El Correo de Burgos

LITERATURA

El epílogo absurdo de la historia de ETA

Fernando Aramburu presenta esta tarde, acompañado por Óscar Esquivias, su novela ‘Hijos de la fábula’ (Tusquets) en el auditorio de la Fundación Círculo de la calle Ana Lopidana a las 20 horas

El escritor Fernando Aramburu, en la playa de la Concha de San Sebastián.

El escritor Fernando Aramburu, en la playa de la Concha de San Sebastián.CARLOS GARCÍA POZO

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Han pasado casi siete años desde la publicación de Patria y en las librerías se siguen despachando ejemplares de esta novela que marcó un antes y un después en llamada ‘literatura sobre ETA’ y en la carrera de su autor, Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959). Si la narrativa creada alrededor de la sangrienta historia de la banda terrorista había dado importantes obras de ficción -con títulos de escritores como Raúl Guerra Garrido, Bernardo Atxaga o Ramón Saizarbitoria, entre otros- ha sido a raíz del tremendo éxito de la novela de Aramburu cuando se ha multiplicado la publicación de obras sobre la historia de ETA y la espiral del violencia que tantas víctimas dejó.

Aramburu ya había tratado este fenómeno en anteriores libros de su bibliografía. Desde El trompetista del Utopía (2003) al multipremiado volumen de cuentos Los peces de la amargura (2006) pasando por Años lentos, un inteligente ejercicio metaliterario que le valió al autor vasco el Premio Tusquets de Novela en 2012. Estos dos últimos títulos forman parte de una serie de novelas que Aramburu ha llamado Gentes vascas y de la que su tercer volumen es Hijos de la fábula, novela que el autor de Fuegos con limón presenta este martes en Burgos.

El acto tendrá lugar en el auditorio de la Fundación Círculo de la calle Ana Lopidana a partir de las 20 horas. Aramburu estará acompañado en el escenario por el escritor burgalés Óscar Esquivias, que ya compartió con el autor vasco su anterior novela, Los vencejos, en el Teatro Principal de Burgos en noviembre de 2021. La presentación cuenta con la colaboración de la librería Luz y Vida y tiene entrada libre hasta completar el aforo.

Los dos escritores que hoy charlarán ante los lectores burgaleses son viejos conocidos y han concelebrado muchas charlas y actos por toda España. Es conocida la admiración literaria y personal que existe entre ambos. «Fernando Aramburu es autor de una obra ya muy extensa que abarca, además, varios géneros (poesía, cuento, novela) y que destaca por su amor por el lenguaje (su estilo es muy rico y elaborado, personal y absolutamente reconocible) y por su predilección por personajes a menudo cargados de defectos pero retratados con simpatía, como si el autor asumiera que la humanidad es una mercancía averiada pero, casi siempre, con un fondo de bondad y siempre digna de compasión (lo que no excluye que la inconsciencia lleve a algunos al fanatismo y la maldad, claro)», señala Esquivias. «Hijos de la fábula podría ser un ejemplo de todo esto. Aramburu se fija en el mundo etarra y, en esta ocasión, lo hace desde una perspectiva humorística, llena de comicidad, lo que no excluye una crítica feroz a la intolerancia y la violencia de los terroristas en ciernes que protagonizan su novela», añade.

El cineasta Borja Cobeaga acompañó a Fernando Aramburu en la presentación de 'Hijos de la fábula' en Madrid.

El cineasta Borja Cobeaga acompañó a Fernando Aramburu en la presentación de 'Hijos de la fábula' en Madrid.JAVIER ARIAS / FUNDACIÓN TELEFÓNICA

Para el arriba firmante, es muy reduccionista ese humorismo que le han endilgado a Hijos de la fábula desde diferentes frentes y que ha hecho malentender a algunos la propuesta de Aramburu que sí explica bien Esquivias en sus palabras. No es un humor cómplice, ni aparentemente fácil ni tampoco banal. En las páginas de esta novela suceden situaciones cómicas e hilarantes, sí, pero que brotan del patetismo y la ignorancia de dos ‘cachorros’ de ETA que han entrado en la formación terrorista poco antes de que esta comunicara el «cese definitivo de la violencia» que anunció el 20 de octubre de 2011. Hay más de Kafka, como ha asegurado el autor en muchas entrevistas, que de esperpento en estas situaciones.

Una torpe pareja

Asier y Joseba son dos jóvenes que marchan a Francia en la primavera de 2011 para recibir instrucciones -y ellos creen que también instrucción- e incorporarse a un comando de ETA a la mayor brevedad posible. Se esconden en una granja aislada en el campo, propiedad de una pareja con la que no congenian. «Olemos a mierda de gallina», le dice el uno al otro en la primera frase de la novela. Desde el principio, cada miembro de la pareja asumirá un rol dentro de su propia relación: uno, más disciplinado y obediente; el otro, más radical e ideologizado que llevará la voz cantante del dúo.

Visitas surrealistas a la ciudad de Toulouse, métodos cutres de supervivencia, comportamientos pueriles -mientras en sus cabezas se detonan pensamientos de guerra y muerte- o grandes parlamentos vacíos de credibilidad entre ellos mismos llenan las horas de coexistencia de la joven pareja, torpe y algo desquiciada por momentos. «Nos han dado con la puerta en las narices. Como lo oyes. No sólo a nosotros. También a la causa de una Euskal Herria libre. Yo lo tengo muy claro compañero. La dirección ha desertado. Esto ha sido una traición. ETA se ha suicidado», le dice Asier a Joseba tras conocer el fin de la banda. Un desesperado giro a su estrategia y la aparición del personaje de María Cristina llevará a sus protagonistas hacia un final, que no por anunciado, dejará muchos pelos en la gatera de sus conciencias.

Novela de humor, no. Novela con muchos momentos de humor, sí. Porque en el fondo de todas estas peripecias que protagonizan Asier, Joseba y toda la recua de personajes que les acompañan en Hijos de la fábula hay un fondo muy trágico sobre la inutilidad de tanta muerte y dolor provocados por ETA durante décadas, en muchas ocasiones por jóvenes inconscientes abducidos por la promesa de una arcadia feliz a la que sólo cabía llegar por un camino, según la cabeza de la serpiente terrorista: el de la extorsión, la amenaza y el asesinato. O sea, por la derrota de la palabra, esa arma de vida que Fernando Aramburu maneja como pocos en la narrativa española contemporánea.

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