EXPOSICIÓN
Arte y color desde La Habana hasta Burgos
Cubana de nacimiento y paisana orgullosa del mismísimo Cid, Mayfeé Hernández resume su dilatada trayectoria pictórica con ‘De la tierra y los colores’ en la sala de exposiciones del Teatro Principal hasta San Valentín
Al mal tiempo, buena cara. Y color, sobre todo, para que la luz penetre de lleno en esos días grises que de buenas a primeras amenazan con arrebatarnos la sonrisa. Porque «de lo malo siempre hay algo bueno», inclusive en una larga, tediosa y dramática pandemia que impidió a Mayfeé Hernández (La Habana, 1969) inaugurar su exposición De la tierra y los colores el pasado mes de diciembre. Y sí, da rabia que este tipo de actos se pospongan. Pero como no hay mal que por bien no venga, le parece «fantástico abrir el nuevo año con estos colores para darle un poco de alegría», que falta hace en los tiempos que corren.
La muestra en cuestión, estrenada ayer y abierta al público hasta el día de San Valentín -¿casualidad?- en la sala de exposiciones del Teatro Principal, refleja el dilatado «trayecto» artístico y vital de esta pintora cubana, tan hija del Cid como cualquier burgalés de nacimiento, capaz consagrar su propio sello a base de experimentar con diversos estilos. Su «transformación», fruto de la inquietud constante y el empeño de quien se entrega al arte por el arte, no reniega de aquellos inicios naif que se adentraron en el cubismo hasta desembocar en propuestas más figurativas.
Admiradora confesa del incombustible Diego Rivera y de su paisano Wifredo Lam, siempre bajo el embrujo del expresionismo en el más amplio sentido de la palabra, Hernández saca a relucir un sinfín de sentimientos, «del pasado y del presente», que acaban reencontrándose en «un mismo punto».
La filosofía de esta orgullosa burgalesa de adopción se basa en el carpe diem. Eso no quita para echar la vista atrás y rememorar el pasado a través de sus obras. Las raíces afroamericanas de la artista caribeña son más que palpables y sirven para enfatizar algunos elementos profundamente ligados a su tierra como el mítico tabaco. También, cómo no, se aprecia esa necesidad intrínseca de exprimir cada gota del presente para sacarle el mejor jugo. Lo que tenga que venir después ya se verá, lo que importa es el ahora. Máxime cuando, hoy más que nunca, «los futuros son inciertos».
«El sentimiento es a veces ajeno a una voluntad porque en la vida diaria nos pasan cosas que el cerebro no puede percibir en ese momento»
Con ese cóctel de sentimientos y episodios de una intensa carrera de fondo entre óleos, Hernández reproduce con viveza y colorido muchas cosas que, a priori, pasan desapercibidas. «El sentimiento es a veces ajeno a una voluntad porque en la vida diaria nos pasan cosas que el cerebro no puede percibir en ese momento». Por suerte, la memoria y el talento juegan en el mismo equipo de unas musas que, tarde o temprano, acuden a su cita con la creadora. De hecho, tanto aprovecha su presencia que al final le falta tiempo. No en vano, el aún vigente contexto de crisis sanitaria y su obligado confinamiento meses atrás ha sido la excusa perfecta para agudizar el ingenio.
Ni corta ni perezosa, Hernández decidió compaginar sus latente inquietud literaria con la búsqueda de nuevos recursos con los que enriquecer su obra pictórica. Pensando en la madre naturaleza y todo lo que nos ofrece, empezó a recoger piedras, ramas o tierra durante sus paseos diarios con el perro. Y de repente tuvo claro que debía incorporar dichos elementos a una serie de trabajos que encajan como anillo al dedo en De la tierra y los colores. Por eso, y por todo lo que plasma en la muestra, le encantaría que «los burgaleses se pasaran por la sala y vieran mi obra». También, por supuesto, para dejar claro que un panorama como el actual puede llegar a ser muy «productivo» si el empeño vence a la desidia y el pesimismo.
A corto o medio plazo, la artista cubanoburgalesa espera volver a cruzar el charco para instalar sus obras temporalmente en Los Ángeles. Entretanto, compagina su pasión por los microrrelatos -ya se ha dejado caer por ferias y concursos- con el remate de su primera novela. Si todo va según lo previsto, estará lista a lo largo de este año. Eso sí, «tampoco quiero ir con mucha prisa», reconoce entusiasmada al hablar de una ópera prima que se nutre de «suspense» para modelar un relato de ficción con enclaves reales. El escenario principal, avanza, será ese vasto territorio con múltiples posibilidades llamado California. Hasta ahí quiere leer, aunque a tenor de sus palabras la cosa promete.