El Correo de Burgos

PINTURA

Velasco resume tres décadas de vida pictórica en medio centenar de obras

El artista burgalés expone en la sala de exposiciones del Arco de Santa María y repasa el camino hacia su actual estilo expresionista

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Burgos

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L. B. / Burgos

Recorrer la sala de muestras del Arco de Santa María es -desde ayer y hasta el 4 de octubre- bucear a pulmón en la vida pictórica de burgalés Miguel Ángel Velasco. Y es que las paredes de tan noble edificio lucen medio centenar de obras alumbradas por el artista en las últimas tres décadas. No están todas las que son, sería imposible en realidad, el espacio manda. Obras que revelan sin remedio su camino, sus pasiones y reflexiones, sus caprichos.

La evolución es clara y la división de obra antigua y reciente en dos espacios -planta baja y primer piso- contribuye a subrayar las diferencias. Los paisajes copan el ‘antes’ a modo de ventanas impresionistas a las estampas castellanas que porque sí lo cautivan, desde la verde maleza de Orbaneja del Castillo, su pueblo natal, hasta el amarillear de los trigales «casi místicos». Incluso exhibe una serie dedicada a los cardos. Forofo de Delibes, Velasco se reconoce un hombre de campo. Se nota. Allí se inspira y se planta con su caballete para cazar al vuelo «con trazo rápido» la esencia de lo que contempla, lo que respira. Y allí retorna con entusiasmo cuando por capricho ‘huye’ de sus nuevos derroteros.

Su camino ha derivado en los últimos dos años -«quizá por la edad», supone el artista nacido en 1942- en un expresionismo más íntimo que en la técnica combina el óleo con collage a partir de cartas manuscritas de todos los tiempos -incluso fotocopias de facsímiles- y papeles de periódicos, integrados con máximo cuidado y no poco esfuerzo en la composición.

Las obras que recorren esta nueva senda apuestan por el mensaje sin descuidar la forma, que mantiene identificable, precisa; la técnica, trabajada al máximo; ni siquiera el color, con el que juega como lo hizo siempre.

Con ellas, Miguel Ángel Velasco aborda temas tales como la presencia de los medios de comunicación, la humanidad que se esconde tras los muros de los monasterios, la riqueza histórica de Castilla -que reivindica con orgullo siempre que puede- hoy reducida a piedras informes en caminos o la melancolía «inevitable» que viste las tardes de lluvia. «En realidad, estas obras hablan más de sentimientos, no buscan retratar una imagen exterior, pretenden más bien interpelar al espectador. Yo expongo, insinúo, pero es él quien debe contemplar el significado según sus experiencias. Es mucho más libre», señala el pintor.

Como capricho, dos obras. En las dos, el mar. Un pedazo de su mar, el que baña Gijón. Una ciudad en la que ha residido y que, reconoce, le encanta. Con todo, Burgos, provincia y capital, sobre todo el centro de la ciudad, se revela la fuente de inspiración principal.

La exposición puede visitarse de martes a sábados de 11 a 14 y de 17 a 21 horas y los domingos de 11 a 14 horas.

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