El Correo de Burgos

ENTREVISTA / SONORAMA 2021

Nach: «Me veo con 65 en un escenario, arrugado como Mick Jagger»

Clásico en la escena, visceral desde el raciocinio, mañana pisa el escenario del Sonorama con todo el equipo. Es decir, con la artillería pesada. Su próxima referencia, en formato single, verá la luz el 20 de agosto. Y ya tiene en mente disco nuevo para el año que viene. Mientras, espera convencer al norteamericano Royce da 5’9’’ para una colaboración.

Ignacio Fornés Olmo, más conocido como Nach. TAMARA DE LA CRUZ

Ignacio Fornés Olmo, más conocido como Nach. TAMARA DE LA CRUZ

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«Hago un cacho flojo y dicen: ‘Nach, estás viejo ya’». 

Pues resulta que ni lo uno ni lo otro. Y aunque las opiniones son como los culos (todo el mundo tiene uno), la frase que Ignacio Fornés Olmo escupe en Todo o nada junto a Kase.O ni de lejos se asemeja a la realidad. Y no. No solo le avala el pelo gris de su barba. También una trayectoria, intachable e in crescendo, con un reguero de rimas que no se olvidan. Siempre en forma, y ganando calidad con los años como el buen vino, el máximo exponente del rap alicantino -y referencia patria del género- no concibe la vida sin poesía. Y lo demuestra desnudando su alma, ya sea junto a su inseparable Dj Joaking a los platos o deslizándose sobre las notas de piano de Daniel Catalá

Pregunta- Año y medio sin pisar un escenario. Tiene que ser desesperante.

Respuesta- He intentado adaptarme a la nueva situación. No puedo subirme a un escenario, vivir la experiencia con el público de comunicarme de esa manera, así que he intentado aprovechar mi tiempo. Es difícil crear en esa situación de limitación porque tampoco tienes impacto e impulsos que te inspiren más de la cuenta, pero intenté aprender a encontrar otros caminos. Tenía muchos bocetos y muchas cosas a las que podía dar forma, me puse a aprender italiano no sé ni por qué, ponerme mejor físicamente... 

Lo del escenario... Empecé a notar que me faltaba trabajar y a sentirme un poco inútil, inoperante. Te ves un poco invisible, la autoestima y la energía bajan. Todos hemos pasado por una situación similar, pero soy de los que no se puede quejar porque tenía un pequeño colchón económico y maneras de poder llevarlo. Otra gente ha estado en una situación mucho más límite. No tengo derecho a quejarme. Y ahora que llegan los escenarios, a pillarlo con ganas. 

P.- Piano y voz. Cero artificios y su alma más al desnudo que nunca. 

R.- En Burgos vamos a hacer concierto de rap, con todo el set porque es un festival y quería llevarme a todo el equipo. Sin embargo, para los conciertos en los que la gente está sentada me parecía un buen momento para transmitir otra serie de sensaciones. Al hacerlo con un piano, la magia de la música y el poder de la palabra están unidos de la manera más pura. En este tipo de conciertos, la gente entra en otra pulsación, en una dimensión diferente. Si no era en este momento, no sabía si lo iba a poder hacer. Y sigue habiendo energía, es una magia diferente y lo estoy disfrutando mucho. 

«Ahora ya no damos muchas cosas por hechas, las valoramos más. Se puede hacer levitar a la gente aunque esté sentada, levantarla en espíritu para que también se eleve»

P.- ¿Cómo percibe la reacción del público sentado y con mascarillas?

R.- Detrás de la mascarilla sigue estando la persona ahí detrás. Hablo mucho con la gente, rascando hasta llegar un poco dentro de su corazoncito. El público está ahí, con  ganas y con los sentidos puestos en ver qué les transmites. Igual con muchas más ganas y mucha más intesidad que antes. En un concierto de pie, muy cerca, lo daban ya por hecho. Ahora ya no damos muchas cosas por hechas, las valoramos más. Creo que se puede llegar a traspasar esa máscara y hacer levitar a la gente aunque esté sentada, levantarla en espíritu para que también se eleve. 

P.- ¿Se imaginaba el Nach de antaño en festival como el Sonorama?

R.- Siempre he sido bastante abierto. Mis primeros conciertos eran junto a grupos de rock, yo era el único rapper. Lo he vivido con mucha naturalidad. Además, me gusta porque creo que puedo sorprender a la gente que va a ver algo más indie. Y esos grupos a los que no estoy acostumbrado a ver me soprenden a mí. 

P.- El rap abrió su mente hace tiempo. Y también el público ajeno a la cultura Hip Hop. ¿A qué se debe?

R.- Debido a la evolución musical y cultural de la gente, también de la industria en sí. Tanto para bien como para mal. El Hip Hop se ha ‘popizado’ un poco en algunos aspectos; en otros se mantiene muy puro y en el underground, aunque sigue teniendo público. Cuando iba al instituto, éramos dos los que escuchábamos rap. Ahora no creo que haya nadie que no escuche rap o que no tenga un grupo fetiche. La globalización, internet... Todo ayuda a que la red se conecte de una manera mucho más intensa. Antes, la información de lo que nos llegaba de fuera era mucho menor y los grupos, hoy en día, se influencian los unos a otros. Es normal que suceda, que a alguien le guste una canción súper profunda de Leonard Cohen y de repente ponga un tema de reguetón y se lo baile. 

 «Si hoy en día un entrevistador me pregunta qué es el Hip Hop, diréctamente le digo: 'prepárate un poco sobre la vida y sobre la música y me vuelves a llamar en un año'»

P.- También parecen haber quedado atrás -por suerte- los aspavientos, los disfraces con gorra y ropa ancha o los tópicos sobre el carácter violento de los raperos. 

R.- Si hoy en día viene un entrevistador y me pregunta qué es el Hip Hop, diréctamente le digo: «prepárate un poco sobre la vida y sobre la música y me vuelves a llamar en un año». Ya no permitimos ciertas cosas, pero eso ya no sucede. Aún recuerdo las típicas preguntas de antes: «Nach, ¿qué eso del Hip Hop? ¿Y esa marginalidad, y esos movimientos que hacéis como disparando a la cámara?». Pero era normal. También entendíamos que culturalmente este país aún no estaba preparado. 

Hemos intentado educar y dignificar un poco todo esto: mostrar que es algo serio que llevo haciendo toda la vida. Sí que es cierto que la gente que me entrevista hoy en día ha superado ciertas cosas, ya era hora. Aún así, he aprendido a llevar las entrevistas a mi terreno para aportar algo al que después la lea, la escuche o la vea.

P.- Su primer poemario, Hambriento (2016), ya va por la octava edición. ¿Lo esperaba?

R.- No me esperaba nada. No tenía ni idea de lo que podía pasar con los libros. Es una muy buena sensación. La gente lo está leyendo y sigue teniendo recorrido. También está Silencios vivos (2019), un poemario del que estoy muy orgulloso. 

Sobre todo me quedo con el aire que me ha dado la poesía. Cuando me pongo delante del ordenador a escribir rap, el corazón a veces se me acelera y tengo que estar cazando la frase perfecta, encajándola en el beat... En cambio, la poesía me libera. Me siento, me relajo, me calmo y escribo cosas que me sirven de espejo y de autoanálisis. Más allá de una octava edición o de dos poemarías, me quedo con la terapia que eso está suponiendo para mí. Sabía que necesitaba hacerlo, pero no era consciente de lo que el libro me iba a aportar al ver en perspectiva quién soy. Quiero escribir más poemarios por esa manera de dibujar un camino que no tiene que ver con el rap. Me parece muy enriquecedor. 

«Bunbury me dijo: 'eres uno de los tres raperos que más escucho, claro que lo quiero hacer'. Así de sencillo fue»

P.- Más allá de su contenido, musical y letrístico, Almanauta (2018) sorprendió por su colaboraciones. Kase.O, Residente, José James... Y Bunbury, que no sería nada sencillo.

R.- Pues fue de lo más fácil. En realidad, fueron todos fáciles. Residente también, Javi (Kase.O) porque nos conocemos de hace tiempo... Con Bunbury conseguí su contacto, le mandé un mail, nos dimos el teléfono y le conté. Entonces me dijo: «eres uno de los tres raperos que más escucho, claro que lo quiero hacer». Así de sencillo fue. 

Eso demuestra la grandeza y el arte de la gente que participa en cosas que realmente les hace ilusión. Nadie obtuvo una compensación económica. Y Bunbury fue la persona, en ese sentido, más llana, cercana y artista que te puedes echar a la cara. 

El disco tiene ya unos años. Lo que pasa es con esto de la pandemia ha cogido un paréntesis distinto, pero ya estoy pensando en los siguientes temas. El 20 de agosto sale el primer single, tengo varios preparados y mi intención es sacar nuevo disco el año que viene. 

P.- ¿Alguna colaboración soñada que aún se le resista?

R.- Hay un rapper, Royce da 5’9’’, de Detroit, que para mí es una inspiración. Me gustaría colaborar con él y lo estoy intentando. 

P.- ¿Qué sería de Nach sin el rap?

R.- Espero que me hubiese dedicado a algo creativo porque lo necesito para sentirme vivo. 

La única realidad es que me esforcé mucho porque esto saliera adelante, he trabajado, disfrutado del proceso, y he tenido la suerte de juntarme con gente muy inteligente que me ha ayudado. No sé el Nach de otras dimensiones, si es que los hay rollo Rick y Morty, pero en esta es a lo que me dedico y doy gracias al universo por permitirme seguir viviendo 25 años después de lo que me gusta. Por eso quiero seguir trabajando para que esto dure lo máximo posible. Me veo con 65 encima de un escenario, arrugado como Mick Jagger

«Cuando empecé en el rap, fui de los primeros que metía un estribillo cantado o hablaba de determinadas temáticas»

P.- ¿El mejor consejo que le han dado?

R.- He escuchado uno últimamente y lo puse en Twitter el otro día: «al otro lado de mi miedo está lo que quiero». Fue algo que me apliqué a mí mismo. Eso requiere un esfuerzo, valentía y fortaleza. 

P.- ¿Y la crítica constructiva más útil?

R.- Supongo que la mejor, la que he ido montando con lo que otros han dicho y con lo que me decía a mí mismo, es que no me limite. Muchas veces, por el miedo a qué dirán o por salirte de un esquema no terminas de expandirte o de romper algún molde. Cuando empecé en el rap, fui de los primeros que metía un estribillo cantado o hablaba de determinadas temáticas. Cuando los demás decían «no», vi que había muchos más caminos por investigar. 

«Cuidábamos unos de otros. Ofrecíamos la casa a quien la necesitara porque pertenecía a este movimiento y sabíamos lo que costaba»

P.- ¿Qué es lo que más añora de los viejos tiempos en la escena y lo que más agradece del presente?

R.- Lo que más añoro es esa sensación de cultura, de movimiento, de algo que se llamaba Hip Hop y que tenía que ver con cuatro elementos. Todos esos elementos unidos significaban algo. No éramos muchos, pero nos reconocíamos entre nosotros. Y aunque a veces hubiera algún enfrentamiento o envidias, en el fondo cuidábamos unos de otros. Ofrecíamos la casa a quien la necesitara porque pertenecía a este movimiento y sabíamos lo que costaba. Es lo que más echo de menos de aquella época: esa ilusión, ese color. 

Lo que más agradezco hoy en día es esa capacidad de comunicación global que existe gracias a las redes sociales si las sabes llevar de buena manera. Antes era todo mucho más inaccesible. Ahora cualquier chaval puede hacer música, sin necesidad de pasar por determinados filtros y con la misma pantalla que Imagine Dragons o Justin Bieber. Me gusta esa democratización, aunque luego también hay mucho postureo, mucha gente que intenta llamar la atención sin tener algo que decir o una historia que contar. 

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