Letras al sol

Félix aguanta paciente la charla de sus padres con conocidos. Aún no arrecia el sol, esperado y celebrado por todos, y bien se puede conversar en medio de la Plaza Mayor. Han llegado pronto y se dirigen a una terraza con los deberes hechos. Lidia, la madre orgullosa de la criatura, rosa en mano, comenta las ganas con las que su hijo, de apenas cuatro años y medio, ha comenzado a leer. Lo hace todas las noches, antes de dormir. Seguro que hoy querrá estrenar 'Tres monstruos en el cole', la adquisición con la que la familia festejaba el Día Internacional del Libro.

A pocos metros, Samuel, de poco más de un año, protesta porque el viaje en el tiovivo le ha sabido a poco. Puede que ayude a calmarlo el cuento de instrumentos que acaba de regalarle su tía Almudena, empeñada en transmitirle su amor por las letras.

Cerca, muy cerca, Fuen y Chus departen con amigos, fieles a la cita con las letras, como cada 23 de abril. Han aprovechado el 10% de descuento que, para celebrar, ofrecen las librerías locales (tanto en sus puestos a la vera del Ayuntamiento como en sus establecimientos) para comprar un par de regalos pendientes: la edición especial de 'El infinito en un junco', de Irene Vallejo, y 'La noche de las flores', de la burgalesa María Estébanez. Se disponen ahora a darse el tradicional capricho literario, próxima parada tras los ejemplares de Juan Manuel de Prada que tienen en sus mesillas. Quizá caiga Vargas Llosa, puede que 'La ciudad y los perros'. A por ese mismo se dirige Julio, si es que encuentra un hueco en alguno de los mostradores, de bote en bote.

La temperatura sube y la Plaza Mayor se torna hervidero en la recta final de la mañana del también Día de Castilla y León. Los libreros, que a ratos no dan abasto, coinciden: el buen tiempo ha avivado el natural interés de los burgaleses por aprovechar la ocasión para rastrear títulos. Y, de paso, regalar una rosa.

Augura David Ruiz, de la Asociación de Floristas y Jardineros de Burgos, que a última hora de la mañana habrán agotado las existencias, unas 800 de varios colores, a razón de 3,5 euros, «un precio más que asequible» que acaba por convencer a los indecisos. Se consolida así una tradición importada, y «muy bien acogida» que llegó, y se quedó, para redondear la cita.

Salpican de rojo, rosa, amarillo y naranja la estampa, cuajada también del azul intenso de las camisetas que señalan quién de los presentes viene de la carrera popular ‘vecina’ por la Plena Inclusión. Tiempo hubo para todo.

Sin aliento, preguntados por cómo marcha la fugaz feria, los libreros dan gracias al cielo por no tener que mirarlo de reojo, preparados para resguardarse en los soportales, como ha ocurrido algún año. Reconocen la dificultad de elegir qué sacan de sus tiendas a la calle. Todos se inclinan por un ‘surtido’ en el que las obras infantiles y juveniles no pueden faltar, pues se presta el día para regalar a los más pequeños y alimentar su gusto por la lectura.

Para los mayores, priman las novedades, que suelen ser éxito asegurado. De entre ellas, como la actualidad manda, aunque sea fúnebre, destaca el interés por la bibliografía del ya citado Nobel peruano y por todo lo relacionado con el papa Francisco, sus propias obras o la presentada recientemente por el español Javier Cercas: 'El loco de Dios en el fin del mundo', fruto de un viaje con el fallecido pontífice a Mongolia. Completan el listado de más buscados desde primera hora las dos Marías burgalesas que se estrenan con dos novelas negras, Boado y Estébanez, Fernando Navarro y su 'Crisálida', María Dueñas o el suizo Joël Dicker. La lista sigue, crece por momentos hasta última hora de la tarde y las letras, y el sol, brillan.