El Correo de Burgos

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Rescatada del olvido la poesía de Zurita

Ediciones 98 publica una antología de los mejores versos del autor del Himno a Burgos. 'Estampas castellanas' se presenta el 16 de noviembre en el Principal y antes en Madrid

Burgos

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A.S.R. / Burgos

Marciano Zurita existe más allá del entonado Cantemos unidos la insigne grandeza de nuestra Castilla, de nuestro solar... Ediciones 98 recupera los versos del autor del Himno a Burgos en Estampas castellanas, una antología con ciento diez poemas seleccionados de sus libros El triunfo del silencio (1912), La musa campesina (1913), Pícaros y donosos (1916) y Castilla (1924). Un volumen con el que su editor, Jesús Blázquez, considera saldada una parte de la deuda con este escritor caído en el olvido. El viernes se presentará en Madrid. Y el 16 de noviembre lo hará en el Teatro Principal burgalés. Tal vez en la misma estancia -Salón Rojo- en la que recibió un homenaje el 19 de septiembre de 1926 junto a Rafael Calleja, compositor de la música del cántico capitalino.

Zurita, burgalés nacido en Palencia en 1884, inaugura la colección Castilla en la literatura, creada con el ánimo de «recuperar grandes libros de la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX que glosen la historia, la literatura y los paisajes y las gentes de Castilla», en palabras de su responsable. Llegarán a la imprenta las obras de autores muy conocidos como Azorín, Pío Baroja o Claudio Sánchez Albornoz, pero también figuras menos famosas, de segunda fila, «que también valen la pena», como el primer poeta elegido.

Pedro Ignacio López García, profesor de Lengua y Literatura, ha realizado la selección de los poemas. Son, en opinión del editor, los más significativos de los publicados por Zurita, que hasta su muerte en 1929 fue un poeta bastante conocido, sobre todo por sus textos en Blanco y negro y ABC, ilustrados por los mejores dibujantes del momento.

Blázquez comenta que esta poesía es la de una persona influida inicialmente por el modernismo, por Rubén Darío y José Antonio Gabriel y Galán, pero que con el paso de los años evoluciona paulatinamente hacia posiciones más propias de la llamada Generación del 98. Así lo reflejan su mayor interés por lo que ocurre en su sociedad y su férrea reivindicación de Castilla (¡Que otra vez, Madre Castilla, vea el mundo en ti un ejemplo / de constancia y fortaleza, no de incuria y abandono! / ¡Que otra vez seas alcázar, y taller, y castro, y templo, / y palestra, y señorío, y universidad y trono!).

Pero sobre todo Zurita pintó en sus versos los paisajes castellanos y sus gentes, con atención a las burgalesas, a las que sentía paisanas desde su matrimonio con una oriunda de la tierra, y dejó constancia, apunta Blázquez, del habla de aquellos años en el medio rural (¿Pa gastar sin provecho denguno / lo que tanto trabajo nus cuesta?).

La editorial madrileña no ha tenido contacto directo con la familia. Desconoce si existen versos inéditos de Marciano Zurita. «No sabemos qué pasó con sus papeles personales ni si se guardó su archivo. Cuando él murió, tuberculoso en un sanatorio de la Sierra de Guadarrama, la familia se quedó en una situación deplorable, en una maltrecha situación económica. Su prestigio hizo que los compañeros de ABC denunciaran esta realidad y que el periódico hiciera una campaña en favor de la familia, a la que se unió el Ayuntamiento de Burgos, que, tras nombrarle Burgalés Ilustre, envió una ayuda económica», resume Jesús Blázquez así los últimos años de vida de Marciano Zurita, cuya biografía aparece en Estampas castellanas contada por él mismo a modo de entrevista imposible.El curioso caso de un prolífico escritor

Marciano Zurita nació en Palencia en 1884, pero es burgalés desde su matrimonio en 1912 con Dolores. Su relación con el papel impreso se remonta a la cuna pues su padre fue fundador y director del periódico El Día de Palencia. Se alimentó de literatura y como de lo que se come se cría, alumbró numerosas obras en distintos géneros. Desde la poesía al teatro pasando por la zarzuela, la novela o el texto periodístico. Pero, curiosamente, su nombre ha pasado a la historia por una sola obra: el Himno a Burgos, publicado en 1918 en Blanco y Negro y estrenado el 28 de junio de 1926 en la plaza de toros de Burgos con música de Rafael Calleja.

Siguió los pasos de su padre. Dirigió el Diario de Palencia entre 1907 y 1911 y en Burgos hizo lo propio con El Espolón (1912) y Guasa Viva (1913).

Su vida literaria se multiplica cuando se va a vivir a Madrid. Además de publicar en ABC y Blanco y Negro, se relacionó con los literatos del momento. Fue amigo de Valle-Inclán, Victorio Macho, Vázquez Díaz, Enrique de Mesa o Benito Pérez Galdós, con el que compartió tertulia.

Pero Zurita se sentía poeta. Sus cuatro poemarios, difíciles de encontrar hoy, dan fe de ello. El primero, El triunfo del silencio, apareció a finales de 1912 y se lo dedicó «a la gloriosa ciudad de Burgos, cuna de tradiciones y venero de hidalguías». Un año después salía La musa campesina. Le siguen un volumen entero de sonetos, Pícaros y donosos, en 1916, y Castilla, editado en 1924.

En la biografía escrita por el profesor Pedro Ignacio López para la antología poética, se enumeran otros títulos que nunca vieron la luz como tal, aunque sí en prensa: Del noble solar hispano, Las mansiones de la raza, Retablillo de pícaros...

Aunque siente debilidad por la poesía, también escribe novelas (Alucinación, Por qué no he sido yo cura y La viña del Señor) y una historia sobre la zarzuela.

Textos periodísticos, novela, poesía... y también teatro: Media hora antes, un monólogo en verso fechado en 1906, y Eclipse parcial, escrito con Natalio López Bravo, y estrenado el 22 de noviembre en el Teatro Principal de Burgos.

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