El Correo de Burgos

Las piernas de Charles Mackenzie

Un fondo escocés utiliza como reclamo para financiar la protección de su patrimonio histórico la peripecia del militar inglés que perdió una pierna en el asedio al castillo de Burgos

Charles Mackenzie tenía piernas de madera para cada ocasión: para uso diario, para montar a caballo e, incluso, para bailar.-ECB

Charles Mackenzie tenía piernas de madera para cada ocasión: para uso diario, para montar a caballo e, incluso, para bailar.-ECB

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El asedio al castillo de Burgos, defendido por las tropas francesas en la guerra de la Independencia, por parte de un ejército comandado por el general Wellington, en 1812, se considera uno de los acontecimientos históricos más relevantes de la historia reciente de la capital burgalesa y tiene fama internacional por tratarse de una de las pocas ocasiones en las que el militar inglés dejó de salir victorioso. Además, hace dos años se realizó una impresionante recreación histórica de este episodio bélico con 650 recreadores procedentes de 11 países de toda Europa.El 21 de septiembre de aquel año, Wellington levantaron el cerco al castillo de Burgos y abandonaron la plaza, dejando vía libre a las tropas francesas que al día siguiente acudieron a reforzar la guarnición de la fortaleza en la que habían resistido durante meses el asedio de los ingleses con una guarnición de 2.000 hombres, comandada por el general Dubreton, mientras que el resto de su ejército se había replegado en Briviesca.Los ingenieros franceses reforzaron el castillo, que fue visitado por Napoleón para supervisar los trabajos, perfeccionaron las defensas e hicieron de la fortaleza burgalesa un bastión inexpugnable hasta el punto de que sus tropas sufrieron 600 bajas por 2.000 por parte del ejército comandado por Wellington, quien llegó a escribir años más tarde que aquel fue “el trabajo más difícil que he dirigido en mi vida, con medios tan insignificantes. ¡Ojalá Dios me hubiera dado un poco más de tiempo!».Mientras los franceses mantenían la plaza al menos un año antes de abandonarla, no sin antes dinamitar tan fenomenal bastión para evitar que pudiera servir de base militar desde la que atacar su retirada hacia la frontera de los Pirineos, llegaba a su castillo natal en Escocia un joven militar inglés que había servido a las órdenes de Wellington en el asedio al castillo de Burgos.Charles Mackenzie se distinguió luchando por el duque de Wellington en las escaramuzas para penetrar por las brechas de la muralla durante en el sitio de Burgos. Fue herido, por primera vez, en la cabeza mientras guiaba a sus hombres en uno de los asaltos. En otra ocasión recibió un disparo en la rodilla y después de seis semanas de angustiosa agonía su pierna izquierda tuvo que ser amputada.Mackenzie volvió entonces a su castillo natal en Escocia, del que era heredero tras la muerte de su padre, también militar en acción, y de su madre. Se dedicó a la gestión de sus propiedades, fue miembro del Parlamento y llegó a ser coronel de la Milicia del condado de Ross.El castillo de Fraser prosperó bajo su gestión y se modernizó, adquiriendo la disposición actual que puede visitarse en las cercanías de Aberdeen.En esta enorme y vistosa construcción se custodia un curioso tesoro, que los conservadores del patrimonio local están empleando como reclamo para obtener fondos destinados a la protección del legado histórico de la zona: las piernas de palo del coronel Mackenzie.A su regreso al Castillo Fraser, tras haber perdido su pierna izquierda en el sitio de Burgos, Mackenzie deambulaba en silla de ruedas pero se hizo fabricar una variedad de piernas de madera, incluyendo una para actividades diarias y otra para montar a caballo. Además, como buen gentleman y anfitrión inglés que se precie, Mackenzie organizaba y asistía a bailes, por lo que mandó construir una pierna de madera sólo para bailar.Las patas de palo del coronel Mackenzie sirven ahora a El Fondo Nacional Escocés (The National Trust for Scotland) como reclamo para una campaña de recogida de fondos que han lanzado a todo el mundo a través de sus redes sociales, recordando cómo y dónde el militar inglés perdió su pierna, dando a conocer, de paso, el episodio histórico del asedio fallido de Wellington al castillo de Burgos.De hecho, esta entidad, en un gesto muy británico, solicita ayuda económica para proteger los artículos extravagantes de la historia escocesa y avisa que apenas quedan tres semanas para que se abra la temporada de visitas al castillo, al módico precio de 27 libras por familia u 11 libras por cada visitante adulto.

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