El Correo de Burgos

Exposición

El pintor valiente

Fran Herreros se estrena en el retrato con ‘El dibujante que lo dibuje, buen dibujante será’, una colección en la que recupera sus inicios académicos con el uso del blanco y negro, pero sin abandonar el pálpito del color. En la Sala Pedro Torrecilla hasta el 21 de noviembre

La colección se compone de 35 retratos, 25 pertenecientes a miembros de la Asociación Las Calzas de Villadiego, donde se exhibirán entre el 6 de diciembre y el 6 de enero.-Raúl Ochoa

La colección se compone de 35 retratos, 25 pertenecientes a miembros de la Asociación Las Calzas de Villadiego, donde se exhibirán entre el 6 de diciembre y el 6 de enero.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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Fran Herreros es un pintor inconformista. Gusta de abandonar su zona de bienestar. Y un día le deslumbra el brillo de una estrella y decide seguirla sin mirar a los lados. Ocurrió cuando apostó todo al rosa, cuando sorprendió a propios y extraños con el salto a la figuración, cuando salpimentó su pintura con ironía, humor y una chispa pop y cuando se colocó frente al paisaje castellano robándole una imposible paleta cromática. Ahora vuelve a hacer suyo el circense más difícil todavía y se estrena en el retrato. 35 componen El dibujante que lo dibuje, buen dibujante será, una exposición que viste las paredes de la Sala Pedro Torrecilla hasta el 21 de noviembre.Su valentía va más allá de la apuesta por el retrato. El pintor burgalés se inclina por el blanco y negro, en un confeso guiño a sus comienzos académicos, aunque sin abandonar el pálpito del color, que brinca en las pinturas sin posibilidad de rendición.Y no contento con este desmelene, hace sus pinitos en la escritura con una carta-poema dedicada a cada uno de sus modelos.El proyecto cuenta con la complicidad de la Asociación Las Calzas de Villadiego, en cuya sede se mostrará del 6 de diciembre al 6 de enero, pues 25 de sus socios han posado para el artista, que completa la colección con personas importantes para él.«Como pintor, intento innovar, arriesgar y buscar nuevas propuestas artísticas. Siempre, desde mis inicios con Rafa Carralero en la Universidad de Salamanca, al que veía trabajando muchas noches en su casa, me ha obsesionado el retrato. Quedó latente hasta que por fin decidí hacer una exposición exclusivamente con esta faceta, inédita hasta ahora», contaba ayer en la presentación rodeado por la directora general de la Fundación Cajacírculo, Laura Sebastián; los miembros de Las Calzas Conchi Peña y Antonio Arroyo; la creadora Paula Sampelayo, autora de un vídeo sobre el tormento del artista; Ana Riesco, coordinadora de la exposición; y el pianista Javier Arasti, compositor de una pieza exclusiva estrenada anoche durante la performance-inauguración.El trabajo despegó en enero. Herreros reconoce que ha sido duro. Fotografió a los modelos, desempolvó libros y buscó nuevas lecturas sobre la técnica del retrato, visitó otras muestras, dedicó muchas horas al estudio y a trazar bocetos. «Una exposición no es solo lo que se ve, detrás hay un trabajo muy intenso», observa y admite haber pasado muchas noches en vela obsesionado por el proyecto «con un punto de inseguridad».El proceso avanzó hasta que los modelos cruzaron la puerta del estudio. «Con lo que íbamos hablando y contando en esos momentos de tensión y de cafés, los retratos iban evolucionando hasta crear un esbozo de sonrisa».Esa sonrisa, siempre reflejada en la mirada, une toda la colección. También la elección del blanco y negro y las mágicas pintas de colores que bailan en cada pintura, en las que tira de técnica mixta, a partir de la acuarela -«quería que estuviera en homenaje a mi padre»- y con grafitos, ceras, carboncillos...«Buscaba una exposición clásica, en el sentido de rememorar mis comienzos de aprendizaje desde la Academia Provincial de Dibujo, de la magia de los inicios. Es una vuelta al origen del arte», sostiene consciente de que todo pintor, haya elegido el camino creativo que fuere, debe tener una base sólida.

Fran Herreros confiesa que ha disfrutado muchísimo. «Pero como pintor hay un sufrimiento detrás que es importante entender, el trabajo no está en los bares ni en las inauguraciones, está en el estudio», insiste como idea recurrente en su discurso, siempre reivindicativo con la profesionalidad del artista, que le lleva igualmente a romper una lanza por el dibujo: «No se valora nada y un artista debe saber dibujar, no vale solo manchar un cuadro».El dibujante que lo dibuje, buen dibujante será guarda una última pirueta. Las horas en el estudio, los cafés compartidos, la tensión contenida perfilaron otro retrato trazado con palabras. Una carta-poema, inspirada por una misiva de Disney vista en una exposición en el CaixaForum de Madrid, que brinda otra mirada del modelo, del proceso y del pintor y sus Pinceles, lapiceros. Imaginadas miradas. Noches en blanco. Territorio salvaje. Oscura y mística emoción...

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