El Correo de Burgos

«No vivimos de la música, pero nos da la vida»

En marcha desde marzo, Javier Moral y Roberto Díaz han rescatado del olvido a autores desconocidos gracias a Ornamento Barroco

Javier Moral y Roberto Díaz han rescatado del olvido a autores desconocidos con su propuesta. ECB

Javier Moral y Roberto Díaz han rescatado del olvido a autores desconocidos con su propuesta. ECB

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En el fondo era cuestión de tiempo, pero la pandemia propició su alianza. Se conocían «de vista», habían charlado alguna que otra vez y se admiraban mutuamente. Hasta que un día Roberto Díaz le habló a su ahora compañero Javier Moral sobre el clave que adquirió en 2017 al reconocido luthier burgalés Rafael Marijuán, afincado desde hace dos décadas en Torrelaguna (Madrid). Y también le describió, entusiasmado, las características del órgano de tubos que encargó al taller de Federico Acitores, ubicado en la localidad palentina de Torquemada. 

Ese fue el punto de partida, el inicio de un nuevo y prometedor proyecto en común basado en un formato minimalista que recupera el legado de compositores de gran «riqueza cultural» a los que la historia nunca acabó de hacer justicia. Tras una primera visita a la nave de Díaz para probar los instrumentos, ambos tuvieron claro que había llegado el momento.

Dicho y hecho, el pasado mes de marzo arrancaron los ensayos con la intención de poner en marcha Ornamento Barroco. Movidos por la «pasión», se juntaban cada sábado para «ir montando programas y explorando obras, cogiendo primeras ediciones e intentando descifrar manuscritos». Para entonces, esta agrupación de cámara ya estaba en marcha, sin rumbo fijo pero con su propia declaración de intenciones sobre la mesa. 

Fue en ese proceso de investigación cuando Moral conoció a una serie de compositores que, para su sorpresa, son «muy poco tocados». Poco a poco, L’Amore tomó forma para ofrecer al público un intenso viaje por la Europa de los siglos XVII y XVIII, próspero periodo musical con los afectos siendo objeto de estudio y expresión a flor de piel.

Al programa, inédito en su conjunto y prácticamente desconocido para el gran público, se incorporaron Johann Schop, Giovanni Stefano Carbonelli, Jean Baptiste Senaillé, Nicola Matteis y Henry Eccles. Sus nombres no figuran en los libros de texto, ni siquiera en la mayoría de obras documentales especializadas. Sin embargo, el dúo les tuvo en cuenta por su innegable capacidad de conectar con toda clase de oyentes. 

Para cerrar el círculo, L’Amore se nutre de un par de autores más que reconocibles: Johann Sebastian Bach y Henry Purcell. Y aunque a Moral no le gusta nada emplear símiles futbolísticos, reconoce que son los «Messi y Cristiano Ronaldo» del programa. Bromas aparte, el jovencísimo pianista burgalés asegura que la configuración de esta propuesta se asemeja a «sacar una lupa», cual detective, con el fin de analizar hasta el más mínimo detalle. El resultado, en términos de acogida, ha sido «impresionante» hasta la fecha. 

Tras un primer concierto de carácter benéfico para los usuarios del comedor de Cáritas, Ornamento Barroco se fijó como meta «llevar este tipo de música por la provincia». Hasta el lugar más recóndito, con la máxima «cercanía» y a un precio asequible para todo el mundo. Para nada pretende este dúo brindar una propuesta «reducida a la élite».

De hecho, muchas de las piezas que interpretan se concibieron como «danzas populares». Partiendo de esa base, lo que Díaz y Moral quieren es «abrirnos al público» más allá del aspecto puramente sonoro. 

Lo que más llama la atención del respetable son los instrumentos. Salvo excepciones, nadie «jamás ha visto un clave o un órgano». Por eso, una vez finalizada la actuación, no tienen ningún reparo en explicar, por ejemplo, que «un órgano tiene 220 tubos y pesa casi 200 kilos». Enseñan la «mecánica interna», aclaran dudas y disfrutan con esta pequeña masterclass postconcierto que sorprende a propios y extraños.

De esta forma, confían en «desmitificar la música clásica», aunque sea poco a poco, y «compartir» un vasto legado en el que no existen «líneas rojas». Ni de autores ni de enclaves donde tocar. Lo mismo da una iglesia que al aire libre. Lo único que importa es el contacto, tomando hoy por hoy las debidas precauciones sanitarias, con todas aquellas personas cuya curiosidad nunca deja de aflorar. 

A estas alturas, el programa ya está «muy rodado y consolidado». Tanto es así, que ya disponen de grabaciones profesionales en Youtube para llegar al mayor número de oyentes posible. De momento, la intención del dúo es seguir con L’Amore allá donde les reclamen. Y la parada más inminente no es moco de pavo: hoy actúan en el convento de San Franciso, en Santo Domingo de Silos, a partir de las 8 de la tarde. Entretanto, ya piensan en nuevos montajes y no descartan, tal y como avanza Moral, en decicar un «monográfico» al napolitano Matteis. 

Sin prisa pero sin pausa, Ornamento Barroco transita por su propia senda con la satisfacción que confiere cada nota. No corren buenos tiempos para la cultura, siempre por desgracia condenada a ser la primera víctima en toda crisis. En ésta, sin ir más lejos, la progresiva normalización de la vida cotidiana ha traído consigo un considerable recorte de aforos y cachés.

Sea como fuere, Moral sentencia que «no vivimos de la música, pero la música nos da la vida». Lo dice con conocimiento de causa y plenamente convencido de que esta agrupación tiene «mucho futuro». Por múltiples motivos, aunque posiblemente el que ahora prevalezca sea el de la «flexibilidad» que garantizan en un sinfín de escenarios. 

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