ENTREVISTA
Travis Birds: «Que hubiera negacionistas de mi música me hacía avivar la sangre»
Una guitarra, recién estrenada la veintena, le cambió la vida. Después llegaría su gran oportunidad vendiendo la Thermomix. No la desaprovechó; tampoco cuando le ofrecieron participar en el homenaje a Joaquín Sabina. De gira con ‘La costa de los mosquitos’, mañana sábado vuelve a La Rúa dispuesta a repetir la «increíble» experiencia del año pasado
No se guarda nada. Ni siquiera las derrotas que más duelen o los cargos de conciencia que atormentan. Cuando escribe, siempre en soledad, casi todo cobra sentido. Y su voz, humilde pero empoderada, hace el resto.
Pregunta- ¿Qué sería de Travis Birds de no haber cogido una guitarra con 20 años?
Respuesta- Empecé bastante tarde y, de hecho, había bastantes negacionistas (ríe). No sé qué hubiera sido de mí, la verdad. Creo que hubiera terminado encontrando un camino que me hiciera feliz.
P.- Esos negacionistas estarán ahora calladitos...
R.- No lo sé porque no he hablado con ellos, separé mi camino. Pero a veces me alegro un poco. También yo funciono mucho desde la rabia. En aquel momento, que hubiera negacionistas me hacía avivar la sangre e ir más a por ello.
P.- Su música surge de una habitación en soledad. ¿Aparecen alguna vez las musas en compañía?
R.- No. A lo mejor en compañía se gestan cosas, pero generalmente nunca lo hago así. Sí que me gustaría, en algún momento, plantear el proyecto de escribir con gente; pero de momento nunca lo he hecho así.
P.- ¿Lleva la libreta encima por si acaso surge un chispazo en cualquier sitio?
R.- La libreta estaría muy guay porque sería súper romántico, pero ahora gracias a las nuevas tecnologías tengo un chat de WhatsApp conmigo misma y ahí voy mandando todo tipo de tormentas que me vienen a la cabeza.
P.- La costa de los mosquitos suena sincero, visceral, introspectivo. Tanto que no parece premeditado.
R.- Fue fluyendo hacia ahí por las vivencias que estaba teniendo. Por otro lado, me empecé a abrir paso un poco más hacia el folclore, a conocer esa parte e intentar potenciarla más. No pretendía que fuese un disco súper dramático.
P.- ¿Es la escritura la mejora manera de luchar contra los demonios internos?
R.- Depende. Hay situaciones que voy liberando y otras que a lo mejor se enquistan un poco más o que se tienen que liberar de otra manera. Pero sin duda, la música es para mí bastante terapéutica. También ponerme a escribir, porque el hecho de que vayan saliendo cosas, incluso enfocadas hacia algo horrible que me esté pasando, permite hacer algo bonito y eso te mejora el ánimo. Al final, es bastante curativo.
P.- ¿Ha desecho muchos nudos en el estómago con este disco?
R.- Algunos hay. En la vida van pasando cosas y algunas de ellas se reflejan en esas canciones.
P.- Y por desatar quedan...
R.- Es un camino que no acaba nunca. En la vida nunca está todo genial, lo malo precede a lo bueno y viceversa. Además, si estuviésemos plenamente bien sería muy raro porque siempre necesitamos tener objetivos y los problemas forman parte de la vida también.
P.- A muchos artistas el drama propio les inspira. ¿Es su caso?
R.- No te creas. De buen rollo también salen temas. O de ambientes que son muy alegres. Entonces, en vez de un disco como el mío te sacas uno de reggae.
P.- La gira parece ir viento en popa pese al Covid.
R.- Es arriesgado, porque el Covid de repente ha golpeado bastante fuerte y en general lo estamos notando todos. Tenemos que salir de esta ola y que todo vuelva a como estaba en el verano. Aún así, no queríamos dejar de movernos porque llevábamos una buena inercia y nos apetecía seguir intentándolo. A lo mejor hay conciertos que no están tan llenos, pero sigue habiendo movimiento.
P.- ¿Primera vez en Burgos? Sobre el escenario, me refiero.
R.- Estuvimos el año pasado por primera vez. También fuimos a La Rúa y fue increíble. No nos lo esperábamos porque fue a la 1 de la tarde y a esa hora cuesta un poco hacer ambiente. Nos sorprendimos muchísimo porque, aparte de que el sitio estaba lleno, el público de Burgos tuvo mucho feeling. Fueron muy cariñosos y respetuosos. Y como nos trataron genial, tenemos muchas ganas de volver.
P.- Puso música a la serie El embarcadero gracias a la Thermomix. Una historia curiosa...
R.- Me ofrecieron vender alguna para conseguir una yo. Me metí sin ganas, con el morro de que iba a tener la máquina tres meses por lo menos aunque no me fuera bien y no lo consiguiera (ríe). Y a raíz de una presentación que tuve que hacer con una compañera surgió una conversación. A partir de ahí, se empezó a generar todo un hilo de contactos que se interesaban por el proyecto y terminó dando con la gente adecuada, que lo escuchó en el momento adecuado, y les encajó. Así que sí, todo vino por meterme a vender robots.
P.- ¿Cómo se encaja una noticia tan importante? ¿Con emoción, vértigo, un poco de todo?
R.- No me lo creí. De hecho, lo fuimos a grabar y era tan emocionante que no quería hacerme ilusiones por si se caía. Así pasé la grabación; me seguían hablando, todo el mundo encantado... Pero hasta que no estuve en el cine, en la premiere, y vi por primera vez el capítulo no me lo creí. En ese momento, sentí un orgullo muy grande. Sintiéndome además muy afortunada porque no deja de ser una cuestión de azar. Fue algo que me encantaría que se repitiera.
P.- Para vértigo, supongo, cuando le ofrecen participar en el homenaje a Joaquín Sabina.
R.- Totalmente, tampoco me lo creía. No por el disco, sino por la canción. Con la cantidad de titanes que hay en ese disco y es una de las canciones más conocidas de Joaquín Sabina. Así que me planteé hacerlo de la mejor forma posible, me mentalicé para cantar desde cómo sería ella para darle un juego interpretativo que para mí le iba a dar un extra. Sabía que lo iba a escuchar mucha gente, pero tampoco quise hacerme muchas expectativas. Simplemente disfruté del proceso, de poder trabajar con gente tan increíble.
P.- Hay que tener valor para interpretar 19 días y 500 noches cambiando la letra, por los puristas más que nada. Sin embargo, no he visto ni un solo comentario negativo en Youtube. Al contrario, le ponen por las nubes.
R.- Aquí hay un poco de trampa. La canción la reescribió su buen amigo Benjamín Prado. Es un escritor espectacular y yo iba de su mano. Si yo me hubiese puesto a hacer una reversión no sé si hubiera tenido la acogida que tuvo. Yo hice mi papel de intérprete lo mejor que pude, tal y como lo imaginaba, y ha cuajado muy bien.
P.- ¿Le dijo algo Sabina?
R.- No nos conocemos y no he llegado a hablar con él, pero a través de Benjamín me dio feedback. Parece que le gustó y que tiene bastante sentido del humor.
P.- Volviendo al tema de la pandemia. ¿Cómo la ha vivido a nivel personal? ¿Hemos salido mejores tal y como se vaticinaba al principio?
R.- En algo creo que nos ha mejorado, pero también hay muchas cosas pasando a la vez. Estamos en un momento de cambio, lo percibo así, pero nos queda mucho camino todavía. Respecto a mí, he tenido suerte porque desde que se pudo salir he estado tocando. Con versatilidad en los formatos y, a la vez, en un momento en el que ha encajado mejor para estar en movimiento desde que salimos del confinamiento.
P.- Pregunta complicada. Va sobre la que se ha liado con lo de Eurovisión.
R.- Yo tenía mis preferidas y me hubiese gustado que fueran, pero entiendo que ha salido así y que se tendrá que analizar si se ha hecho de forma legal o si en el futuro se tiene que hacer de otra manera. De todas formas, creo que ella (Chanel) hizo una actuación increíble.
P.- ¿Mantendrá su nombre de pila bajo secreto de sumario hasta el fin de los días?
R.- Hasta el fin de los días no tengo claro nada de lo que voy a hacer. Cambié mi nombre y para todo mi entorno Travis pasó a ser nombre. No es que considere que tenga que esconder el otro, pero... ¿Qué más da? Igual un día se me cruza un cable y me lo vuelvo a cambiar (ríe).
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