El Correo de Burgos

Danza para cantar a la vida

Víctor Ullate presenta un espectáculo inspirado en la filosofía oriental creado para «remover conciencias»

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Burgos

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L. B. / Burgos

Un ojo. Un gran ojo cerrado preside la escena. Aguarda sereno a que los presentes callen, apaguen sus teléfonos móviles y se relajen. Un aviso suena en la megafonía. Las escenas que se van a proyectar pueden herir sensibilidades. Caen las luces. Suena una campanilla. Y sobre el ojo aparece una ambulancia. Su sirena rasga el silencio expectante que reina en la sala. Late un corazón y su sonido da paso a un rosario de dramáticas escenas, escenas reales. La invasión china en Nepal, el perfil de la bomba sobre Hirosima, cuerpos masacrados y apilados -respingo general-, guerras, fosas comunes, dolor, horror. Mantras tibetanos se suman a este 'combinado' de sensaciones. Y al fondo. Tras el ojo, tras el dolor, se perfilan unas siluetas vestidas de blanco inmaculado. Las de la veintena de bailarines del Ballet Víctor Ullate que subían a escena el espectáculo ideado por el coreógrafo, dispuesto a lanzar su canto a la vida particular en movimiento, a invitar a abrir los ojos. Los bailarines recrean gestos propios del tai-chi, pausados, que chocan con la dureza de las imágenes que aún se suceden. Cae de nuevo la luz. Y llega la calma, la paz, el silencio absoluto. El sosiego ideal para emprender un especial viaje. Arranca Samsara.

«Samsara significa el ciclo de la vida y la muerte», recuerda el padre de la criatura, el propio Ullate, antes de narrar la dura experiencia que desembocó en esta propuesta rescatada una y otra vez por aclamación popular: «Me encontraba en un momento muy crítico, en plena mesa de operaciones. Era el segundo catéter que me hacían en una semana y me preguntaba qué me estaba pasando. Entonces, me deje llevar y pensé que si me tenía que ir, al menos lo haría tranquilo. Recordé un viaje reciente a Nepal y tuve un sueño que quise compartir a través de este espectáculo».

La intención de Ullate, que confiesa sin pudor, es, para empezar, «remover la conciencia del espectador» mostrando las tragedias que han ocurrido, que aún ocurren.

Y ofrece alternativas, esas que brindan las filosofías orientales, que llaman a la paz, al bienestar, «a la entrega a los demás», como las rosas blancas que en su propuesta los bailarines regalan al público.

Así, en cada país que Samsara recorre -Egipto, Irán, India, Nepal, China o Japón- a través de su ritmo, poetizado en pasos sutiles, depurados, limpios, se realiza una ofrenda budista en forma de cita «para dar que pensar», afirma el reconocido coreógrafo.

Y el resultado del espectáculo es, según la experiencia cosechada en sus decenas, centenares de pases, casi terapéutico. «Son muchos los que han confesado que les hemos llegado a lo más profundo. El público se marcha emocionado, de hecho, me llegan cartas para darme las gracias», relata el bailarín.

Sobre el 'padre'

Zaragozano del 47, Víctor Ullate se ha ganado -a fuerza de danza, coreografías y premios- el título de prestigioso maestro. Iniciaba su carrera profesional con Antonio Ruiz Soler. Tras 14 años entregados a la compañía Ballets del Siglo XX, a las órdenes de Béjart, Ullate se embarca -a petición del Gobierno- en la aventura de formar la primera compañía de ballet clásico en España. Lo dirigirá hasta 1983. Ese mismo año fundaba la Escuela de Danza Víctor Ullate, de donde surge el Ballet Víctor Ullate allá por 1988. Desde el año 2000, preside la Fundación para la Danza que lleva su nombre y se dedica a promocionar la formación de profesionales de la danza y las artes.

Ullate dice aplicar esa filosofía que postula Samsara en todas sus actividades. «Más vale una sonrisa que una palabra necia», indica a modo de explicación de su método. Y es que, señala, «hay que generar buena energía, que es al fin y al cabo lo que somos».

Repite hoy

Samsara, que ayer lograba abarrotar el teatro, sube de nuevo a las tablas del Principal esta tarde a las 20.30 horas. La tarifa correspondiente es la A-5 y su duración es de 1 hora y 45 minutos, sin intermedio.

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