El Correo de Burgos

Novela

La tarde se tiñe de negro

Los lectores asisten al crimen de los Urquijo con el periodista José Yoldi y ‘Más allá del punto de no retorno’, presentada en el TSJ, y viajan al Berlín de los 80 con Pérez Gellida y ‘Todo lo mejor’

José Luis Guerrero (i.) y José Luis Concepción (c.) escoltaron a José Yoldi en el TSJ.-Raúl Ochoa

José Luis Guerrero (i.) y José Luis Concepción (c.) escoltaron a José Yoldi en el TSJ.-Raúl Ochoa

Publicado por
A.S.R.
Burgos

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La lluvia con la que había empezado el día se presumía ideal para perpetrar el crimen. Pero decidió que no quería ser cómplice y la escenografía tuvo que contentarse con un frío que levantaba solapas y encogía hombros. No contaba con que minutos antes de las siete de la tarde, el paseo de la Audiencia destilaba una lúgubre soledad que hasta el menos ducho de los escritores hubiera abrazado como musa. Por ella cruzó, con paso apresurado y tocado con un cinematográfico sombrero, José Yoldi. Con una larga trayectoria como periodista de tribunales, la novela negra se dibujaba como una perita en dulce para su pluma. Hasta la sede del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL) llegó ayer para presentar su tercera novela, Más allá del punto de no retorno. Su presidente, José Luis Concepción, y el periodista José Luis Guerrero le escoltaron en este trago.El delito ya estaba cometido. El veterano juntaletras había caído en las redes de la novela negra. ¿Por qué se pasa de un lado a otro? «Me echan de El País y me reinvento. No tengo necesidad de trabajar porque recibí una indemnización, vía tribunales, y me jubilé, pero esto lo hago por amor al arte, por estar entretenido, divertirme yo y a mis amigos», explica minutos antes de recorrer los largos, y solitarios en horario vespertino, pasillos del Palacio de Justicia hasta una sala polivalente ajena a fallos y sentencias donde esperan, esta vez al otro lado de la mesa, jueces, fiscales y otros personajes del ambiente judicial.Este viraje en su vida le obligó a cambiar el chip por completo. Quién dijo miedo. «Soy un muchacho muy anárquico y cuando me pongo a escribir tengo una idea bastante clara de cómo empieza y cómo acaba y ya solo me quedan las 250 páginas del medio. Baratito», apunta divertido sobre esta novela, la tercera en su palmarés (tiene otros dos libros más), inspirada en el famoso crimen de los Marqueses de Urquijo.Solo inspirada. «Si de algo me han servido mis 40 años de hacer periodismo de tribunales, terrorismo y demás es a saber protegerme. Yo he escrito una novela, no un reportaje, con una versión que es la más probable de la que ocurrió y, además, he metido una segunda trama de tal manera que nadie pueda decir que aquí se acusa a alguien de algo», defiende y añade que, por si esto fuera poco, cambia los nombres. Uno de ellos es el de su vecina de arriba, Lourdes Tourné-White. «Lo único que me pidió es que estuviera buena buenísima y fuera mala malísima». De cuatro colegas suyas tira para perfilar a la protagonista, Paz Guerra, «muy brillante y con lengua viperina», periodista del equipo de investigación de un periódico.Una hora después y a escasos metros de allí, en un ambiente radicalmente distinto, envuelto por el ir y venir de gente cargada de bolsas, con las luces navideñas alumbrando el lugar del crimen, con gesto relajado y fumando un pitillo, se acercaba César Pérez Gellida al número 4 de la calle Avellanos. Allí, sus lectores esperaban la bendición gellidista. Y a las ocho en punto ya suspiraban por adentrarse con él en Todo lo mejor, su última novela. También negra.¿Qué tiene este género? «Mucho interés para el público. Ahora mismo es el segmento editorial que más se vende, será moda, será porque hay muchos escritores metidos en este jaleo, pero engancha, interesan estas historias». ¿Y qué le da al autor? «Lo mismo que la literatura en general, poder escribir, la novela negra no te da un plus, simplemente es un género. A mí me ha tocado este, supongo que porque es el que más me gusta, tampoco lo tengo claro», aventura el vallisoletano, que lleva al lector hasta el Berlín de los ochenta, para enredarle en una historia con investigación criminal y espionaje.No podía ser de otra manera. «Estamos en el centro del espionaje mundial, nueve años antes de que caiga el Muro, cuando ya se sabía que el bloque comunista no iba a poder imponerse al imperialismo, pero no da su brazo a torcer y sigue intentando equilibrar la balanza. Es la parte más cruda de la Guerra Fría», agrega el también historiador que ayer saldría indemne de una tarde teñida de negro en Burgos.

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