente todo siga igual. Nada más lejos de la realidad.«Cuando tú pasas por un lugar cada día no te paras en detalles que a alguien que viene de fuera sí le llaman la atención», comenta el autor, que se define como un artista etnográfico, al que le gusta documentarse y conocer las costumbres del lugar que lo acoge y de la sociedad burgalesa destaca su sensación de grupo. «Aquí es increíble. La gente aquí mira a los ojos al otro», remacha. Esas miradas son protagonistas de una de las piezas.Paco Algaba: Contemplación perturbadora Paco Algaba forma parte de ese pelotón de artistas a los que les cuesta hablar de su trabajo. «Me parece una estupidez», dijo ayer durante la presentación. Su lenguaje no son las palabras, sino la imagen. Y, sin embargo, escogió las justas para apuntar lo que subyace en Volksgeist, la propuesta con la que llega al CAB: «No hay nada más reaccionario que construir una nación y en estos momentos asistimos a cómo constantemente hay un afán afectivo por el hipernacionalismo. Esto genera una preocupación, que es donde germina este proyecto, que me lleva a plantearme cuestiones fundamentales para mí como la representación del espacio y, sobre todo, el vacío y su relación con nuestra propia oquedad que, de alguna manera, soporta nuestra angustia vital».Volksgeist -espíritu del pueblo o espíritu nacional- es una instalación visual construida con paneles que devuelven distintas imágenes de paisajes, completos o fragmentados, que incitan al espectador a la contemplación, entendida esta como una provocación a hacerse preguntas. Paisajes inhóspitos, vistas gélidas, varadas en medio del tiempo, con apenas movimiento.Para Javier del Campo, el trabajo de Algaba refleja «un fuerte compromiso experimental y a la vez una enorme carga poética, con imágenes en las que subraya la ausencia de narración, que le aleja de los discursos habituales en el ámbito visual» y en Volksgeist observa «una interpretación crítica de la apropiación ideológica del paisaje por parte de los estados y naciones».

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