EXPOSICIÓN / EL LEGADO ESPIRITUAL DE UN GENIO
El sagrado templo de Gaudí brilla en Catedral ajena
La sala Valentín Palencia acoge hasta el 2 de junio una ‘experiencia interior’ por el universo modernista del «arquitecto total» a través del pasado, presente y futuro de su obra cumbre
El maestro eterno sabía que la vida era demasiado corta como para ver acabada su obra cumbre. No solo por el faraónico proyecto en sí, sino también por el complejo, naturalista y catenario edificio que le consagró como «arquitecto total» del modernismo religioso. La Sagrada Familia no hubiese sido la misma sin Antonio Gaudí, «hombre de fe» y creador «adelantado a su tiempo» con una capacidad innata para entrelazar «arte, ciencia y espiritualidad». Su huella, imborrable pase lo que pase, se expande más allá de Barcelona y acaba de instalarse en Burgos. Hasta el 2 de junio, la sala Valentín Palencia de la Catedral se rinde a la ‘experiencia interior’ que cada año deslumbra a 4,5 millones de visitantes.El universo Gaudí se traslada a la capital burgalesa con una muestra «visual, sensorial y didáctica» que profundiza a parte iguales en el genio y su legado. Con la «iglesia universal» que el arquitecto catalán siempre tuvo en mente como «eje central», la exposición se divide en tres ambientes. Tres etapas diferentes e interconectadas en un viaje con final abierto, pues no hay que olvidar que la Sagrada Familia, aún inconclusa, espera desprenderse por completo de los andamios en 2026.De buenas a primeras, el templo barcelonés «abre sus puertas» y se presenta en sociedad al visitante. Es entonces cuando el espectador descubre o confirma que se encuentra cara a cara con un «símbolo espiritual, cultural y arquitectónico» concebido por un «visionario» que siempre quiso ir «más allá». Con estas palabras, la comisaria de la exposición, Marta Otzet, ponía ayer el foco sobre la vida y obra de un artista con un «método propio» basado en la «unión entre tradición y modernidad».Precisamente, el segundo ambiente incide en esa «característica esencial» a través de un «recorrido por la vida del arquitecto para entender su genialidad». Nada mejor para ello que recurrir a una serie de frases célebres y plasmar en imágenes las tres grandes fuentes de inspiración de Gaudí: «Biblia, liturgia y naturaleza». Basta con observar, por ejemplo, la escalera helicoidal de la Sagrada Familia, inspirada -simple y llanamente- en una concha de caracola.Llegados a este punto de la muestra, Otzet quiso puntualizar que Gaudí «no copia la naturaleza». Tan solo «observa» e introduce «cambios estructurales y funcionales». Se aprecia claramente al observar sus encargos arquitectónicos y cualquier otra idea intrínseca que brotase de su mente. Forjados, sillas, grabados... La flora y la fauna, la iconografía religiosa y cualquier referencia a sus creencias espirituales se reflejan en mayor o menor medida en sus trabajos. Otra cosa es que todos estos elementos a veces pasen desapercibidos...Antes de alcanzar la recta final, la muestra viaja al pasado para contextualizar la implicación de Gaudí en aquel ambicioso -y a priori utópico- sueño de Josep María Bocabella, fundador de la Asociación Espiritual de Devotos de San José, entidad destinada a captar fondos para la edificación de una obra faraónica que hoy en día avanza a un ritmo inimaginable en sus orígenes gracias a la tecnología 3D.Por último, la luz y el color de los vitrales convergen en imágenes de gran tamaño rodeando a una maqueta de la Sagrada Familia, color blanco inmaculado, que convive con dos instantáneas: el presente y el futuro de un templo que parece inacabable.En esta muestra organizada por el Arzobispado, la Fundación Caja de Burgos y Obra Social ‘la Caixa’ tampoco podían faltar los testimonios de algún que otro visitante impresionado tras adentrarse en el templo expiatorio. El color era «vida» para Gaudí y un breve vídeo promocional sobre experiencias en torno al recorrido animan al público burgalés a plantearse seriamente una escapada a Barcelona en cuanto sea posible.