El Correo de Burgos

FESTIVAL ENCLAVE DE CALLE

Diagnóstico sobre la salud del teatro callejero

Fernán Cardama, Plansjet y La Industrial Teatrera analizan la situación de esta disciplina

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Burgos

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PLANSJET : «Las marionetas tienen la fuerza para retener a la gente»

Un cuento se apodera del rincón del reloj El Morito en El Espolón. Chris y Mieke Geris y sus marionetas -con ayuda de la música de la zanfona y la gaita- obran el milagro. Esta pareja belga conforma la compañía Plansjet. Diecisiete años en el mundo del títere. Un sinfín de espectáculos en la calle. «La gente pasa ante la representación, pero es muy difícil que la gente se quede y necesitas hacer algo especial, no espectacular, para atrapar la atención de la gente, si no se van. Y las marionetas tienen esa fuerza, esa magia. Los adultos se quedan en su sitio ante una pequeña cosa», comenta sobre este arte en el que se introdujeron con dos marionetas y ahora viajan con familia numerosa. 

Durante este tiempo, Chris Geris ha visto crecer esta disciplina. Lo ha sentido en los distintos países que visita con sus baúles habitados por muñecos. «Tenemos la impresión de que está en auge», dice y cree que cada vez hay más compañías y también más público, tanto menudo como grande. Porque, asegura, hay propuestas para ambos espectadores.

LA INDUSTRIAL TEATRERA: «En la calle no hay escenografía de gomaespuma, todo lo que ocurre pasa de verdad»

La Industrial Teatrera desembarca en el EnClave de Calle de etiqueta. La del Premio al Mejor Espectáculo en la Feria de Artistas Callejeros de Leioa 2009 por Rojo, la pieza representada anoche en La Parrala, adonde regresa hoy. «Es un espectáculo donde el público vive la situación de dos personajes en un mundo gris, sin color, y donde un sueño les lleva a descubrir qué es el rojo», resume Jaume Navarro esta obra «de calle que se puede hacer en sitios inusuales, cubiertos».

Jaume destaca que el rasgo definitorio de un montaje de calle es que lo que en él pasa es de verdad: «No existe la escenografía de gomaespuma. En un escenario, en la tele o en el cine, puedes hacer efectos, pero en la calle no, aquí debe suceder de verdad. Se trasladan más los sentimientos. Todo lo que ocurre pasa de verdad porque alrededor tuyo todo lo es: los árboles, los edificios, las estrellas, el viento, las nubes..., el cielo es muy grande y el público está muy cerca». La Industrial Teatrera acarrea una historia de siete años en el teatro de calle y considera que esta disciplina camina hacia arriba, sobre todo, destaca, en el norte de España. Y enumera una retahíla de ciudades con festivales y programación continuada (León, Valladolid, Burgos, Leioa...). «Cada vez hay un poquito más. Aunque estamos lejos de Francia o Alemania en cuanto a festivales, no lo estamos tanto respecto a la creación», analiza.

 

 

FERNÁN CARDAMA: «Si atrapas a un espectador espontáneo, que no ha ido a verte, capturas un ingrediente extra»

Probablemente el público que se sentó ayer junto a los Cuatro Reyes del Espolón ahora mire a sus zapatos con otros ojos. En esos rojos de lunares blancos se esconde la mamá de Caperucita Roja. En los de tacón blancos, una bailarina de tango. En el de caballero negro y blanco, un enamorado despechado...

El artífice de esta nueva mirada es Fernán Cardama, un argentino afincado en Alcalá la Real (Jaén) desde hace quince años. Veinte dedicado al teatro. Calle y sala. También, viejo conocido del espectador burgalés. Tres de sus cuatro espectáculos ya han paseado por las calles capitalinas.

Una muestra más de la buena salud del teatro callejero. «He notado un crecimiento muy grande. Quizás ahora está en una meseta después de muchos años de subida. Ha pasado con el de calle, con el de circo, el infantil, el de títeres... Los chicos de hoy tienen más posibilidades de ver teatro que los de antes», se felicita por ello.

¿Este crecimiento ha sido igual en infraestructuras, creación, público y sensibilidad de los programadores?

«En infraestructuras es lo más claro. Ahora hay un montón de espacios para actuar. En los otros aspectos varía, el crecimiento es menor. Nos cuesta encerrarnos e investigar, estudiar, es algo pendiente que tenemos los artistas. Se va profesionalizando pero falta. Y será bueno porque cuantas más propuestas, más tendrán donde elegir los programadores».

Para Cardama el punto diferente de la escena callejera se produce cuando se cautiva al espectador y se queda ante un montaje. Resalta especialmente el clímax alcanzado cuando los pasos de un espontáneo se detienen. «Cuando consigues atrapar a esa persona que no tenía ni idea de que al salir a hacer la compra se iba a encontrar con un espectáculo de teatro capturas un ingrediente extra», expresa.

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